domingo, 29 de abril de 2012

Las Alasitas


En algunos pueblos de nuestro país, existe una cos­tumbre muy original que se llama "alasitas" y que en ayma­ra quiere decir: cómprame. Las "alasitas- son ferias pequeñas que tienen lugar en cualquier época del año, pero comúnmente en el mes de mayo.

Las "alasitas" son muy esperadas por los niños y preparadas con anticipación por los mayores. Los industriales elaboran cosas en miniatura, como aparatos, instrumentos y utensilios diversos. Los artesanos trabajan vestidos, sombreros, calzados, muebles pequeñitos. Los comerciantes envasan el azúcar, el arroz, la harina y otros productos en taleguitas. I los hacendados hacen construir caseríos de fincas que tienen instalados cercados, con ganado de diferentes especies de la región, hechos de arcilla, por alfareros.
Las "alasitas- tienen lugar en la cima o al pie
del calvario cercano a las ciudades. Ese día los feriantes acomodan todo lo que van a vender en lugares escogidos, desde la mañana.

Por la tarde, después de la hora de almuerzo. La gente de la ciudad se dirige hacia el lugar de la feria. Grandes y chicos se agolpan sobre los asientos de venta, unos compran y otros, nada más que por mirar.

En los alrededores se levantan toldos donde se sir­ven viandas y bebidas que los paseantes consumen.

Hasta hace algunos años se compraba y se vendía con botones. En algunos lugares fabricaban monedas de plo­mo en láminas muy delgadas. Pero en los últimos tiempos se viene utilizando dinero.

Un muñeco que llama mucho la atención en las "alasitas- es el "Equeco" que representa a un hombre viejo y enano; que lleva sobre sus hombros una infinidad de cosas diminutas.

Es creencia general de que el comprar un "Equecco” trae buena suerte.

Tomado de "Mi Tirallo". Puno, 1953.

El Qewñal - Alfonsina Barrionuevo

(A continuación presentamos un artículo publicado por la Doctora Alfonsina Barrionuevo sobre el origen de este valioso arbol de los andes. En el artículo, publicado en la revista Agronoticias, se hace referencia a una leyenda recogida por Portugal Catacora (Ver Lampa en su aniversario)

La qewña o quinual (Polylepis insana) no es simplemente un árbol nativo de las alturas. Para las gentes que viven entre los 3,500 y 4,500 metros sobre el nivel del mar,  es un ser humano que los protege —desde su prisión arbórea— de los vientos helados durante el día y del aliento frío de la altura en las noches, creando un microclima benigno.
Hasta el siglo pasado, la qewña formaba bosques en las montañas altoandinas del país.
Pero éstos vienen reduciéndose dramáticamente, por la  depredación irracional generada por el empobrecimiento constante del campo.
Hoy se encuentra en la peligrosa curva de extinción. Queda apenas un dos o tres por ciento en nuestros altiplanos. Su corteza y sus ramas de color café-rojizo, blindadas por láminas térmicas, servían a los hanpiq para curar enfermedades bronquiales y a los awaq como tintes para sus tejidos. Al abrir sus capullos, en racimos de flores blancas, irradia todavía en el paisaje su pureza.
Antes de que su existencia se diluya, porque la mayoría de peruanos no la conocen, quiero contarles la leyenda de su origen que me entregó José Portugal Catacora. Sea un motivo para recordar al gran maestro puneño.
En cada luna nueva, según decía, el corazón de Lampaya, el joven guerrero de los hanansayas, se descascara y sangra de tristeza en la qewña, árbol fuerte, cuyo tronco se crispa, como en un gesto de dolor y se enrojece. En vano sus brazos musculosos se retuercen en sus ramas, tendiéndose hacia el horizonte. Nunca encontrará a Kantuta, la dulce princesa de los hurinsayas, a quien amó sobre el odio de sus padres, kurakas de dos pueblos antagónicos, irreconciliables.
Su destino es inexorable. Lampaya muere y resucita en cada qewña que crece en la soledad de la puna. Así lo dispuso en su maldición Pilinku, el severo Apu tutelar de sus antepasados
“Tu alma vivirá por siempre convertida en árbol triste. Atada a sus raíces, como una sombra que llora por una eternidad. Es tu castigo por haber albergado en tu pecho un sentimiento prohibido hacia una mujer enemiga de tu pueblo.”
En las tibias orillas del lago, Kantuta esperó inútilmente a su amado. Quiso ir en su busca, pero fue detenida por los sacerdotes  de los hurinsayas. Ellos la sacrificaron para impedir que huyera con el único hombre a quien no podía amar,  porque entre ambos había un abismo de sangre y muerte que clamaba venganza.
Su padre dejó que hundieran un puñal en su pecho enamorado antes de permitir que se uniera a él. Cuando murió, de cada gota de sangre que cayó a la tierra, nació una flor: el qantu de pétalos fragantes, que fue declarado en la república Flor Nacional del Perú.
Ella jamás podrá acercarse a Lampaya. Pero un día —auguran los yatiris— los Apus perdonarán a los jóvenes amantes y Kantuta podrá al fin reclinar su sedosa corola en el tronco torturado de la qewña, uniéndose sus espíritus para siempre.

Las huestes imperiales de Mayta Qhapaq, el Sapán Inka del Cusco, descansaron en las alturas, a la sombra de un bosquecillo de qewñas, cuando regresaban de conquistar a los kuntis.
Al pie de ellos, en la ribera de un río de aguas blancas, levantó su tienda el anciano general Wayta, hombre de confianza del gran Inka, que era muy estimado por su mesura y su bondad.
El noble orejón soñó en la noche a Lampaya, a quien vio desprenderse del interior del árbol, acercándose envuelto en rayos de luna. Preso de suma melancolía. el guerrero le relató su triste destino, confiándole su pena y su desesperación. Finalmente, le adelantó que debía quedarse en el lugar porque los qollas pensaban levantarse en armas contra ellos.
“Tú eres el único hombre que puede contenerlos porque tu corazón es limpio y  alberga  la rectitud y la justicia”, le indicó antes de desaparecer.
Al día siguiente el general refirió a Mayta Qhapaq el extraño encuentro y, después de consultar con los adivinos, se quedó en el sitio, fundando el pueblo de Lampa, Puno, en honor del joven guerrero. Wayta estuvo allí mucho tiempo y gobernó con sabiduría, propiciando mayores relaciones con los malqos o señores de la comarca..
Las lampeñas son hermosas mujeres y en los carnavales las doncellas bailan en rondas que se parecen a la wiphala qechwa. Ellas son choznas de las ñust’as cusqueñas que acompañaron al ilustre general en su voluntario destierro.
La danza tiene varios movimientos y en uno evocan con sus parejas el frustrado romance de Lampaya y Kantuta, uniendo al final sus manos para significar que —a través de ellas— los infortunados amantes pueden culminar sus sueños.
En Lampa es típico el lamento lúgubre del ayarachi, bailarín de la muerte, cuyas zampoñas enlutadas rememoran en sus notas la caida del Tawantinsuyu. Se cuenta que entonces llegaron hasta Lampa en doloroso éxodo príncipes y nobles del Cusco internándose en la montañas de Paratía, Paraq Tianan, “donde se sienta la lluvia”. De allí salieron después de un siglo con su llanto convertido en música y en danza fúnebre.

Ver "Danzas y Bailes del Altiplano"
Otra versión sostiene que los ayarachis existen desde épocas más lejanas y que intervenían en los funerales como parte del ceremonial que  se efectuaba para despedir a los muertos. Sea lo fuere, impresionan por la tristeza y la majestad que se desprende de sus instrumentos, sus movimientos y sus trajes.
En el virreinato las riquezas de las minas de Pomasi y Lamparanqen atrajeron a los codiciosos mineros blancos que esperaban ganar en América títulos y fortuna. Los caballeros de la Orden de Santiago abrieron socavones en todos los cerros buscando las preciosas vetas que se dieron generosamente.
Lampa se tornó española y alcanzó un apogeo extraordinario. Fueron los siglos del azogue y la plata. Se levantaron casas señoriales de anchos patios y oratorios en sus plazas.
Su iglesia ostenta como una joya sus relucientes cúpulas. Los alfareros de Santiago de Pupuja las recubrieron con ladrillos vidriados que relumbran al sol. Los canteros se afanaron en tallar su fachada de espléndido sillar y levantaron una graciosa torre florentina que, por capricho de su alarife, se encuentra a unos metros.
Los devotos hablan a los cuatro vientos de un Señor de Maravilla, el Cristo del Santo Sepulcro esculpido en cuero de vaca, no se sabe por quién. La imagen, que es bellísima, deja notar las costuras que simulan magistralmente venas y arterias acordonadas por la tensión en la cruz.
La efigie de la patrona del pueblo, la Inmaculada Concepción, es española, probablemente de un taller de Sevilla.  Fue dueña de una fortuna en joyas y títulos de propiedades. Según figura en los archivos, retuvo la hacienda “Moquegachi”, regalo de un devoto, desde el siglo XVI hasta los primeros años de la república. 
En la parte posterior de la iglesia se encuentra la capilla que mandó construir el ingeniero Enrique Torres Belón para colocar una réplica de la famosa Pietá de Miguel Angel, y, en un foso, los esqueletos de los primeros mineros que rodean su tumba. 
Historias y atractivos de la tierra de Lampaya.
Revista "Agronoticias" Número 363, Marzo 2011

lunes, 23 de abril de 2012

Titicaca

(En 1953, José Portugal Catacora publicó "Mi Tirallo", un libro de lectura para niños. A diferencia de sus anteriores obras sobre y para niños ("Niños del Kollao" y "Puno Tierra de Leyenda"), se trata de un texto con mayor técnica didáctica, dirigido a apoyar el aprendizaje de la lectura de los niños y niñas, siempre con claras referencias a su realidad y a la identidad andina. El libro es seguramente uno de los primeros textos de lectura para niños producidos en la educación peruana ("Coquito" del profesor Evardo Zapata Santillana se publicó en 1955 en Lima) y tuvo singular éxito en Puno y el sur del Perú. Publicamos aquí algunos de los cuentos incluidos en "Mi Tirallo". El nombre se refiere a la bolita de cristal con que juegan los niños y que solian llamar así en esa época en el sur andino.)


Hace miles de años  Apu el dios de las cumbres, había prohibido a los hombres que escalaran los cerros, permitiéndoles vivir sólo en las quebradas y llanos. Pero un día se presentó entre los hombres Aucca, el espíritu del mal, y les obligó a desobedecer el mandato del dios Apu, ha­ciéndoles creer que si escalaban la cúspide de las cumbres llegarían a tener el mismo poder de los dioses.

Cuando los hombres intentaron escalar las '‘cumbres cercanas, Apu, encolerizado mandó un ejército de pumas, para que los devorasen. Entonces los hombres pidieron pro­tección al Aucca. Este los internó en las profundidades de la tierra y allí siguen viviendo convertidos en Anchan­chos o espíritus malignos.

lnti, el supremo dios de los Incas, al ver que los hombres le habían desobedecido, sintió gran pesar y eclipsó su luz al mismo tiempo que todos los seres celestiales se sumieron en amargo llanto. Las lágrimas cayeron en la tierra en forma de tormentas terribles, inundando las que­bradas y los llanos.

En aquel diluvio murieron casi todos los animales. Sólo una pareja de seres humanos, asidos de un haz de totoras y resignados a morir en el amor de dios, antes de escapar con los demás hombres, lograron flotar sobre las aguas.

Cuando Inti devolvió la luz a la tierra y cesó el llanto celestial, la pareja sobreviviente contempló que los pumas (titis) habían perecido también y flotaban a millares sobre las aguas, mostrando sus vientres grises (ccaccas).

Las aguas de aquel diluvio formaron el lago Titicaca.


Tomado de "Mi Tirallo". Libro de Lectura Graduada para Niños de Educación Primaria. Instituto Experimental de Educación de Puno. Puno,1953

Mi Cometa

Yo tengo una cometa muy bonita. Tiene la forma de un avión de muchos colores.
La hice cuando hubo concurso de cometas en la escuela.

Mi papá me ayudó a hacerla.
Un día sábado en la tarde trabajamos.

Cuando la terminamos, mi papá me dijo:
—Esta cometa tienes que cuidarla bien, porque cuesta mucho.

Entonces yo saqué la cuenta de lo que habíamos gastado en el material. El valor no pasaba de un sol. Lue­go le dije a papá que costaba muy poco.

—No, hijo mío - me explicó él - ¿Olvidas que nos­otros la hemos hecho? Yo en la oficina, gano al día por lo menos cincuenta soles; pero hay días que gano más. En hacer la cometa hemos tardado medio día. Calcula ahora cuánto cuesta.

Aquella explicación me hizo ver que las cosas no ve­len solamente por el material, sino también por el tiempo empleado, la clase de trabajo y la persona que lo hace.

Esta idea, que me demostraba que mi cometa valía mucho, me hizo pensar que ella sería la ganadora.

I así fue.

¡Cómo volaba! Se elevaba en -el cielo como una ma­riposa gigante. Mientras otras cometas se enredaban o se caían, mi cometa seguía volando. Así alcanzó la mayor altura.            I  resultó la cometa triunfadora en el concurso.

(Ver también Titicaca y Declaraciones de una llama)

Tomado de "Mi Tirallo" Libro de Lectura Graduada pra Niños de Educación Primaria. Instituto Experimental de Educación de Puno, 1953. José Portugal Catacora

Declaraciones de una Llama


Un periodista tuvo la ocurrencia de entrevistar a una Llama. I conversaron de la siguiente manera:

— ¿Podría decirme porqué es usted tan altiva?

—Pues vea, señor; cada una tiene derecho a ser co­mo quiere. Pero ya que usted se interesa en saberlo, le diré: Yo desciendo de las estrellas. Hubo una vez lluvia de estrellas en los Andes y cuando cayeron sobre las nie­ves, se quedaron convertidas en llamas, vicuñas y alpacas.

—Qué maravilla, señora Llama.  ¿Qué piensa usted de los hombres?

—Créame usted, señor periodista, que ahora sé muy poco de los hombres. Antes frecuentaba las cortes impe­riales del Cusco, de Quito y otras ciudades; trataba con los mejores reyes, reinas y princesas. Ahora vivo casi olvidada, en las cordilleras, porque me han usurpado los ca­ballos, los burros y las mulas que trajeron los españoles; pero estoy viendo que a ellos también los están despla­zando los carros y los aviones. Lo que son las cosas los tiempos…Por eso sólo puedo hablar con los hombres que viven en las cordilleras. Ellos quieren me­jorar su manera de vivir, pero la civilización no llega hasta esas alturas - terminó la Llama.

— Encantado de conocerla y de haberla escuchado, se­ñora Llama, - expresó el periodista y agregó:

— ¿No desea usted decir algo más para informar en mi periódico?

—Con todo gusto, señor periodista. Diga usted en su periódico a las gentes de las ciudades que nunca me lleven a los jardines zoológicos; yo prefiero mi libertad junto a los picachos, en las extensas pampas andinas. I luego, que los automóviles, las góndolas y los camiones no me miren con malos ojos, cuando bajo a las ciudades. No me interesa la ciudad. Pero, eso si que tampoco me crean menos que nadie para que se avergüencen de mi. Ya sa­be usted: ¡Yo desciendo de las estrellas!

Tomado de "Mi Tirallo" Libro de Lectura Graduada para Niños de educación Primaria. Instituto Experimental de Educación de Puno.1953. José Portugal Catacora

domingo, 22 de abril de 2012

Gamaliel Churata: Symposium en Lima



Los dias 25, 26 y 27 de Abril, a partir de las 6:30 de la tarde, se llevará a cabo en la Casa de la Literatura Peruana (Jirón Ancash 207, centro de Lima) el symposium "La obra de Gamaliel Churata y el Pez de Oro", con la participación de una docena de destacados investigadores y críticos. Una excelente oportunidad para conocer más sobre la obra de Arturo Peralta Miranda, un autor considerado por Ricardo Gonzáles Vigil al mismo nivel de Arguedas y Vallejo.

Para recordalo los invitamos a ver el texto inédito de José Portugal Catacora sobre el grupo Orkopata: GAMALIEL CHURATA



MADRE

Tu nombre viene lento como las músicas humildes
y de tus manos vuelan palomas blancas

Mi recuerdo te viste siempre de blanco
como un recreo de niños que los hombres miran desde aqui distante.

Un cielo muere en tus brazos y otro nace en tu ternura.

A tu lado el cariño se abre como una flor cuando pienso.

Entre tí y el horizonte
mi palabra esta primitiva como la lluvia o como los himnos

Porque ante ti callan las rosas y la canción.

Carlos Oquendo de Amat
 Puno, 1905- España, 1932

miércoles, 11 de abril de 2012

Julian Palacios Ríos: Precursor de la educación andina

(Recordamos con este artículo de Portugal Catacora al maestro puneño Julian Palacios Ríos, quien fue su profesor en la Normal Anexa al Colegio San Carlos y más tarde amigo y colega en los Núcleos Escolares Campesinos. Julian Palacios inspiró a varias generaciones de docentes puneños y fue promotor del uso de la lengua aymara y quechua en la educación en Puno )

El maestro Palacios Ríos nació en una zona ubicada en las alturas de la cordillera occidental que rodea al altiplano, en una casa de campo muy cerca del distrito de Santa Rosa, denominada Ancco Nasa o Nariz blanca en castellano. Allí pasó su infancia compartiendo sus juegos con niños campesinos. La fecha de su nacimiento fue el 2 de Diciembre de 1887 siendo sus padres Darío Palacios y María Ríos.

Foto de "J.D. Choquehuanca"
de Augusto Ramos Zambrano (2012).
Francisco Chukiwanka, Rumi Maqui,
 y Julián Palacios Ríos. La foto parece
corresponder a la primera presencia
 de Rumi Maqui en Puno (1904). 
Inició sus estudios en el Colegio Nacional San Carlos, debido a que no existía escuela en su pueblo natal. En 1910 terminó sus estudios secundarios y obtuvo un empleo en Desaguadero y luego de auxiliar en la escuela de Juli. Seguidamente se fue a estudiar a Arequipa, a la universidad, donde cursó los primeros años de derecho. Pero debido a que Rumi Maqui lo enroló como traductor de las lenguas nativas, tuvo que cortar sus estudios.

A  continuación se dirigió a estudiar en la Universidad Mayor de San Marcos, lo que no se cumplió porque su amigo de infancia Neptali Zavala del Valle le aconsejo que ingresara a la Escuela Normal y como le otorgaron la facilidad de estudiar solamente un año por tener estudios universitarios, se decidió a estudiar en la Normal en el año 1914.

A su egreso de la Normal trabajó en escuelas de Lima y luego se fue a Puno,  donde sirvió en las escuelas de Puno, Chucuito, Sandia y Huancané. Recorrió por varias escuelas y no le dejaron trabajar en forma estable en ninguna, posiblemente por sus relaciones con Rumi Maqui.

En Puno trabajó en las escuelas Nº 881, Nº 883 y en la Sección Primaria de San Carlos. En 1920 fue becado a los Estados Unidos en la Universidad de Columbia, donde permaneció un año. A su retorno fue nombrado auxiliar de la Dirección de Educación Regional del Sur. Este cargo lo cumplió en forma notable, pues en 1921 recorrió por todas las escuelas del departamento de Puno, a lomo de mula, acompañado por un hermano suyo.

En 1926 fue nombrado Jefe de la Sección Normal del Colegio San Carlos; cargo en el que por primera vez lo dejaron trabajar durante cinco años, hasta 1930; pues de allí lo pasaron a la inspección de escuelas de Chucuito y San Román. También sirvió en la Escuela Normal de Adventistas de Chullunquiani. Y varias veces quedó sin cargo, tanto es que una de esas veces tuvo que dedicarse a la compra y venta de carne para sobrevivir porque quedo sin puesto.

En 1939 fue nombrado Jefe de a Brigada de Culturización Indígena de Puno, cuando se crearon estos organismos para propiciar la labor de culturizar a los campesinos. Luego se le ascendió a Jefe de las Brigadas del país. Estando en este cargo fue designado para elaborar un proyecto del Programa de Estudios de las Escuelas Campesinas, labor que cumplió con Fernández Baca en el Cusco.

En 1942 se le nombró Subdirector de Educación Indígena, cargo en el que desplegó una serie de activdades de verdadera importancia, especialmente relacionadas con la educación rural en el departamento de Puno. La primera consistió en su asistencia a la Reunión de Ministros de educación de Perú y Bolivia en la que se firmó un convenio por ambos países para realizar un Plan de Educación Rural en Altiplano. La segunda consistió en su asistencia a la reunión de maestros peruanos y bolivianos en Huarizata (Bolivia) presidiendo la delegación peruana, en la que tambien participamos (José Portugal Catacora). En Huarizata se elaboraron los planes y programas de la Nueva Escuela Rural, las Directrivas Pedagógicas y  un Reglamento de Núcleos Escolares Campesinos.

En la tercera actividad, asistió a los cursos de preparación de los supervisores de los núcleos  tanto en Perú, en la Granja Salcedo, como en Bolivia. Allí tuvo a su cargo el curso sobre ética profesional de los nuevos maestros rurales. Luego asistió a Santiago de Huata (Bolivia), donde preparó a los maestros para directores de los núcleos escolares campesinos, en 1947. En el Presupuesto de ese año se había suprimido el cargo de Subdirector de educación Rural, lo que motivó que lo nombraran Jefe de la Sección Rural. Como este cargo resultaba de inferior categoría, se vio forzado a dejar el cargo y salir jubilado.

Al margen de sus actividades oficiales, el maestro Julián Palacios fundó en 1935 la Academia de las Lenguas Aborígenes Ayamara y Quechua en Puno con Francisco Deza y Anselmo Mollepasa.

Más tarde en 1947 fundó con José Portugal Catacora, el Instituto Etnológico de Puno, dictó cursos de lenguas aborígenes quechua y aymara en las universidades de Puno y Huancayo.

Aquí podemos recordar que el maestro Palacios fundó la revista El Educador Andino y en los períódicos de esta ciudad escribió intensamente sobre temas de cultura y de su amplio conocimiento de la naturaleza del niño campesino.

Asimismo podemos recordar su actuación en la Escuela  Normal de San Carlos, en la que dictaba el Curso de Pedagogía y todas sus clases empezaban y terminaban con referencias al niño indio, tanto es que los alumnos le pusieron cariñosamente el mote de "niño indígena".

Entre sus escritos más importantes podemos mencionar los referentes a la cultura indígena, a la pedagogía de Maco Capac y el Cancionero Trilingue.

Acerca de la cultura indígena escribió un estudio importante sobre la mentalidad del indio del Altiplano, trabajo que se ha publicado en el número 3 del Álbum de Oro que edita Samuel Frisancho en Puno.

También escribió un cancionero en las tres lenguas aymara, quechua y castellano, para los escolares campesinos. Este cancionero escrito con lenguaje emotivo, sencillo y claro es un verdadero mensaje para los niños indígenas, pues cada canción demuestra un llamado y una voz de aliento para la niñez campesina.

Y el tercero, intitulado Manco Capac y Mama Ocllo, Educadores de América, de gran contenido para la historia de la Educación del Perú y de América.


Julián Palacios, Emilio Felipe Morales, Jorge Alberto Paniagua,
 Portugal Catacora, M.H. García, Rodolfo Rubina, S. Valencia, entre otros (1948).


El maestro Julián Palacios era una persona que en todos los actos de su vida, públicos y privados, revelaba una auténtica actitud docente. Su pensamiento y su lenguaje, tanto en sus escritos como en lo que hablaba era específicamente pedagógicos. Era de estatura baja, corpulento y lento cuando caminaba; nunca se le ha visto caminando rápido, ni agitado. Vestía ropas sencillas, exentas de prendas adicionales como anillos, prendedores o pañuelos.

Como última palabra, podemos informar que tuvo orientación política aprista, pero no era activista, tal vez por este hecho deteminó que nunca se le permitió trabajar establemente en los puestos que ejerció.

Jamás se supo que estuviera enfermo, pero en 1976 cayó definitivamente y falleció aquel año, después de una corta dolencia pulmonar.

Tomado de: José Portugal Catacora, "Maestros Puneños del Siglo XX" Lima 1999.