jueves, 20 de octubre de 2016

Malika o la fundación de Puno

"Malica" 1944 / Grabado de Franciso Montoya Riquelme
Una antigua leyenda cuenta que el descubrimiento de las fabulosas minas de Layqaqota (Lago embrujado) en Puno, fue producto del amor entre el español José Salcedo y una mujer indígena, quien le reveló el lugar donde se encontraban los socabones de rica plata.

Esta leyenda, recogida en las "Tradiciones Peruanas" (1872) de Ricardo Palma y en la "Historia de la Fundación de Puno" (1924) de José Antonio Encinas, fue recuperada por José Portugal Catacora en 1944 en su folleto "Malica" y convertida luego en obra de teatro para títeres y teatro infantil. En 1955 la Escuela de Educación Experimental de Puno publicó la obra teatral, "La Malika o la Fundación de Puno", la misma que fue escenificada en escuelas de Puno y difundida como radioteatro. 

Gracias a la Casa de la Literatura, en junio de este año 2016, "Malica" o "Malika", diminutivo de María, recobró vida una vez más, en una audición especial de la versión de radioteatro difundió a nivel nacional radio Agricultura alrededor de fines de los años cincuenta.
La Malika - Teatro (1955)

Más allá de la historia de los amores entre Malika y José Salcedo y del descubrimiento de las minas de Laycacota, Portugal Catacora, apelando a la licencia literaria, recrea la leyenda presentando una esperanzadora versión en la cual se abre la posibilidad de superar la dominación española sobre el pueblo indígena mediante un nuevo encuentro entre los pueblos y culturas, propiciado por Salcedo, un español andaluz, identificado con el mundo indígena.   

Aquí extractos de la obra de teatro:

Malika o la Fundación Española de Puno

SEGUNDO ACTO: José Salcedo y Malika

MALIKA: Buenos días nos dé nuestro padre sol, don José.

SALCEDO: Buenos nos dé Dios, doña Maliquita. De donde venís mi princesa?.

MALIKA: Vengo del cerro, Fui a recoger sancayos y ayrampus para ofrecertelos.

SALCEDO; Oh gracias mi princesa, gracias.

MALIKA: Más bien gracias a tí.

SALCEDO: ¿Por qué a mí?

MALIKA: Porque , cuando tu me dices princesa, deveras me siento la ñusta de los hijos del sol.

SALCEDO: Acaso no lo sois...

MALIKA:  Pero eso pertenece al pasado; como todo lo de mi raza vencida por los tuyos.

SALCEDO: No hableis así, Maliquita. Ha de llegar el día en que todos seamos iguales, en que no hayan vencidos ni vencedores. Nuestros hijos serán los que realicen esta obra maravillosa de crear un hombre peruano y los amores sublimes como el nuestro serán los que lo inspiren.

MALIKA: Oh, mi don José. Como hablas cosas tan bellas, cuan diferente a los demás eres (con ternura). Mientras los otros las toman a mis hermanas del campo por la fuerza. Tú solo sabes llegar al corazón con la suavidad de las brisas del lago que cada mañana nos besan.
......

MALIKA: Calla, mi  bien! En el fondo de mi alma, también hace tiempo que se libra una batalla entre si te entrego un secreto o no. Pero ahora que me entregas tus ideales; ahora que me hablas con el cerebro y el corazón, creo comprenderte, y siento necesidad de sacrificar mi vida con todas las fuerzas de mi alma de mujer, para que colmes tus ideales al amparo de nuestro gran amor.

SALCEDO: Cuán buena sois Maliquita. Como os admiro. ¿Y qué secreto es ese? ....(con ansiedad).

MALIKA: Pues, escucha: mañana por la mañana saldré a pastar mis llamas hacia el cerro Cancharani. Búscamne al medio día. Me encontrarás a la orilla de una laguna. En el fondo de esa laguna, que los míos dicen que esta embrujada se encuentra la entrada de una mina de plata. Es una mina que fue anegada para que no caiga en las manos insaciables de los tuyos. Pero, ahora que sé que tienes por ideal redimir a los míos, te entrego el secreto de la existencia de este tesoro.
...

TERCER ACTO: El hecho ocurre en el asiento minero de Laikakota, en casa de don José Salcedo que es una de las principales casas de la nueva ciudad de San Luis de Alva o Laikakota.

MALIKA: Y ahora mi don José, te sientes orgulloso. Eres el minero más acaudalado de estas tierra. Tu fama ha llegado hasta las Cortes de más allá de los mares. Y los reyes saben de tu opulencia y riqueza.

SALCEDO: Aún no, mujer. No me siento dichoso. No basta la plata para realizar un gran ideal. Os he prometido redimir a los vuestros a cambio de la felicidad y la fortuna que vos me habeis dado. Y ya veis ¡nada he hecho todavía!.

MALIKA: Pero acaso yo te exijo algo más de lo que tú me das?. Eres bueno conmigo y eres generoso y paternal con los míos. Eso basta.

SALCEDO: Es vuestra inmensa bondad la que os hace disimular. Hay cuántas cosas por hacer. Y estos innobles viscainos que se han declarado mis enemigos gratuitos son un estorbo para iniciar un movimiento de rehabilitación de vuestra raza. Cómo quitármelos de encima? Por desgracia, con ellos hemos empezado a trabajar estas minas y no podemos arrojarlos.

CUARTO ACTO. El hecho ocurre en uno de los salones del Palacio de Pizarro en Lima.
El Virrey Pedro Antonio de Castro y Andrade, Décimo Conde de Lemos, su esposa y Gaspar Salcedo.

GASPAR SALCEDO: Quiso el destino que mi señor hermano, tomara por compañera a una mujer nativa que le mostró una mina de plata, la mina que venimos explotando hace algunos años con gran suerte, porque es muy productiva. Pero las riquezas nos han echado encima toda suerte de malquerencias y envidias, Consecuencias son las revueltas tramadas de las que nos han hecho víctimas los viscainos y las acusaciones viles con que tratan de perder a mi señor hermano.
...
GASPAR SALCEDO: Ahora excelentisimo señor Virrey, imploro vuestra benevolencia para que haga justicia, después de constatar la verdad de cuanto ocurre allí. Acaso fuera posible que vos mismo fuerais a descubrir la verdad con vuestros propios ojos.

DOÑA ANA: Decís bien, buen hombre. El señor Virrey en persona irá a hacer justicia en Laykakota.
...
(El Virrey y su esposa solos)
VIRREY: ¿Y que haremos con los Salcedo?.

DOÑA ANA: Muy sencillo. Enjuiciarlo, pues sobran testigos para prorbar lo que de ellos se dice.
VIRREY: Eso es. Haremos que se les siga un proceso sumario. Después los ajusticiaremos y las riquezas las tomaremos para la Corona y para la Santa Iglesia.

QUINTO ACTO: El hecho ocurre en San Luis de Alva, en casa de José Salcedo.

MALICA: Dios de los cristianos, ¿Que hemos hecho para que nos castigues tanto? Desde que llegaron el Virrey y sus 300 secuaces, ya no sabemos dormir, ni lo que es vivir...A cambio del faustuóso recibimiento que les hemos hecho, sobre caminos de plata, entre arcos de flores y las atenciones que les hemos prodigado, sólo males nos devuelven, La codicia de apoderarse de la plata los ciega. Si sólo quisieran la fortuna, gustosa les entregaría a mina y las riquezas, pero es que pretenden perder a mi amado José, desaparecerlo del mundo.  Ah malvados no lo conseguirán. He tomado mis providencias. Si yo entregue estas riquezas a mi amado, no consentiré que pasen a manos de unos villanos.
...
(El Virrey y unos pajes)
PAJE: Si mi señor, no queda ni una mina en seco. Todas han sido inundadas. Y uno de nosotros, pretendiendo entrar en una bocamina se acaba de ahogar.

SECRETARIO: No puede ser. Si no hay agua en estas alturas.

VIRREY: No os decía?. Esto es obra del diablo, aquí hay un embrujo dantesco. Los tesoros misteriosamente desaparecidos; las minas anegadas con agua que no existe. Estoy loco o debo enloquecer! (Se desespera).
VIRREY: ¡Qué serenidad ni que calma!. Me han hecho cometer una injusticia, Este pueblo (San Luis de Alva) esta embrujado. Que lo demuelan, que lo demuelan y que siembren sal sobre sus escombros para que no brote ni una planta en esta tierra.

UNA VOZ MISTERIOSA: Por los siglos de los siglos buscarán los tesoros de Salcedo y nadie podrá hallarlos. El alma de Malica se encargará de guardarlos hasta que surja en estas tierra un hombre generoso y noble como José Salcedo.

EPILOGO: En el atrio de la actual plaza de armas de Puno...se realiza el acto de la fundación de Puno.

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