José Antonio Encinas (1930) |
Si el maestro Encinas hubiera llegado a ocupar la cartera de Educación, poco tendríamos que hacer hoy para reformar la educación. Y si hubiera llegado a la presidencia como alguna vez se le insinuó, Encinas hubiera sido para el Perú lo que Sarmiento para Argentina, pero con el espíritu de este siglo y entonces la revolución peruana se habría realizado por los años treinta. (José Portugal Catacora)
Visto desde un punto
de vista panorámico, el pensamiento pedagógico del maestro Encinas se
caracteriza por la concepción del problema educativo como un problema integral que
incluye todos los aspectos de la vida humana.
Critica con
fundamentos contundentes los parciales y errados conceptos políticos sobre la
orientación del proceso educativo. Exige una política educacional pero reprueba
la intromisión de los políticos en los asuntos educativos.
Exige superar la
mezquina dotación económica que se destinaba en los presupuestos de educación y
plantea la necesidad de revertir la prioridad de las inversiones. En el Perú,
decía, se gasta en mantener la burocracia administrativa del Ministerio de
Educación, en el pago de los estipendios magisteriales y en tercer orden se
gasta en el nido; por eso los planteles no tienen locales, muebles ni libros en
que estudiar. Hay que invertir el presupuesto educacional, primero en las
necesidades del niño, luego del maestro y en tercer orden, en los funcionarios.
Planteó desde hace
más de 50 años que el problema educativo no es exclusivamente un problema
escolar. El requiére de la participación conjunta y coordinada de padres,
maestros y funcionarios. Este planteamiento en el fondo y solo dicho de este
modo es el mismo que sirve de fundamento a la nuclearización actual y a la
desescolarización.
Aislando
estrictamente su pensamiento pedagógico dio énfasis a la necesidad de conocer y
comprender al niño así como a la de exigir al maestro la responsabilidad esencial
de adquirir habilidad para realizar ese conocimiento y esa comprensión para
educarlo con real eficacia.
Su actitud
paradigmática
Hay una
característica muy personal pero extraordinaria en Encinas y es su actitud
ejemplar de hombre y de maestro. Encinas era capaz de ser y hacer lo que hacía,
no se limitaba a predicar. Podemos afirmar que su pensamiento fluía de la
esencia de su ser, como un reflejo de su personalidad.
Tranquilo, sereno,
severo, austero, generoso, su personalidad se movía como nimbado de un halo de
dignidad que agigantaba su ser físico. No gustaba de las dádivas ni de los
halagos de la adulación.
Su ternura por el
niño rayaba en el sacrificio. Lo vimos distribuyendo calzados a niños indígenas
y sostener becas de estudiantes, sin contar con los medios necesarios. Pero, no
solo la ternura, sino sobre todo su extraordinaria capacidad para comprender
al niño. Dudamos que en el Perú haya otro igual capaz de entrar con la
facilidad y la claridad con que lo hacia el maestro Encinas en el mundo
maravilloso del niño. De esta su capacidad se desprendía su idea de comprender
al niño como el primer problema para educarlo con eficacia.
Y al propio tiempo
era intolerante con todo lo que representaba simulación, impostura, mentira,
injusticia, soborno o sometimiento. Encinas jamás declinó su actitud ni se apartó de sus ideas. En su vida no existe ni
asomo de síntoma de algo contradictorio entre su personalidad y su pensamiento
Era, pues, el caso extraordinario en que el nombre, en que su obra y su
pensamiento se funde en una sola contextura personal, comparable con las rocas
de las montadas que sirvieron de cuna a su nacimiento.
Encinas y la posteridad
Alguna vez dijimos
que cuando los educadores peruanos estudiemos y comprendamos plenamente el
pensamiento y la obra del maestro Encinas, no será más necesario imaginar
diseños abstractos ni importar sistemas pedagógicos foráneos.
Hoy, al revisar sus
libros llenos de sabiduría pedagógica de hondos alcances, lo repetimos con el
orgullo de considerarnos, aunque muy a la distancia, su discípulo y más en el
sentido de que todos los maestros peruanos tienen el deber de serlo ya que con
justeza se le llamó en vida "maestro de las maestros peruanos".
Si su obra como
técnica de trabajo educativo no se ha podido continuar, ni repetir; su
pensamiento como ideología política todavía pertenece al futuro desde muchos
puntos de vista.
La integralidad
educacional tanto desde el punto de vista evolutivo del ser como de los
aspectos que entraña su estructura personal, corno individuo y como miembro de
la comunidad, todavía está en el plan de teoría.
La educación a base
del respeto a la autonomía del ser, del cultivo de la capacidad creadora, de su
socialización para la participación dinámica en el desarrollo de su comunidad
y la capacitación para el trabajo productivo base del desarrollo económico,
están por realizar los maestros del Perú.
Y ciertas cuestiones
específicas como la interpretación de la conducta, el sentido nuevo de la
didáctica, el procedimiento evaluativo o la utilización del cogobierno en el
manejo de las instituciones educativas no están siendo claramente
interpretadas, mucho menos utilizadas como corres donde a los principios que lo
sustentan.
Estas informaciones
nos permiten pensar que la obra de Encinas todavía pertenece a la posteridad y
por lo tanto es deber y responsabilidad de educadores y conductores de la
política de la educación, revisar a conciencia la pedagogía y las experiencias
del maestro Encinas.
El colofón a
la obra de Encinas
Miguel Ángel
Buonarote el genial artista italiano dejó muchas de sus obras inconclusas; no
por eso aquellas obras dejan de ser
obras maestras del arte universal.
Por una rara
coincidencia, la mayor parte de las obras experimentales de Encinas fueron
truncadas por diversas razones.
Su primera
experiencia, la de la Escuela Nueva en Puno, no fue plenamente realizada,
porque el clero, personificado en monseñor Ampuero, prácticamente lo hostilizó
hasta obligarlo a salir de Puno. Pero si, en cuatro años de estadía tuvo tal
fuerza de influencia sobre la generación de sus discípulos, haya que pensar,
como habrían sido los alcances de su labor si permanece más tiempo.
En Barcelona, junto
con otro puneño, el médico Juan Felipe Arce, fundó el Pedagogium, pero al
efectuarse la caída de Leguía su expatriador, sintió los llamados de la patria
y después de dos escasos años de experiencia y de investigación tuvo que volver
al Perú en 1930.
Al llegar al Perú fue
elegido en 1931 Rector por votación unánime del cuerpo académico y del alumnado
de la Universidad de San Marcos. Y antes de completar dos años fue cerrada la
universidad por el General Sánchez Cerro Y las reformas emprendidas quedaron
desgajadas.
Fuera de la
universidad fundó con su propio peculio y el
de sus hermanos Enrique, Moisés, Victoria, Guillermina y Aurora, el Colegio
Dalton, en Lima, para ensayar en el Perú este nuevo sistema. Antes del año de
fundada la institución, fue invitado por el gobierno panameño para dictar unas
conferencias al magisterio de aquel país. A su retorno fueron cerradas las
puertas del país por Sánchez Cerro, el mismo gobierno que había clausurado la
Universidad de San Marcos. Y tuvo que abandonar el Colegio Dalton en manos de
sus hermanos, teniendo que peregrinar por los países de América exilado por
segunda vez.
Fijó su residencia
contratado por el Liceo Aguayo en Cuba en 1939, para dirigir el departamento de
investigaciones psicopedagógicas, Allí pudo realizar una labor más precisa
hasta 1944 en que, nuevamente, liberado el país del gobierno opresor de Sánchez
Cerro que fuera asesinado sintió ansias incontenibles de volver al terruño y
volvió al Perú, pero no habiendo terminado plenamente su labor en Cuba.
Una vez retirado a
sus cuarteles de invierno de la vida, terminó sus obras Historia del Colegio
San Carlos de Puno, El proceso de la Educación Secundaria, La Reforma
Universitaria, Historia del Niño y Totemismo Indígena; pero la muerte le
cercenó la vida y no permitió que los llegara publicar.
Su vida profesional
nunca sufrió el dolor de la frustración, pues no obstante de haber realizado
tan fecunda labor conceptual y práctica, murió sin merecer del Estado ninguna
pensión. Y es que en el fondo los Gobiernos oligárquicos, no lo dejaron ocupar
siquiera un modesto cargo directivo en el Ministerio de Educación.
Si el maestro Encinas hubiera llegado a
ocupar la cartera de Educación, poco tendríamos que hacer hoy para reformar la educación. Y si hubiera llegado a
la presidencia como alguna vez se le insinuó, Encinas hubiera sido para el Perú
lo que Sarmiento para Argentina, pero con el espíritu de este siglo y entonces
la revolución peruana se habría realizado por los años treinta.
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