lunes, 24 de octubre de 2011

COLOQUIO EDUCACION RURAL: 27 DE OCTUBRE


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Educación Bilingue (JPC)

En el siguiente texto, tomado de su libro "El Niño Indígena", Portugal Catacora presenta sus ideas sobre la educación bilingüe.
El lenguaje traduce la mentalidad del hombre, es instru­mento de aprendizaje y medio esencial de comunicación, por­que a través del lenguaje se piensa y se habla, se comprende y se expresa.
De aquí que el lenguaje no es una simple materia que se enseña o se aprende; su utilización implica cultivar la mente en sus múltiples manifestaciones y hacer que el educando aprenda cuanto necesita aprender; en una palabra el empleo del len­guaje contribuye al desarrollo de la personalidad en su aspecto clave que es el intelecto.
Podemos distinguir diferencias entre las lenguas indíge­nas y el castellano desde varios puntos de vista: el fonético, el Ideológico, el evolutivo y el espíritu de cada lenguaje.
Existen en las lenguas nativas, sonidos fuertes como las Variantes de la p y de la t ; guturales, las variantes de la c la q y la k ; silbantes como s; y, no existen en ella sonidos suaves como c o la z o dentilabiales como u. En cambio, en el castellano no existen sonidos fuertes, guturales y silbantes y más bien sonidos suaves. Estas diferencias acústicas son el resultado de la diferente configuración anatómica de los órganos que las producen y la dinámica fisiológica de dichos órganos en los hombres y grupos humanos que hablan y hablaron a través de centenas de generaciones sus lenguas indígenas.
La estructura ideológica en las lenguas indígenas es muy  diferente a la estructura castellana. Cuando se  elaboran conceptos en lenguas indígenas, primero es el todo y después las partes en la secuencia de las palabras en las oraciones; en cambio, en el castellano, primero es la parte y después el todo. Ejemplo: En castellano se dice: "la ventana de la casa", ventana es parte y casa es el todo; en aymara se dice la misma oración "utan-ttojhopa", uta es el todo y ttojho, es la ventana.
En las lenguas indígenas la construcción de ideas se hace a base de aglutinación de partículas y no de palabras sueltas como en el castellano que es lengua flexional. Ejemplo: "ma­má, mi mamá" nuestra mamá, traducidas al aymara se dicen "mama, mamqja, mamosa". Las terminaciones ja y sa no son voces autónomas, son simples partículas fonéticas que le dan un sentido a la palabra mama
Por último, las lenguas nativas tienen un poder de síntesis y una fuerza subjetiva o emocional de expresión difícil de tra­ducir al castellano a pesar de la riqueza de vocabulario que po­see esta última lengua.
El haberse utilizado las lenguas nativas y el castellano durante cinco siglos, ha provocado el fenómeno de la mutua influencia entre ellas. Pues, el castellano ha asimilado muchas palabras aymarás y quechuas y, a su vez, estas últimas han incluido en su vocabulario voces castellanas. Este hecho puede utilizarse para fines educativos, a pesar de las profundas di­ferencias que hemos formulado.
La Experiencia de las Escuelas Comunes
Las escuelas rurales implantaron arbitrariamente la en­señanza directa en castellano, con el propósito aparentemente justificable de crear la unidad nacional a base del lenguaje, idea muy discutible.
Desde que se estableció la primera escuela en el Altiplano han pasado más de sesenta años y hoy las escuelas campesinas son numerosas, pero sus resultados negativos, por haber uti­lizado la enseñanza directa en castellano, podemos apreciar sin ningún esfuerzo.
Es que todas las generaciones que pasaron por las escuelas no entendieron las enseñanzas. En el mejor caso, los niños aprendían a leer y escribir mecánicamente pero se olvidaron al salir de la escuela, sólo les quedó la habilidad para firmar como elector, en algunos casos. Es frecuente oír decir a los ni­ños campesinos: "ya sé hacer hablar el libro, pero no sé lo que dice".

Lo que Hay que Hacer
Pero no basta sentar el principio; hay que llevarlo al campo de la práctica educativa, más aun: no basta disponer que en la enseñanza se utilicen las lenguas aborígenes, indiscri­minadamente; es necesario recoger las experiencias realizadas y traducirlas en directivas pedagógicas.
Por nuestra experiencia, aconsejamos seguir tres etapas didácticas en la escuela primaria. Estas etapas deben ser: lº, empleo exclusivo de la lengua indígena en instrumentos biblio­gráficos monolingües; 2º, empleo de la lengua materna y el castellano a través de traducciones y versiones, en instru­mentos de aprendizaje; y 3º, empleo exclusivo del castellano en los textos de estudio. El tiempo para cada etapa puede variar según las circunstancias.

El Porvenir de las Lenguas Aborígenes
Si las generaciones de niños que aprendan a leer y escribir primero en su propia lengua y después en castellano, mantienen el interés de seguir hablando, escribiendo y leyendo, en su í propia lengua, ninguna acción pedagógica, cultural o política, puede ni debe impedirlo. Los aymaras y quechuas tienen el derecho natural y la libertad social de que está premunido todo grupo humano que necesita desarrollarse de acuerdo con su propia naturaleza. Si tal ocurre, las lenguas nativas de Puno y del Perú pueden evolucionar hasta alcanzar la categoría de idioma con alfabeto, diccionario, gramática y literatura propias.

EL ACHACHILA


Los padres quechuas y aymaras trasmiten a sus hijos normas de
civismo desde la niñez, con ejemplos de
comportamiento simples, claros y comprensibles
que se observan en la comunidad.

- ¿Por qué cada vez que pasamos por la apacheta para ir a nuestras chacras, al otro lado del cerro, siempre ponemos una piedra en chajua o montón de piedras que hay en la cumbre? - preguntó Pablito a su padre, que lo lleva a la chacra porque ya tenía seis años.

- La apacheta es la encarnación de nuestros abuelos; por eso se llama achachila. Y cuando pasamos cerca de él o sobre él, debemos rendirle tributo colocando una piedra para que su memoria crezca con las piedras que pongan sus descendientes por toda la vida. La piedra es como parte de nuestro cuerpo, ya que nosotros somos hombres de piedra. De piedra fuimos hechos.

- ¿Y quien nos hizo padre?

- Nos hizo nuestro dios que es el sol. Cuentan que mezcló el siguayro, el llampu y la qoa; las grasas procedentes de minerales, animales y plantas; las amasó y las celentó con fuego, hasta que las grasasespidieron blancas y densas espirales de humo que se esfumaron. El humo se convirtió en piedra al enfriarse y tomó la forma del hombre. El sol le beso con sus rayos y le dio la vida. Ese fue el primer hombre. Nosotros somos sus descendientes.

- Que extraordinario, padre.

- Si, extraordinario. Por eso a nuestros primeros padres les debemos respetar y lo demostramos poniéndoles una piedra, al pasar por cada apacheta. Pero debemos hacer algo más, el respeto debe cumplirse con toda persona mayor de nosotros. Por ejemplo, tu me respetas y me obedeces, yo respeto y obedezco a mi padre, mi padre a mi abuelo, mi abuelo a mi bisabuelo, así sucesivamente, hasta llegar a la raíz de nuestra estirpe que esta personificada por los achachilas. Esta es la razón porque en el ayllu son más respetados y hacen de autoridad las personas mayores como el jilaqata, el alcalde de campo o los que pasan cargo en las fiestas- termino el padre.

Pablito comprendió que sus antepasados siguen viviendo convertidos en picachos, ya que en efecto parecen dioses momificados en actitud hierática, eterna.  Y también comprendió que la mayoría de edad es condición de autoridad a quien hay que respetar y obedecer. Así lo hará él, así lo hacen todos hombres y mujeres en la comunidad y así lo hicieron siempre desde tiempos inmemoriales.

Será posible cambiar esta forma imponderable de llegar a ser autoridad? Tal vez, pero no de un momento a otro...

Achachila: Abuelo
Llampu: Sebo de llama.
Qoa: Planta resinosa
Siguayro: Mineral
Jilaqata Autoridad

Tomado de "Niños del Altiplano". Relatos Étnicos. José Portugal Catacora Editorial Lima, 1981

domingo, 23 de octubre de 2011

JULIACA: Viento Agorero


A propósito del aniversario de Juliaca (Puno), la ciudad de los vientos. Con el título de Viento Agorero, Portugal Catacora publicó en su libro "Puno, Tierra de Leyenda" una historia del orígen del nombre de Juliaca. Allí cuenta que una expedición a cargo del Jefe Militar Huayna Roque salió del Cusco a buscar al Inca que se había diirgido hacia el sur en plan de conquista. Huayna Roque iba llamando al Inca: ¡Mayta Capac! (donde estas poderoso), hasta que llegó con sus legionarios a un rio tributario del Ramis, el cuál no podían sobrepasar. Allí ocurrió lo siguiente:

"Cuando los legionarios se debatían entre denuestos e imprecaciones ante su impotencia para salvar el obstáculo, una inesperada tranquilidad sobrevino momentáneamente. En este instante, de los pies de la colina que limitaba la pampa al otro lado del río, brevemente iluminado por una racha de luz solar límpida y clara, se levantó una tromba de aire que, dando vueltas y revueltas y elevándose cada vez más en el espacio, se dirigió hacia donde se encon­traban nuestros héroes: cuando estuvo a la altura de ellos, se diluyó en una misteriosa figura de etéreos contornos, de cabeza y cuerpo de mujer y miembros inferiores de pez.

domingo, 2 de octubre de 2011

Educación Andina

La comunidad, Escuela de vida


 Tradicionalmente se piensa que los pueblos indígenas carecen de educación propia. Portugal Catacora plantea todo lo contrario y sostiene la necesidad de que dicha educación deba ser tomada en cuenta.


"Por un tiempo se sostuvo que el hogar educa y la escuela instruye, pero hoy se concibe que educar es una acción integral, de amplitud y proyecciones no limitables a las funciones de una institución, como la escuela, el colegio o la universidad. En el Perú no se produjo tal dis­loque, la educación en los grupos rurales sigue siendo espontánea y ha  sobrevivido a todos los embates destructores de la historia hasta nuestros días. Por tanto, existe una educación indígena sistematizada en normas informales y los niños campesinos la reciben".

Los invitamos a leer el texto donde Portugal Catacora desarrolla estas ideas, el mismo que forma parte del libro "El Niño Indígena" (1988) que contienen un amplio estudio sobre la infancia aymara. En el mencionado libro, prologado por Luis E. Valcarcel, Portugal Catacora recoge lo que conoció y vivió en su niñez en Acora (Puno) y en su larga experiencia con maestros y niños del altiplano.

Para leer el texto presionar "Más Información".

Pepe Portugal


Pepe Portugal, Celia Bustamante y José María Arguedas

Se llamó José, por el padre, y Federico en homenaje a Federico Engels. Nacido en Ayaviri, Puno (1934), fue el primero de los cuatro hijos de José Portugal Catacora  y Estela Mendoza Treviños. Para no confundirlo con el padre, todos le decían Pepe desde niño. Estudió en Puno y Cuzco; luego, ya joven y tras conocer a Jean Vellard cuando éste recorrió el altiplano investigando a los aymaras, se decidió por estudiar Antropología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

En 1962, viajando a Francia.
Con Yolanda Villalba y J.P.C.
Formó parte de la promoción Luis E. Valcárcel  (Ver Foto) y una vez culminados sus estudios viajó a Francia para seguir un post grado (1962); más tarde trabajaría en el Institituto de Estudios Peruanos, en SINAMOS, en el Instituto Indigenista Peruano y por muchos años en el Ministerio de Agricultura. 

Casado con Yolanda Villalba tuvo cuatro hijas: Carmen, Doris, Yolanda, Estela y a su nieta Leticia con quienes vivió en compañia de Concepción.

Trabajó siempre por las que llamaba con cariño "mis comunidades campesinas", cuyos líderes lo recuerdan por su apoyo y compromiso. Erudito en todo lo que se refería a las comunidades, publicó varios textos, entre ellos "El valle de Lurín y el pueblo de Pachacamac" con Matos Mar (*). 

Quienes lo conocieron destacan su carácter entrañable, su rectitud y nobleza. En San Marcos, a fines de los cincuenta, tuvo como su maestro y amigo a José María Arguedas. Con gran afecto el escritor lo visitaba en la casa paterna cuando Pepe estuvo mal de salud por varios meses. La leyenda familiar cuenta que incluso ofreció hacerse cargo de él y de sus estudios posteriores, en una generosa conversación con José Portugal Catacora a quien Arguedas  conocía desde unos años antes. 

De este singular y, para quienes conocieron a Pepe Portugal, merecido aprecio por parte del gran escritor, ha quedado la siguiente frase en una carta que José María Arguedas dirigió a Duccio Bonavia en 1963:

"Hay dos recuerdos que me ennoblecen de mi permanencia en San Marcos: José Portugal y Usted" (**).

Valga este este breve texto para recordar a José Portugal Mendoza (Ayaviri, 1º de setiembre 1934 - Lima, 11 de marzo del 2003), nuestro hermano.

Ver tambien: Arguedas y José Portugal Catacora

"La Plaza de Armas de Strasbourg y un indio peruano" dice el reverso de la postal.

NOTAS

(*) "El valle de Lurín y el pueblo de Pachacamac. Cambios sociales y culturales". Matos Mar y Portugal Mendoza. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima, 1964; "La irrigación del valle de Chancay". Instituto de Estudios Peruanos. Lima, 1967; "Comunidades Campesinas del Perú. Información Básica. Ministerio de Agricultura.Lima, 1980; "Dinámica Poblacional de las Comunidades Campesinas". AMIDEP.

(**) Carta de José María Arguedas a Duccio Bonavia (25 de Mayo de 1963), en "Cartas del Archivo José María Arguedas de la PUCP". Antropologica Año XX Nº 20, Lima 2002. Pepe Portugal también es mencionado por Arguedas en otras cartas a Jhon Murra, "Cartas de Arguedas". Jhon Murra y Mercedes Lopéz. PUCP. Lima 1998. 

Maestros de Siempre


Gracias a Carlos Escalante Catacora, sobrino de José Portugal Catacora, hemos podido identificar en esta foto a algunos de los miembros del Instituto Experimental de Educación de Puno, tomada durante una actividad en su local.

En la primera fila sentado, José Portugal Catacora (Director del Instituto).
En la segunda fila, de pie, el primero de la izquierda José Ruiz Ponce (profesor del Nivel Medio)
En la tercera fila, de pie, el cuarto empezando por la izquierda, Germán Chuquimia Loza (Profesor de educación artística musical); primero empezando por el lado derecho, Juan Peñaranda Catacora, Secretario del Instituto y esposo de Aleja Portugal, sobrina de Portugal Catacora.

En la foto aparecen también otros maestros que visitaban el Instituto:

En la primera fila: Blanca Peñaranda Catacora (segunda desde la izquierda), Angélica Gutierrez Valdivia (penultima).
En la segunda fila: Florencia Torres Martínez, más tarde esposa de Martín Portugal Catacora, Julio Macario Galindo, quinto desde la izquierda, Alejandro Loza Paredes, último desde la izquierda y Director de Núcleo Campesino.
En la tercera fila, Juan Catacora Morales (primero a la izquierda), Flavio Mandujano Torres (segundo), Francisco Galindo (tercero), Pompeyo Aragón Abasto (sexto), Moisés Flores Hualpa (setimo), Teófilo Armaza Chambi (Octavo).