Puno, 13 de Febrero de 1911 - Lima, 21 de Marzo de 1998. Educador discípulo de José Antonio Encinas y escritor de obras de pedagogía, literatura y folklore. Publicó 29 libros entre ellos "Niños del Kollao" (1937), que lo ubica entre los fundadores de la literatura infantil en el Perú, "El Cuento Puneño" (1955),"Danzas y Bailes del Altiplano" (1981) y "Psicopedagogía del Lenguaje". Las páginas de este blog buscan recordar su vida y obra al cumplirse cien años de su nacimiento.
martes, 13 de febrero de 2024
UN TEATRIN DE TITERES
sábado, 12 de febrero de 2022
NUEVA PUBLICACIÓN: "NIÑOS DEL ALTIPLANO" DE JOSE PORTUGAL CATACORA
viernes, 5 de marzo de 2021
José Portugal Catacora: Oda al maestro rural
POR:. JOSE VADILLO.
En nombre del Kollao. Era el mismo país, pero más rural y desigual. Y el educador que escribiría 29 libros tuvo que repetir tres veces el segundo de primaria porque en su pueblo, Acora, departamento de Puno, no había más grados qué estudiar.
Luego, a los 19 años, tras graduarse como preceptor en la Normal anexa al colegio San Carlos de Puno, empezó su labor como maestro de la Escuela de Varones de Ayaviri. El resto lo sabremos.
Instituto experimental
Se llamaba José Portugal Catacora (1911-1988) y es considerado ‘el Arguedas del Altiplano’. La institución educativa N° 70001, en el barrio de Huajsapata, en la ciudad del lago, lleva su nombre. Porque sus cimientos son el Instituto Experimental de Educación de Puno que José Portugal Catacora (JPC) fundó en 1947 gracias al apoyo del político y educador José Antonio Encinas.
La institución fue adelantada a su tiempo. En ella no existía el concepto de repetir de año. Medía la “madurez del aprendizaje” . Amén de las capacidades de aprendizaje, observaba la maduración emocional y física de los educandos. Los cursos se impartían en “clínicas” de cálculo y lectura, contaba con departamentos de psicopedagogía y arte, y un taller de carpintería.
La necesidad de crear una institución educativa inclusiva tenía raíces en la propia historia de JPC. Hasta los 9 años, se comunicaba en aimara. A esa edad, aprendió el castellano.
Y solo pudo seguir la escuela hasta el tercero de secundaria. Con ese grado, pudo postular a la Normal de San Carlos para prepararse como maestro rural. Para ingresar, le valió su habilidad en las matemáticas, que había desarrollado ayudando en la contabilidad de las haciendas. Si no se convertía en maestro, su otra opción era ser sastre.
Si Encinas decidió apoyar a su joven paisano en este proyecto educativo fue porque vio talento: en 1937, JPC empezó a publicar libros y tenía un conocimiento del campo; había promovido en 1933 la creación del Sindicato de Maestros y, en 1945, participó de la creación peruano-boliviana de los Núcleos Rurales Campesinos y su propuesta de reorganizar la educación rural bajo el título de la Escuela Andina Porvenir.
El proyecto fue una simbiosis de las inquietudes educativas de Portugal con la psicopedagogía, campo en el cual Encinas estuvo trabajando en Cuba.
La escuela experimental motivó el interés nacional. Los periodistas escribieron sobre él y el propio JPC escribió columnas periodísticas. Fue cuando el historiador Jorge Basadre, entonces ministro de Educación, lo llamó a Lima para trabajar en el desarrollo de directivas pedagógicas.
Portugal laboró desde 1957 hasta 1968 en diversos puestos del ministerio, entre ellos, como director de la Segunda Región de Educación (Lima) y fue tres veces becado en el extranjero.
De bajo perfil
JPC fue hombre de perfil bajo. No gustaba de los homenajes. No libaba licor y no era religioso, pero participaba de las festividades altiplánicas. Integró el colectivo que fundó el Instituto Americano de Arte de Puno, el cual permitió el desarrollo del concurso de danzas folclóricas en honor a la Virgen de la Candelaria.
Estuvo muy conectado con la tradición aimara y respetaba a los apus (dioses tutelares del mundo andino). Luego, se convertiría al catolicismo.
Uno de sus cuatro hijos, el economista Carlos Portugal, recuerda que su padre interiorizó varias frases de José A. Encinas, como aquella sobre la necesidad de conocer al niño antes de educarlo.
En el ámbito doméstico, este hombre tenía “temperamento aimara”: “sus chistes los decía serio”. En Lima, vivió en Santa Beatriz y, posteriormente, en Lince. Después de dejar el Minedu, escribió con disciplina férrea, de nueve de la mañana a cuatro de la tarde. “Él venía de educarse en el campo, no había terminado la secundaria, entonces se propuso ser siempre disciplinado”, cuenta el hijo.
Relación con Arguedas
Más allá de nacer el mismo año que José María Arguedas (JMA), y haber perdido también tempranamente a su madre, ambos personajes compartían una preocupación visceral por la cultura andina y la educación indígena.
A diferencia del autor de Los ríos profundos, quien tuvo una relación traumática con su madrastra y encontró refugio en el universo indígena, para Portugal la relación con la cultura aimara fue natural: en casa, en Acora, se practicaban sus costumbres.
Fue en el verano de 1950 cuando conoció personalmente en Lima a JMA. Los presentó Francisco Izquierdo Ríos, quien luego prologaría el libro de JPC Puno, tierra de leyenda (1952).
Cuando Arguedas estuvo al frente de la Casa de la Cultura realizó la Mesa redonda sobre el monolingüismo quechua y aymara’ (1966), libro que se puede encontrar en internet. Uno de los ponentes fue Portugal. Era un momento difícil, cuando la educación bilingüe encaraba muchos prejuicios.
En 1958, José Portugal, hijo de JPC, se convertiría en alumno de Antropología en San Marcos. Arguedas lo consideró el más destacado alumno del curso de Etnología. Portugal hijo es mencionado en algunas misivas entre Arguedas con John Murra.
Literatura infantil
El dominio del idioma aimara y la cercanía a su cosmovisión permitieron a Portugal conocer historias. Para él lo importante es que la educación tenía que relacionarse con la identidad y, por ello, se enfocaba en los niños.
Portugal siguió en ello el trabajo de otros como Julián Palacios Ríos –su maestro en la Normal y después integrante de la plana del instituto experimental–, quien había desarrollado el “alfabeto syentifiqo keshwa-aymara”.
En el plano literario, a JPC se le considera entre los pioneros de la literatura infantil en el Perú con el libro Niños del Kollao (1937), basado en 16 historias reales de Ayaviri. El volumen llevó el prólogo de Emilio Vásquez, del grupo Orkopata, y Luis E. Valcárcel consideró a su autor entre los nuevos maestros del país.
Otra idea poderosa que trabajó JPC fue la de la educación en comunidad. Sostenía que todos los pueblos andinos ofrecían educación de manera informal que se veía reproducida en los cuentos y las leyendas: la sociedad y las comunidades educaban por obligación a los niños en algunas actividades, decía Portugal. Es una idea que compartían por esos años diversos autores y permitió el desarrollo, a mediados del XX, del desarrollo de la escuela experimental bilingüe en las zonas rurales.
Manco Cápac educador
Sobre la educación indígena colectiva escribió que sus fundadores fueron Manco Cápac y Mama Ocllo, quienes enseñaron a los hombres a cultivar la tierra y criar animales, y a las mujeres a cocinar y criar a los hijos, entre otros oficios.
Escribió: “Esto de enseñar conlleva práctica pedagógica, y, en esencia, mecanismo educativo. Por tanto, Manco Cápac y Mama Ocllo fueron los más grandes educadores de América de aquellos tiempos, los creadores de un sistema social masivo de educación, en la que la vida social era una vasta escuela y todos, en la medida de su condición, eran educadores”.
Su labor como recopilador de mitos y leyendas altiplánicas, narrador y pedagogo interesado en la educación rural continuó hasta su muerte, en 1988.
(DIARIO EL PERUANO VIERNES 5 DE MARZO DEL 2021)
Datos:
De la obra de José Portugal Catacora, la Universidad Nacional del Altiplano ha publicado Historias de la educación en Puno (inédito).
Ha reeditado su libro Puno, tierra de leyenda, sobre las historias de la creación prehispánica de los principales pueblos de la región.
Y El cuento puneño, libro pionero, pues es la primera antología de narradores altiplánicos que elaboró JPC en la primera mitad del siglo XX.
La familia Portugal espera que se puedan publicar los otros seis libros que el autor dejó inéditos.
viernes, 26 de febrero de 2021
LUIS E. VACARCEL SOBRE NIÑOS DEL KOLLAO #JoséPortugalCatacora
Niños del Kollao de José Portugal Catacora contiene 13 relatos sobre las visicitudes de la infancia del altiplano, inspirados en la experiencia del autor con los niños de la Escuela de Varones de Ayaviri, donde inició su carrera docente. Emilio Vásquez, miembro del Grupo Orkopata, escribió el prologó el libro y seleccionó los cuentos que lo conforman. Contiene grabados de artistas puneños como Joaquín Chávez, Víctor Enríquez (Mateo Jaika, del Grupo Orkopata), Fernando Manrique, Florentino Sosa, Roberto Valencia, Luis Berríos y Francisco Camacho [1].
El libro "Niños del Kollao" |
Por si esto fuera poco, la exposición ha incluido fotos de las aulas y murales, pintados por Felipe Valencia Melgar, del Instituto Experimental de Educación de Puno, hoy prestigiado IEP José Portugal Catacora 70001, permitiendo así un atisbo a esa temprana y singular y pionera experiencia de innovación educativa en el Perú.
[3] "Cuentos Infantiles Peruanos. Antología". Sebastian Salazar Bondy. Editor Juan Mejía Baca. Lima, 1958.
miércoles, 17 de febrero de 2021
LOS 100 AÑOS DE JOSÉ PORTUGAL CATACORA Por Walter Paz
José Portugal Catacora es uno de los grandes pedagogos que tuvo Perú. Después de la renovación que significó la Pedagogía peruana con José Antonio Encinas. El paisaje de su tierra natal Acora y el amor por los niños y niñas de los andes, lo motivaron a incursionar en la Educación para transformarla, repensarla y hacer de ella el valor más importante que puede hacer un maestro para mejorar la sociedad. Durante todos los años de mi formación de educador mantuve un cordial e ininterrumpido dialogo con sus libros más importantes legados a la pedagogía, muchos de ellos desperdigados y difíciles de ubicar. Lo hacía con el sentimiento coterráneo casi religioso de estar compartiendo las más inquietantes preocupaciones de la pedagogía general y particular. Porque como a él lo animó la grandeza de los aimaras a mi me anima el mismo sentimiento de dignidad de la cultura aimara.
Si bien José Antonio Encinas señalaba que el niño andino era el ser más incomprendido por la historia. José Portugal Catacora compartía esa misma preocupación. Por eso se atrevió a escribir más de cuarenta libros de pedagogía, y muchos de ellos inéditos. En cada uno de sus textos uno encuentra una búsqueda de la pertinencia cultural, la relevancia social en la didáctica. Por eso sus planteamientos de una educación por niveles de madurez no sólo son un atisbo o epifenómeno de las pedagogías o teorías de la educación que se discutían en esos tiempos, son en realidad las indagaciones más lúcidas que hasta ahora no han sido superadas por las investigaciones pedagógicas ni experimentales. Además, sus escritos son legítimamente actuales. Alguna vez cuando daba una charla sobre la pertinencia cultural de Jean Piaget en los andes, en la Universidad de San Marcos, un catedrático sanmarquino, me hizo muchas preguntas sobre José Portugal y terminamos hablando de uno de sus libros mayores como es “Psicopedagogía del lenguaje”. Allí señala sobre la función social del lenguaje que “si bien el origen causal del lenguaje radica en bases psicológicas individuales de condición inmanente, su objetivación, como efecto, es esencialmente trascendente. De ahí su carácter social por excelencia y su papel de vehículo de la cultura humana por antonomasia. Pues, posee virtud de eslabonar individuos, sociedades y naciones, así como poner en contacto el pasado con el presente y proyectar el presente hacia el porvenir en una acción permanente de transmisión oral y escrita, de valores que se heredan, de generación en generación, en forma sistematizada, en centros educativos, y en forma espontánea, en la labor informal de las élites sobre las masas. Pero ese carácter del lenguaje suele revestirse de ciertas peculiaridades en determinadas circunstancias condicionales, según las clases sociales que lo hablan o la objetivación cultural a cuyo servicio se le emplea”. Estos planteamientos no contradecían ni a Piaget ni a Vigotsky al contrario confirmaban las teorías existentes.
Cuando uno revisa sus planteamientos sobre el lenguaje y la madurez mental para el aprendizaje, José Portugal Catacora nos explica usando las ideas de Gesell que existen dos tipos de madurez: la madurez vital y la madurez del aprendizaje verbal. Si bien las facetas fundamentales que la conducta presenta son la conducta psicomotriz, la conducta adaptativa, la conducta verbal o de lenguaje y la conducta social. Estas cuatro facetas se desenvuelven dentro de una unidad evolutiva indivisible. La integralidad de la comprensión de la madurez aun no tiene motivación en los investigadores contemporáneos, lo que existe en realidad son estudios atomistas y parciales de la compleja evolución y desarrollo de los seres humanos. Otra faceta de su vida, lo relaciona con la fundación de los núcleos educativos campesinos, una propuesta puneñista y andina que vinculaba los sistemas productivos con la educación. Al respecto señalaba: “A partir de Marzo de 1945 mi labor profesional se intensificó con muchas y variadas actividades, ya en mi cargo de Jefe de la Brigada de Alfabetización. En primer lugar, hice una visita relámpago a la mayor parte de las provincias y constaté que la Campaña de Alfabetización había terminado en diciembre del año anterior; solamente las maestras de Lampa y dos esposos en Ayaviri seguían alfabetizando. En aquellas visitas observe que en la provincias de Puno, San Roman, Chucuito y Huancané, los adventistas tenían organizadas sus escuelas, como después se organizaron los Núcleos Escolares Campesinos; pues tenían la estación misionera como escuela central y varias escuelas dependientes como escuelas seccionales. Aproveche esta observación para escribir un proyecto de Nueva Organización de las Escuelas Rurales que se publicó con la opinión favorable del maestro Encinas y otros maestros con el nombre de «La Escuela Andina del Porvenir».
La preocupación por la educación rural fue uno de sus anhelos, sentía la emoción por mejorarlo, porque hasta ahora el poco interés mostrado por mejorar la educación rural hace que a los niños y niñas aimaras y quechuas se les niegue el acceso a muchas habilidades básicas que requieren para su desarrollo como personas y por eso no se les brinda los saberes o capacidades necesarios para superar la pobreza. En su celebrado libro, “organización de la nueva escuela rural” José Portugal Catacora expresaba el valor de la responsabilidad de los educadores: “Maestros Rurales: Cuando pienso en vuestras responsabilidades profesionales, mi imaginación se proyecta decenas de años en el porvenir i entonces veo nuestros campos, no ya poblados de chozas grises, solitarias i destartaladas, sino casitas blancas, con tejados rojos, rodeados de jardines, huertos y chacrales florecientes; aún más veo cruzar las pampas i las punas, las quebradas i los valles, un sin número de vehículos, llevando hombres y mujeres, plenos de vitalidad i rebozantes de optimismo; i, en la vera de los caminos, niños alegres, sanos i fuertes, que juegan a plenos pulmones, bajo soles de eterna primavera.
En la vida de aquellos seres idealizados, siento palpitar vuestra obra, perennizándose a través de los tiempos, en un porvenir sin límites».
Finalmente quiero destacar su constante interés por animar la lectura en los niños y niñas, escribió “Mi tirallo” con un conjunto de cuentos y relatos dedicados a mejorar la lectura infantil. El libro “cuento puneño” tuvo el mismo interés de fomentar la lectura. El maestro Portugal dedicó muchas páginas en diarios y revistas al aprendizaje de la lectura, ese interés tiene que ver con un genuino interés por la conciencia generalizada en todas las sociedades de la necesidad de conocer las bondades de la ciencia y la tecnología, las artes y las humanidades. Y los niños y niñas andinas no podían estar excluidos de ese derecho fundamental que consagra la misma declaración universal de los derechos humanos. Al no saber leer, sencillamente no disfrutamos todo el bagaje cultural que la humanidad nos ha legado como patrimonio.
José Portugal Catacora, fundó en enero de 1947 la IEP 70001 como Instituto Experimental de Educación de Puno. Al respecto en su memorable memoria cuenta: “José Antonio Encinas, por entonces Senador de la República, elegido tras volver al Perú luego de 15 años de destierro, recibió la visita de un joven profesor paisano suyo, José Portugal Catacora, quien venía a solicitar su apoyo y consejo para la creación de una escuela en Puno donde se pudiera ensayar científicamente la manera de mejorar la educación de los niños del altiplano.
El maestro Encinas me recibió en la sala de la Dirección del Colegio Dalton, que había fundado en Lima con sus hermanas. Ya me conocía por las cartas que intercambiamos a raíz de mi libro «La Escuela Andina del Porvenir» . Le hablé de la Escuela experimental y me escucho con mucha atención. Luego me dijo con verdadera emoción: ¡Ahora vamos a hacer una señora escuela experimental en Puno!. Desde aquel día quede conectado con el maestro Encinas, lo visitaba a diario. Bajo su dirección hicimos un nuevo plan de experimentación mejorando el proyecto que presente y que había elaborada con el apoyo de Astete Maraví. Nos proponíamos ensayar un sistema de organización escolar basado en los resultados de la aplicación de pruebas de diagnóstico de madurez integral de los niños y no en los consabidos exámenes de conocimientos repetitivos. Durante su estadía en Cuba, el maestro Encinas había trabajado en el Liceo Aguayo en el departamento psicopedagógico, de modo que conocía bien el tema.
Con su apoyo, el Senado como lo había hecho la Cámara de Diputados, aprobó en el Presupuesto de la República la creación del Instituto Experimental de Educación de Puno. El maestro Encinas se encargó de hacer aprobar el Plan, luego gestiono el presupuesto y el nombramiento del personal, todo lo cual demandó una preocupación de seis meses, hasta Junio de 1947.
En todo ese tiempo pasamos los días útiles acompañándolo. Unas veces en el Colegio Dalton, otras veces en el Ministerio de Educación y hasta recorriendo las calles de Lima, a pie o en automóvil, no cesaba de hablarme sobre lo que debía ser una escuela experimental. Entonces pudimos comprender el amor entrañable que el Maestro encinas tenía por el niño, su profunda sabiduría sobre la educación, su interés por la conquista de los derechos del maestro, en fin, sus ecuménicos conceptos pedagógicos y educativos como problema esencial para alcanzar un verdadero cambio cultural y social.
Nos sentimos completamente identificados con él y un cambio radical se produjo en nuestro espíritu de maestro bajo su influencia. Hasta entonces nuestros estudios sobre las ciencias pedagógicas solamente tenían carácter de ilustración que utilizábamos para dictar conferencias y cursos, pero no existía relación directa entre nuestras ideas y nuestra labor práctica; con su influencia comprendimos cabalmente que el maestro debe ser un permanente investigador en el aula y en la escuela para mejorar constantemente no la «enseñanza» sino el aprendizaje y el desarrollo del niño. El Instituto sería un verdadero laboratorio para ensayar científicamente las mejores ideas al servicio de la infancia.
Con esta nueva personalidad, cargada de emociones y conceptos nuevos, volcados en el nuevo plan pedagógico del Instituto formulado con el maestro encinas, volvimos en los primeros días del mes de junio del año 1947. Nunca sentimos tan intensa alegría de llevar a nuestro pueblo, a sus niños, un presente como la creación de un plantel que los educara mejor”
La institución 70001 de Huajsapata como reconocimiento a su labor educadora debe llevar el nombre de este insigne maestro, sé que así será.
Publicado el 2011 en la revista virtual Aula Intercultural
martes, 16 de febrero de 2021
JOSÉ PORTUGAL CATACORA: ¿EL MODELO EDUCATIVO BAJARA DE LOS ANDES? Por: José Luis Saravia
José Portugal Catacora, dicen sus biógrafos que era de familia aymara del pueblo de Acora, Puno. Fue un maestro que egresó con las primeras promociones de la Escuela Normal de Puno, que desarrolló junto con sus compañeros maestros una notable actividad cultural, educativa e institucional para Puno. Supo interpretar las demandas por la educación de las movilizaciones campesinas, para que se crearan escuelas en el campo. Pensó con sus compañeros maestros que la educación era el principal instrumento de reivindicación del indio. La historia nos dice que ese proceso fue rico en experiencias bajo la influencia de la Escuela Nueva promovida por otro maestro puneño, José Antonio Encinas.