jueves, 29 de noviembre de 2012

El Folklore

Presentamos aquí extractos de un esclarecedor texto de Ernesto More (Puno 1903- Lima 1980), poeta, escritor y político,  sobre el folclore, escrito como prólogo del libro de José Portugal Catacora "Danzas y Bailes del Altiplano" (1981).

Vallejo y Ernesto More

El folklore, la artesanía y el turismo han sido actividades que hasta hace poco, se realizaban espontáneamente. En los dos primeros intervenía casi en un ciento por ciento, el sentido de creación del pueblo. En menor proporción, la naturaleza. En el turismo influye en porcentaje considerable, la naturaleza. La belleza, las peculiaridades del paisaje. Como complementos de esa belleza, refuerzan el atractivo del turismo la obra del hombre del pasado, en la arquitectura, en las artes, en la artesanía y en el folklore, en sus diversas modalidades: música, danza, costumbres, alimentación, etc. El folklore y la artesanía, creaciones espontáneas de los pueblos, han nacido, por esa su característica esencial, asimismo, han seguido desarrollándose legítimamente, al margen del proceso capitalista, ese reino de Midas que transforma en oro todo lo que toca deshumanizándolo.
 
Pero la espontaneidad, ignorante de la propaganda, del réclame mantenía esas actividades surgentes, en estado de aislamiento para usos locales, en gran parte para celebrar con entusiasmo, con fervor panteísta o religioso, la unión del hombre con la tierra, cuando éste cumple el acto supremo de arrancar aquella el fruto de su esfuerzos en la faena agrícola, o cuando el hombre, para agradecer a la tierra el regalo vital y constante que le asegura la existencia, se confunde, en cumplimiento de una ley inevitable, con el polvo.

El folklore y la artesanía así nacidos, transmitiéndose de una generación a otra, desinteresadamente, venían a constituir esa misterios argamasa que da unidad, en el fluir del tiempo, a la vida y obra del hombre, formando lo que llamamos la nación y la patria. Por eso es que muchos, así como son opuestos a que modifiquen el himno o la bandera tratan de mantener intangibles esos símbolos. 
 
Un hombre no es idéntico a sí mismo, durante toda su vida. Se modifica en tanto que vive, somática y espiritualnente; pero el cambio que se produce en él, por ser orgánico, no atenta contra su personalidad, que sigue siendo la misma. Y siendo el folklore obra del hombre como ente colectivo, esta sujeto, con mayor razón, a mutaciones que no alteran el mensaje que porta en su seno.
 
Pero todo esto varía en cuanto el folklore comienza a sentir la influencia del capitalismo; en cuanto el folklore, que nace, se desenvuelve y vive espontánea y desinteresadamente, se convierte en mercadería, y todos los que en él participan se esfuerzan por transformar la maravilla que existe en el mensaje imponderable, en algo palpable y contante. Entonces, ese folklore, sometido a la acción de una fuerza interesada sufre modificaciones que equivalen a otras tantas heridas de muerte.

Por lo general, la gente se interesa por el folklore con un sentido puramente recreativo. Por medio de él, se siente incorporado a la sociedad del terruño mismo, o devuelta a sus años juveniles o de infancia. Pero los menos advierten que el folklore, al ensamblar las fuerzas espirituales de un pueblo  mejor de lo que puede hacerlo la bandera o el himno, constituye la fortaleza invisible de la patria, la mejor defensa contra los intentos de dominación de una nación o de intereses extraños. Porque de nada sirve un fusil en manos de quien carece de sentimiento y de emoción de patria, que no los dan el conocimiento de las fronteras ni de la geografía de su país.
 
Bailando su huayno natal, el joven se está preparado mejor para esa defensa que haciendo ejercicios militares. Hay instantes de jolgorio que representan para toda a vida la tierra, la familia, la amada y el entorno inicial del hombre. Por eso, hacer conocer el valor del folklore a través de sus infinitas peculiaridades, es obra bella, humana y patriótica.
 
Ernesto More



miércoles, 21 de noviembre de 2012

Maestra de Escuela

Nadie sabe de ti...
Nadie sabe, Maestra de Escuela,
porque tu paso de Francisco de Asís
                       no es de cascabel.
Tu sereno paso Nazareno
es de azada profunda
donde la verdad,
con voces de Eternidad,
dirá su credo recio
en el tiempo y en el espacio
en marejadas de fe.

Tu paso es de frondosa rumorosa
fructificante y jugosa
en los solares de la vía;
por eso, tus pies de pasión
en la vía apia de la incomprensión,
van sembrando haces de luz
y silenciosos
bajan a los huertos jocundos,
a cortar los tallos
de las estrellas.

Nadie sabe de ti...
Nadie sabe, Maestra de Escuela
porque tus manos, yema fecunda
de aleluyas de luz,
sin aleteo de águila
ni jubilo de pandero,
se deshacen en río de savia ondulante
haciendo que la tierra yerma palpite
en un salmo de resurrección.

Porque con el cilicio del anhelo
ofreciste el sol de tu espíritu
atormentado en holocausto.
Porque te quedaste muda
en transfusión generosa de todas
                          tus células,
alfa vibrante de vidas fuertes
como signos ascendentes.
Por eso: por toda tu santidad,
por todo tu martirio,
¡la tierra quedó ardiendo
en una llamarada de amor!

Mercedes Bueno Morales. En "Arista de Estrella", 1960.
Este es sin duda un poema autobiográfico.