domingo, 11 de agosto de 2013

Ayarachi

Foto de Los Andes
 
(Del libro "Danzas y bailes del altiplano" (1981) de José Portugal Catacora, extraemos algunos párrafos referidos al Ayarachi).

La palabra Ayarachi deriva de alguna de las dos raíces quechuas siguientes: con la raíz ayar se vincularía con los legendarios fundadores del Imperio de los Incas que fueron cuatro Ayar; y, con la raíz aya, que se vincula con la muerte, como Ayacucho o rincón de los muertos, ayahuri o viento de  muerte y ayapata encima del muerto o de la muerte. Nos inclinamos por esta última derivación,  aunque Mario Franco Inojosa explica que significa "Alma que llora".
 
El Origen
 
El origen de la danza Ayarachi, se ubica en el periodo transicional y violento de la conquista española. Cuando las huestes faunescas de Pizarro invadieron el Cusco y se apoderaron  de la capital incaica, cuéntase que algunas familias de la realeza Inca, cortesanos de la estirpe de los hijos del sol, abandonaron la capital del Imperio, huyeron hacia lejanas regiones donde lo inhóspito de la naturaleza no permitiese llegar a los españoles en su persecución.
 
Unos se internaron hacia la selva como Sairi Tupac. Otros se fueron a las montañas donde la altura y el frío fueran sus naturales protectores. Un grupo de estos últimos se subieron hacia las altas cordilleras de Paratía, donde la lluvia se asienta por temporadas y la nieva cubre sus encrespadas cumbres.
 
Allí vivieron ignorados por los españoles e ignorantes de cuanto ocurría por la acción devastadora de éstos; pero angustiados por la nostalgia de la vida aristocrática que llevaban en el  Cusco.
 
Esta actitud espiritual ocasionada por la caída del Imperio, que se debatía como un gran organismo sin cabeza, después de la muerte del Inca, dio origen a una lúgubre acción ritual que se convirtió en danza, el Ayarachi.
 
Se ejecuta exclusivamente por los pueblos cordilleranos quechuas de las montañas de Paratía en la provincia de Lampa. Por el origen quechua de sus creadores y de sus actuales cultores, se supone que en los tiempos durante el coloniaje y hasta el siglo pasado, solo se practicaba en las comunidades cordilleranas.
 
La Danza y el Atuendo

Los danzantes y los músicos son la misma persona, cada danzante toca dos instrumentos: las zampoñas y el tambor. Consecuentemente su estructura coreográfica se limita a un cuerpo único que toca y danza.
 
Pero van acompañados de algunas personas no ya totalmente disfrazados, hombres y mujeres con atuendos de fiesta que llevan bebidas y algunas viandas frías.
 
Su atuendo corresponde a la manera como seguramente vestían las gentes de las cortes del Cusco en tiempo de Incario. Los hombres llevaban pantalones largos apretados hasta la rodilla y hacían abajo tienen una abertura en la parte de atrás al final El saco es tela gruesa  sencilla, pero tanto esa prenda como los pantalones llevan adornos distribuidos en los borde y el resto de las prendas. Dichos adornos, especialmente los de los bordes, son monedas antiguas y en general cintas de múltiples colores.
 
Sobre su cabeza, la prenda más espectacular es una especie de casco, lleno de paja, forrado en tela de color, adornado con una profusa cantidad de plumas de gran tamaño que toma la forma de un halo de diversos colores. Las plumas son de avestruz y de algunas aves selváticas. Completa el atuendo una cinta larga de la faja, tejida de lana, de la cual prende una gran cantidad de flecos a manera de zarcillos, los que cubren el pecho y la espalda. Llevan una gran sampoña y un bombo pequeño que forman también parte del atuendo.
 
Las mujeres visten con numerosas polleras de bayeta negra con dos o tres listones de satén de colores, verde, rojo o amarillo, al final. Los jubones de las mujeres están igualmente adornados con cintas de colores, formando caprichosas figuras y una gran cantidad de monedas de plata. Un sombrero de copa pequeña y achatada que casi es una montera plana, todo ella adornada de cintas y zarcillos de colores pendientes de los bordes que cubren la cara de las mujeres.

La Melodía

La esencia de la melodía del Ayarachi es una rara combinación, en cuyo trasfondo se armoniza la belleza melódica, lo epopeyico y lo lúgubre y triste suscitando en quien escucha esta melodía, lo bélico, lo místico y lo sentimental.
 
Por esta complejidad de su contenido emocional, la melodía del Ayarachi es extraordinariamente interesante, pues muy pocas melodías tienen tan compleja y honda significación.
 
El ritmo es lento y cadencioso, diríase parsimonioso, un cuatro por cuatro lento.
 
La sucesión de sus nota no invita a la danza, concita más bien el movimiento lento, diríase al caminar majestuoso. Por esas característica, al son de esta melodía no se baila, se camina en una marcialidad lenta y en ritmo disciplinado, con apostura aristocrática, cortesana y viril, con pisadas segura y fuertes.
 
El Ayarachi es una danza histórica de conjunto espectacular, por el atuendo y los instrumentos que lleva cada danzante.


También puede escuchar la versión orquestada del Centro Musical
Theodoro Valcárcel: Ayarachi

Nota:

El cronista Bernabé Cobo señala la existencia de un instrumento "compuesto por siete flautillas, poco más o menos, puestas como cañones de órganos, juntas y desiguales, que la mayor será larga un palmo y las demás van decreciendo por su orden: llaman a este instrumento ayarichic". Asimismo que en una fiesta en la que extraían a las momias de los incas "hacían un baile particular...y los que entraban en él venían vestidos de camisetas coloradas largas hasta los pies y una diademas de plumas en la cabezas, tañendo cañutos pequeños y grandes puestos a modo de cañones de órgano".
 El Ayarachi, además de Paratía (Lampa) se ha difundido en otros lugares de Puno, como en las islas de Taquile y Amantani y Sandia. También en Chumbivilcas (Cusco) se encuentra la danza. En el 2004, el Ayarachi ha sido reconocido "Patrimonio Cultural de la Nación" mediante la Resolución Direcrtoral N° 1064 INC.  

Puede consultarse:
"Presencia de Puno en la Cultura Popular". Enrique Cuentas Ormachea. Editorial Nueva Facultad, Lima 1995.
"El Ayarachi" José Flores Ochoa. Folklore Revista N°1. Cusco 1966.
"El Ayarachi" Javier Salas Avila.

También en: "El Zorro de arriba y zorro de abajo". José María Arguedas. Edición Crítica. 1996.  Página 216 y ss.
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario