Foto: Milton Rodriguez |
El padre en la faena, la madre de mittani (1) su hermano mayor pastando la novillada y él, solo estaba l pié del rebaño de ovejas. Siete años de calcinante sol había paquidermizado su piel infantil, y ya se sentía todo un hombre, aunque su estatura apenas alcanzase a la más grande de sus ovejas. Desafiaba a las tormentas veraniegas, como a los fríos invernales, con el estoicismo propio de sus progenitores. Y siempre junto al rebaño, desde las horas matinales hasta las vespertinas, todos los años desde enero hasta diciembre. Sentía el más acendrado cariño por las ovejas, aunque fuesen del patrón. El las había visto nacer y con él estaban creciendo, como crecen en las lomas las bellotas de los cactus. Pero entre todas, la preferida era su Chita Panchita, la ovejita que le obsequiara su padrino del rutuchicuy (2), el mismo día que le quitaron las thanas (3) de su cabecita sucia, sucia de siglos de dolor, sufridos por su raza.
Esa ovejita, que semejaba una blanca nubecilla caída desde los cielos
serraniegos, era la más grande esperanza de su diminuta existencia, porque su
padrino le había dicho: Dentro de diez años tendrás más de cien ovejas y otros
tantos soles de capital, por la lana vendida.
Cuando la nieve o el granizo caían nada le
importaba despojarse de su haraposo ponchito para proteger a su predilecta
ovejita. Y en las noches crudas dormía con ella.En aquel mediodía de la Punta Perdida, el sol
parpadeaba rutilando como un inmenso diamante en-gastado en la límpida gema del
infinito. A lo lejos, los picachos encapuchados de blanco semejaban
efectivamente la encarnación de sus antepasados, cual si en esas hieráticas
posturas musitasen credos salvadores de sus descendientes. En las lomas
tapizadas de pasto verde, puku-pukus (4)
de argentados trinos, entonaban suaves canciones de notas tristemente
solitarias. Y la fragancia arrobadora de misikus,
salvias, sankayus y salivitas de la virgen (5), envolvían dulcemente
aquella grandiosa tranquilidad andina.
En ese mediodía severamente solitario,
el majjttiitu
(6) sintió una inusitada laxitud y se durmió. El zorro le había hipnotizado
con su cola. Cuando despertó, la manada había desaparecido, huyendo a cobijarse
entre las paredes de su dormidero, hasta la cabaña, y sólo encontró los restos
de dos ovejas devoradas por el zorro.
II
Algunos días más tarde llegó el mayordomo a
la cabaña, portando la marca del patrón. Las ovejas perecidas entre las fauces
del zorro debían ser repuestas, y entre otras, la Chita Panchita fue marcada
para la hacienda. Ni las lágrimas, ni los lamentos del majjtiitu conmovieron al
mayordomo, que cumplió la consigna del patrón, escogiendo las mejores ovejas
para reponer las de la hacienda. Y para colmo del despojo, la manada pasó a
poder de otro pastor.
En la noche del mismo día el majjttitu desapareció de su chujlla (7), y al rayar el alba del
siguiente se constató que la Chita Panchita había sido robada. Sus padres le buscaron
infructuosamente; mas pronto lo olvidaron, como se olvidan de todo, hasta de
sus existencias de seres racionales. Pero el patrón no podía olvidarse del robo
de la oveja.
Todos los rodeantes, como los colonos,
recibieron la orden de dar caza al pequeño "ladrón'' y una semana después,
encontraron los restos de la ovejita y su amo de los siete años, tostados en la
caverna de un cerro, devorados por el puma.
(1) MITTANÍ, servicio obligatorio que hacen las
mujeres ante los patronos
(2) RUTUCHIKUY, ceremonial que se realiza
entre los indios cuando el primer corte de pelo de las criaturas.
(3) THANAS, cabellos apelmazados, frecuente
éntre los niños por falta de higiene.
(4) PUKU PUKOS, aves de las punas, semejantes
a las perdices.
(5) SALIVITAS DE LA VIRGEN y las anteriores
citadas, plantas de las serranías, que se caracterizan por sus vistosas flores
o por sus deliciosos aromas.
(6) MAJJTTITU, equivale a niñito, en keswa.
(7) CHUJLLA, vivienda indígena.Cuento de "Niños del Kollao" 1937, de José Portugal Catacora.
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