Encinas en la célebre Escuela 881 de Puno
Foto tomada de http://laespadadeldiablo.blogspot.com/
En Enero de 1947 José Antonio Encinas, por entonces Senador de la República, elegido tras volver al Perú luego de 15 años de destierro, recibió la visita de un joven profesor paisano suyo, José Portugal Catacora, quien venía a solicitar su apoyo y consejo para la creación de una escuela en Puno donde se pudiera ensayar científicamente la manera de mejorar la educación de los niños del altiplano. A continuación este encuentro y sus consecuencias tomado de la autobiografía de Portugal Catacora:
"El maestro Encinas me recibió en la sala de la Dirección del Colegio Dalton, que había fundado en Lima con sus hermanas. Ya me conocía por las cartas que intercambiamos a raíz de mi libro "La Escuela Andina del Porvenir" . Le hablé de la Escuela experimental y me escucho con mucha atención. Luego me dijo con verdadera emoción: ¡Ahora vamos a hacer una señora escuela experimental en Puno!.
Desde aquel día quede conectado con el maestro Encinas, lo visitaba a diario. Bajo su dirección hicimos un nuevo plan de experimentación mejorando el proyecto que presente y que había elaborada con el apoyo de Astete Maraví. Nos proponíamos ensayar un sistema de organización escolar basado en los resultados de la aplicación de pruebas de diagnóstico de madurez integral de los niños y no en los consabidos exámenes de conocimientos repetitivos. Durante su estadía en Cuba, el maestro Encinas había trabajado en el Liceo Aguayo en el departamento psicopedagógico, de modo que conocía bien el tema.
IEP 70001 Fundada como Instituto Experimental de Educación de Puno en 1947
Foto: V. Portugal
Con su apoyo, el Senado como lo había hecho la Cámara de Diputados, aprobó en el Presupuesto de la República la creación del Instituto Experimental de Educación de Puno. El maestro Encinas se encargó de hacer aprobar el Plan, luego gestiono el presupuesto y el nombramiento del personal, todo lo cual demandó una preocupación de seis meses, hasta Junio de 1947.
En todo ese tiempo pasamos los días útiles acompañandolo. Unas veces en el Colegio Dalton, otras veces en el Ministerio de Educación y hasta recorriendo las calles de Lima, a pie o en automóvil, no cesaba de hablarme sobre lo que debía ser una escuela experimental. Entonces pudimos comprender el amor entrañable que el Maestro encinas tenía por el niño, su profunda sabiduría sobre la educación, su interés por la conquista de los derechos del maestro, en fin, sus ecuménicos conceptos pedagógicos y educativos como problema esencial para alcanzar un verdadero cambio cultural y social.
Nos sentimos completamente identificados con él y un cambio radical se produjo en nuestro espíritu de maestro bajo su influencia. Hasta entonces nuestros estudios sobre las ciencias pedagógicas solamente tenían carácter de ilustración que utilizábamos para dictar conferencias y cursos, pero no existía relación directa entre nuestras ideas y nuestra labor práctica; con su influencia comprendimos cabalmente que el maestro debe ser un permanente investigador en el aula y en la escuela para mejorar constantemente no la "enseñanza" sino el aprendizaje y el desarrollo del niño. El Instituto sería un verdadero laboratorio para ensayar cientificamente las mejores ideas al servicio de la infancia.
Con esta nueva personalidad, cargada de emociones y conceptos nuevos, volcados en el nuevo plan pedagógico del Instituto formulado con el maestro encinas, volvimos en los primeros días del mes de junio del año 1947. Nunca sentimos tan intensa alegría de llevar a nuestro pueblo, a su niños, un presente como la creación de un plantel que los educara mejor.
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