lunes, 19 de diciembre de 2011

Torito de Pucará



Foto de Jesús Raymundo / Artífece Comunicaciones
(Gracias a la exposición de libros y artículos de José Portugal Catacora en la Biblioteca Nacional pudimos reencontrar este texto publicado en el Suplemento del diaro El Comercio el 3 de febrero de 1980. Puede ver también Arguedas y José Portugal Catacora)



El "Torito de Pucará", tan codiciado por turistas nacionales y extranjeros, que adorna salones y museos del Perú, América y Europa, que ha dado fama a la artesanía nacional y que ha prestigiado más que su propia historia al peñón de Pucará, tiene una historia fascinante que pocos la conocen.

Pablito Iturry, el notable ceramista puneño, suele enaltecerlo en sus exposiciones artísticas con expresivas referencias a su origen.

Nosotros hemos recogido en estas cuartillas cuanto sabemos de cómo nació en carne y hueso, cómo se convirtió en pieza de alfarería, cómo llegó a ser héroe nacional, cómo logró introducirse en la mitología de la cultura nativa y cómo se ha erigido en símbolo de mestizaje étnico y de integración cultural en el Perú.

El ambiente en que nació

"Enero poco, febrero loco, marzo borracho" dicen los aborígenes para interpretar cómo se presentan las fuerzas telúricas en la altiplanicie de Puno, durante los veranos.

Y es que "febrero loco" suele llegar con la locura de sus tormentas, en que el tableteo de rayos, relámpagos y truenos, se deshacen en lluvias torrenciales y rematan en ululantes ventiscas, durante días inacabables, como si el tiempo se detuviera sobre las punas, atado a los fríos picachos.

A veces los vientos cordilleranos limpian el cielo y el Altiplano reverbera de esmeraldas y de oro en los pajonales, Y un vaho de suave humedad perfuma los ambientes de dilatados confines.      

Entonces, el sol descorre el velo denso de las negras nubes que cubren la puna e ilumina todo con su luz exultante y radiante de solemnidad. Esto ocurre, invariablemente, los días lunes de carnaval de cada año, como si la naturaleza pactara con el hombre por un día de paz, insuflado de típico panteísmo.

Aquel día se realiza en los caseríos de las haciendas que abarcan la mayor extensión de las tierras altiplánicas, el marcaje del ganado vacuno. Es el día de "la prueba de fuego" en que los becerros son declarados toros y las vaquillas, vacas; pero ante todo, se afirma el derecho de propiedad del gamonal sobre el ganado.

Los hombres bordonean con ágiles manos el cordaje de románticos charangos y alegres melodías pastoriles vibran en la caña de festivos chaqallos. Las mujeres preparan, afanosas, suculentos fiambres de papas, chuño y carne fresca, en rústicos fogones. Y el mugir de becerros, el balido de ovejas y el relincho de caballos, completan la sonoridad de la fiesta.

Una fogata alimentada con bosta vacuna y leña de ttola resinosa, arde cerca del canchón del ganado, calentando al rojo la marca de hierro del patrón y produciendo una densa humareda que ensucia el ambiente.

Su bautismo

Un hombre fornido, vestido de carabotas, de mejillas abultadas por el pijcho de la coca, con la camisa arremangada hasta los codos y las manos nudosas como la montaña, hace su aparición en el escenario, armado de un cuchillo grande y filudo. Es el marcador del ganado.

El primer becerro es elegido entre centenares, por expertos catadores de la vocación bravía de los cornúpetos. La apostara elegante del animal y la posición elevada de sus astas, síntomas, inequívocos del toro de lidia, deciden la selección del predestinado.

Dos diestros qarabotas lacean al becerro por los cuernos y lo sacan del canchón, bramando. Otros dos lo lacean por las patas y lo tumban en el suelo, junto a la fogata.

La ceremonia empieza. El hombre fornido corta con su afilado cuchillo las orejas y abre huecos en la loncana, piel colgante que cubre el pecho y el cuello del becerro, que yace jadeante. Con la sangre que mana a borbotones de las heridas, traza en el lomo nos contornos de una enjalma, y le pintarrajea todo el cuerpo con figuras grotescas.

Luego orna la frente con una cinta peruana, plisada en artístico rosón. Para culminar la faena, hace beber al becerro media botella de alcohol de 40 grados y le unta en el ano con ají molido.

La ceremonia del bautizo del toro de lidia culmina con quema de incienso, coca y sebo de llama, en la fogata. Y mientras el ambiente se satura de místicos olores, el layqa la hacienda, mitad divino y mitad sabio, que es el otro personaje de estas ceremonias, pronuncia rogativas a los manes tutelares en lengua nativa arcaica, poco entendible, invocando buenos augurios para la ganadería y la suerte del becerro.

Su vida de toro cerrero

Y el futuro toro de lidia sale disparado en estampida. Se aleja lanzando mugidos agudos, relamiéndose las fosas nasales para mitigar el ardor que le produce el alcohol y blandiendo la cola cual si quisiera quitarse la acción picante del ají.

Nunca olvidará este incidente dramático. Su memoria de bestia lo conserva por vida fermentando un odio implacable por el hombre. Vaga por pampas y lomas, por cerros y quebradas, Y aunque el dolor se le haya disipado, cada vez que aparece un hombre al alcance de su vista, renace el recuerdo del tormento recibido y lo ataca con ira incontenible, feroz.

Con el tiempo se convierte en el "toro cerrero" que nunca falta en las estepas andinas. Jamás entra a ningún redil. Es el terror de la puna y su presencia infesta loe caminos cordilleranos, como los pumas las montañas o las víboras la selva. Los arrieros, los Harneros y los pastoras, caminan sobrecogidos de  miedo por el toro cerrero.

En las épocas de lluvia pasea su robusta y desafiante figura a la vera de los caminos; y en las épocas de sequía deambula por quebradas y hondonadas, jadeante de sed y de hambre.

Después de los abigeos que merodean por las punas en años de mala cosecha, cuando el hambre diezma hombres y bestias, el "toro cerrero" de las altipampas, es el otro enemigo encarnizado del hombre.

Cada "toro cerrero" tiene una historia épica y más da un escritor ha urdido bellos cuentos folklóricos, con sus lances de odio vacuno, hecho dramáticas aventuras.

Su presencia en las fiestas bravas

Cuando llega la fiesta patronal del pueblo, los dueños lo buscan; pero esta vez de diferente manera. Un grupo de hembras a caballo arreando vaquillas de las mejores dispuestas, van a los lugares donde suele apacentarse. Y el "toro cerrero", terror de las punas e irreconciliable enemigo de los hombres, se convierte en manso toro enamorado, junto a las vaquillas. Se deja arrear hacia el poblacho, tranquilamente a cumplir el de su vocación de toro bravo, para hacer el papel central y apoteósico en las corridas que se celebran en honor de la virgen o el santo patrón del pueblo.

Palcos, levantados alrededor de la plaza del poblacho con palos de kolli y qeñua los únicos árboles oriundos de la puna, adornados con elegantes mantones de manila, polícromas llicllas chucuiteñas y cadenillas de papel de color, dan a la plaza una ostentosa apariencia de fiesta brava provinciana.

Durante tras o más días de toros con los que col minan las festividades patronales, desfilan los toros "pintos" y "barrosos", "misitos" y "manchados", "aceitunos" y "alfeñiques", que hacen la celebridad de la fiesta.

Si el toro destripa más de un torero improvisado o algún diestro que a veces no falta, la fiesta es juzgada excelente, porque los achachilas, los picachos, y pachamama, la madre tierra, habrán recibido con agrado la ofrenda de los toreros. Entonces el año será bueno, las cosechas  abundantes y gran proliferación, de los ganados. Si ni siquiera un borrachito cae en las astas del toro, el año será malo y habrá hambruna para las gentes y los ganados.

El gobernador, el alcalde, el cura y todos los vecinos que participan del jolgorio; brindan en sus palcos con sendos vasos da chicha de maíz o de quinua y menudas copas de pisco de Moquegua o de lea, por la espectacular ferocidad de los "miuras criollos" y la destreza torera de los "carritos cholos". SÍ la corrida es a muerte los "toros cerreros" pasan al matadero a satisfacer el apetito carnívoro de las gentes y si son de simple deporte, vuelven a sus campos a gozar de su libertad de fieras temibles. 

Los "toros cerreros" viven hasta la decrepitud y mueren de vejez, a veces en las fauces de un puma o entre las garras del cóndor, cuando no abatido por la bala piadosa de un Máuser disparado por el dueño de la hacienda.

Su imagen artística

El torito enlosado, de rechoncha figura y de pintarrajeado cuerpo, que se vende entre las variadas piezas de alfarería en la estación del ferrocarril que corre entre Puno y Cusco, al pie del histórico peñón de Pucará y que en el mundo de la artesanía popular peruana y en el lenguaje turístico se conoce con el nombre de "Torito de Pucará", no es otro que el mismo toro que un día de carnaval, de un "febrero loco", fue bautizado en una ceremonia panteísta
Foto Jesús Raymundo

Con su frente exornada de rosones, su pecho luciendo grueso rodetes, con la lengua en las narices y golpeándose sus ancas con la cola, como sí quisiera seguir librándose da la acción corrosiva del alcohol y del ají molido con que encendieron su vocación de toro bravo, ha sido artíficamente perennizado por las hábiles manos del indio de Santiago de Pupuja, el pueblo pampero de Azángaro, la provincia más feudalísta del departamento de Puno, afamado por ganadería vacuna.

Es elaborado de arcilla y cocido al rojo en primitivos hornos. Modelado en distintas posturas y pintado, en algunos lugares de la zona aymara; y, vaciado y enlosado, en la postura popularizada por el "Torito de Pucará", en la zona quechua. Este último ha tenido una extraordinaria suerte, porque su fama ha bajado de las estepas puneñas y ha traspuesto los lindes de la patria.

Su creador primigenio

El "Torito de Pucará" fue primitivamente expresión de arte infantil. Los niños de la altiplanicie de Puno recibieron en su capacidad creadora la sensibilidad estética de lejanos y legendarios antepasados: Los Uros u hombres de día, los Lupas u hombres sol o los Chulpas u hombres ciclopes gigantes; y la naturaleza del escenario geográfico que anidó su estirpe superior, puso en sus manos la rica arcilla que abunda a la vera de los ríos y junto a los puquiales como el material excepcional con que el niño exterioriza aquella sensibilidad estética. Pues el niño puneño posee una extraordinaria habilidad para modelar y su arte crece con él hasta la madurez, convirtiéndolos en eximios alfareros, ceramistas y aun pintores y escultores; tal es el caso de los aborígenes de Santiago de Pupuja. De niños, jugando, modelaron el torito entre otros animales con sus manos ingenuas, extrayendo la arcilla blanca que existe abundante en las numerosas hoyadas que se llenan de agua en épocas de lluvia se secan en los meses de invierno en los rededores de su pueblo Y más tarde, los padres advirtieron el interés de los viajeros por el ferrocarril, lo industrializaron. Ahora lo trabajan niños y viejos, hombres y mujeres, en Santiago de Pupuja. Y son las mujeres que los llevan a la estación de Pucará.     

Entre otras manifestaciones culturales, con esta experiencia de incontables generaciones nativas se nutre, en forma consuetudinaria e imponderable, el complejo espiritual hombre-tierra que en la hoya del Titicaca y en toda la sierra peruana, tienen original característico que constituye un problema cultural que la revolución social en nuestro país debe resolver.

Su imagen totémica

La inspiración emocional del hombre del Altiplano ha introducido el toro español en lo más hondo de su mundo subjetivo como ningún otro aporte cultural de la España conquistadora; por eso, éste ha pasado a ser personaje de la mitología aymara y quechua. Pues algunos apus lo personifican y más de una laguna suele ser morada  encantadora de un "toro barroso", para su imaginación totemista, Y cuantas leyendas han surgido del fondo subjetivo de esta imaginación. Las dos cumbres que protegen Puno de los vientos del su : Cancharani y Layqaqota son para el totemismo indígena un toro y una vaca.

El toro es Cancharani que no se dejó manosear por los españoles quienes no pudieron tocar nada de la plata que guardan sus entrañas; en cambio layqaqota, personificación de la vaca, sí se dejó manipular y en su seno encontró el audaz aventurero andaluz, José Salcedo, las fabulosas minas de plata, la segunda en América, que la codicia del Virrey Conde de Lemos las perdió, hasta el extremo de destruir la maravillosa ciudad de San Luis de Alba que en sus rededores se levantaba, antes de la fundación de Puno.

Y los calvarios de los pueblos de Acora y Pichacani son dos toros aradores que cada noche intentan bajar de los altos pastizales a beber el agua del lago Titicaca, pero que unas veces la luna y otras el sol, siempre los sorprenden y no pueden llegar a las orillas del lago.

Su aventura heroica

El "toro cerrero" del Altiplano ha jugado también el patriótico papel de héroe nacional en los primeros y tumultuosos años de nuestra historia republicana; por eso tiene su monumento en cada "Torito de Pucará".

Después del fracaso de la incursión de Gamarra a Bolivia, el ejército boliviano invadió el Perú, posesionandose de los departamentos de Puno, Tacna y Moquegua.

Y mientras el Mariscal San Román trataba da reorganizar el ejército nacional para la defensa en Cusco, los puneños se defendieron como pudieron; armaron montoneras y hostilizaron por todas partes al organizado ejército boliviano; fueron, pues, los primeros en emplear la guerra de guerrillas por defender la patria.

Los hechos de armas más significativos ocurrieron en Motoni cerca de Pucará y en Orurillo, distrito de la provincia de Melgar.

Dícese que en Motoni aparecieron súbitamente, tres "toros cerreros" que atacaron al ejército boliviano obligándolo a una debacle inevitable.

Con esta experiencia se aprestaron para la batalla de Orurillo con muchos más "toros cerreros" de  la hacienda Posoqoni, los cuales en medio del combate, fueron echados contra el enemigo boliviano que se vio" forzado a huir, abandonando todo su parque de guerra.

Aunque parezca una ficción, estos dos acontecimientos bélicos en que los peruanos vencieron por la Intervención de los "toros cerreros" aceleraron los arreglos de Paz entre Perú y Bolivia.

Su presencia en al complejo hombre-tierra

La imagen del "toro cerrero" ha adquirido la categoría de tótem y de héroe como consecuencia natural de haber jugado un papel concreto en la vida del Perú profundo, como es concreta la mentalidad del hombre de los Andes, en el desarrollo de las relaciones del hombre y la tierra, en el trabajo del agro y en la productividad de los cultivos.

Pintura de José Sabogal
Los primeros toros bravos traídos por los españoles a la sierra peruana, fueron sacados de los cortijos, como los hombres que acompañaron a Colón y muchos de los que vinieron con Pizarro, de las cárceles, y fueron ubicados en los extensos feudos o haciendas de los encomenderos, como guardianes de los pastales y para amedrentar a los nativos.

Pero pronto fueron domesticados y ungidos al yugo con madera más fuerte que la tajhlla y el uysu rejones que los aborígenes empleaban para cultivar. De este modo los toros aradores roturaron a fondo la tierra e hicieron que el hombre ahorrara energías, por tanto fue, pues una verdadera revolución técnica en el trabajo agrícola la introducción del arado y los toros aradores. De ahí que el indio que los poseía, alcanzaba una importancia respetable desde el punto de vista económico en su comunidad, ya que un toro arador costaba, entonces, veinte o treinta pesos y una llama solamente unos dos o tres pesos.

Por eso su posesión fue la mayor aspiración de los campesinos y pocos lo lograban. Mas con el correr del tiempo se llegó a industrializar su crianza para la producción de la carne, mediante procedimientos originales, como los que emplearon en las pampas de Ilave, donde los campesinos invernaban a los toros con algas, juncos y granos, aderezados con sal o con chancaca, que los engordaba en forma exuberante.

Y en ciertas regiones de la sierra, su crianza logró gran desarrollo, como en las planicies del Titicaca y de Bombón; pues las estadísticas de consumo de carne durante los primeros decenios de este siglo registraron que de cada cien reses sacrificadas en los mataderos de Lima, veinticinco procedían del Altiplano de Puno.

Su prosapia simbólica

El "Torito de Pucará" viene a ser, además una de las más típicas objetivaciones del mestizaje indo-español. El aborigen peruano ha asimilado la motivación española de la fiesta brava y la ha convertido en objeto de sus diversiones sociales; pues no hay fiesta patronal de poblacho, ayllu o hacienda que no remate con una corrida de toros que a veces dura tres días.

En tales eventos, el torero es, comúnmente, un indígena carente del traje de luces pero insuflado de valentía por el alcohol de cuarenta grados, con su poncho rojo de capote. En algunos casos, el torero o la torera es una mujer; pues hemos visto torear a muchas mujeres nativas con intrépida destreza. Y algunas de ellas, después de ejecutar vistosas suertes, lo domaban al toro bravo como a una chita, conduciéndolo hacia toril tomado por las astas.

Muy raras veces asoma a estas fiestas un torero profesional, debido al alto costo que importa su presencia de matador. Y no hace falta porque su ausencia permite que  el toreo deje de ser un espectáculo bárbaro, de lucha desigual entre un hombre armado y una bestia desarmada. Así las corridas son realmente diversiones sociales donde no corre sangre, sino cuando la audacia de improvisado torero raya en la temeridad, acaso inducido por fuerzas imponderables que a auguran los achachilas para el destino de la comunidad.

En síntesis de juicio, el "Torito de Pucará" hay que considerarlo como un síntoma primigenio de integración nacional, con base artística, económica y social y con visión de un Perú nuevo en una América nueva.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Sumita Corazón

Este año el Premio Integración Nacional de Radio Programas del Perú ha sido entregada a la joven maestra Amalia Suaña de Puno, quien en los ultimos años y tras graduarse de profesora estableció una escuela de educación inicial para los niños más pequeños de las islas de los uros. En medio de las grandes necesidades que en el campo educativo hay en nuestro país y en Puno en particular, la iniciativa de Amalia es un buen ejemplo de que "es mejor enceder una pequeña llama en vez de ponerse a maldecir las tinieblas". En el siguiente video puede verse su ejemplar historia. 

viernes, 9 de diciembre de 2011

En la Biblioteca Nacional


Del 1º al 17 de Diciembre se expone en la Biblioteca Nacional, sede de Javier Prado, la obra bibliográfica de José Portugal Catacora. La exposición reune 21 libros entre los que destacan la serie de Cuentos Infantiles que en formato de folletos y con hermosas xilografías se publicaron en Puno en los años cuarenta.
Algunos de los libros exhibidos son ejemplares que Portugal Catacora donó a la Biblioteca Nacional y otros pertenecen, por la dedicatoria, a intelectuales como Cueto Fernandini y Mejía Baca.

Asimismo, se exhibe parte de la serie de 14 artículos que entre fines de 1954 y principios de 1955, publicó Portugal Catacora sobre Puno en el diario El Comercio. Los artículos, ilustrados por el artista argentino Horacio March, permitieron difundir la geografia y la cultura de Puno.

Cabe destacar la encomiable labor de la Biblioteca Nacional para preservar la obra de los autores peruanos y facilitar esta exposición a través de la cual es posible conocer los libros de Portugal Catacora, muchos de ellos extraviados en el tiempo.

La exposicíón se encuentra en el lobby de la Biblioteca Nacional (Av. de la Poesia 160, San Borja) y puede visitarse de Lunes a Sábado, de  9:00 a.m. a 01:00 p.m y de 2:00 p.m a 7:30 p.m. 

jueves, 8 de diciembre de 2011

El Pez de Oro


Seguramente el libro más importante, no sólo de la literatura sino de la historia intelectual de Puno, es "El Pez de Oro" de Gamaliel Churata. Contradictoriamente hasta la fecha, el libro completo había merecido sólo dos ediciones, una en 1956 en Bolivia y la segunda en Puno en 1987. Hoy contamos con una tercera edición gracias a la meritoria labor de José Luis Ayala, quien además ha escrito la Presentación y se ha encargado de realizar anotaciones y referencias que sin duda facilitan la comprensión de la obra.

El libro contienen además esclarecedores textos del crítico Ricardo Gonzáles Vigil, de Riccardo Badini y del propio Churata con la conferencia que sustentó en el Cine Puno en 1965 cuando retornó de Bolivia. De todos éstos textos queda claro que "El Pez de Oro" representa toda una propuesta ideológica, política, estética y ética.     

Dice en ese sentido Ayala: "Han tenido que pasar muchos años para que Churata sea reconocido, estudiado y analizado. ¿A que se debe ese hecho?. Sin duda a los aportes de las ciencias sociales. A la necesidad de volver a las fuentes y hablar desde las raíces  de América. Pero sobre todo, porque ha empezado una revaloración alentada por un proceso de descolonización del imaginario social y concimiento en esta parte del mundo".

Sin duda hay que agradecer este esfuerzo editorial, en el que participa AFA Editores, que contribuye a la difusión y el estudio de la cultura puneña y americana.   

Puede ver tambien el texto inédito de Portugal Catacora sobre Gamaliel Churata       

viernes, 4 de noviembre de 2011

Fundación de Puno


Escudo de Puno
Con motivo del aniversario de la fundación de Puno compartimos algunos extractos de "Malica" cuento de José Portugal Catacora sobre el descubrimiento de las minas de San Juan de Alba y el traslado de dicha ciudad al poblado del "ayllu de Orkopata". 

Si quiere saber más sobre la historia de la fundación de Puno les recomendamos leer los interesantes artículos de Rene Calcín Anco y José Luis Ayala. Asi también, un interesante recuento sobre la discusión sobre el origen de la ciudad de Puno de Nicanor Dominguez

MALICA

Portada del cuento "Malika" (1942)
"Transcurrieron desde entonces varios años, y el a­mor del gallardo andaluz con Malica la indiecita de estirpe impe­rial, se deslizaba tranquilo y sereno, como los ambientes de la puna grávida de silencios en que vivían hasta que un día se anunció en los asientos mineros de Azo­guini, la orden de suspender la explotación, porque así era la voluntad del Rey de España (1).

Los mineros que allí trabajaban, tuvieron que emi­grar hacia otras regiones en busca de nuevas minas que explotar. José Salcedo, entre quedarse y vegetar en medio de los nativos o irse en pos de fortuna, resolvió por par­tir, acaso impulsado por el oculto espíritu sanchopan­cesco que lo hizo venir desde España. Y así manifestó su deseo de marcharse.

Ante aquella resolución inesperada de su amado, Malica creyó que había llegado la hora en que debía cum­plirse la predestinación de repetirse la tragedia de Cusi Coillur, porque amaba el apuesto y romántico andaluz tan intensamente como aquella había amado a Ollantay. Y una verdadera lucha de pasiones se inició en su alma candorosa. ¿Debía dejarlo ir y quedarse tranquilamente, o debía partir con él?

Debatiéndose entre indecisiones, recor­dó que alguna vez había oído hablar y reír con sorna a su padre, cuando éste observaba la infructuosa búsqueda de minas en los cerros próximos por los españoles; ha­ciendo advertir con esto, que él sería conocedor de algu­na oculta mina. Entonces, valiéndose de mil artimañas, en cierta ocasión logró que su padre le trasmitiera el se­creto.

Y un día habló con él (José Salcedo, su amado) de este modo:
— ¿Si yo te mostrara una rica mina de plata, te quedarías?
— iNaturalmente!—respondió el audaz aventurero, en­tusiasmado.

Ante esta exultante respuesta le reveló el secreto con todos los detalles y luego convinieron en que al día siguiente ella iría a pastar llamas en el cerro y el lugar en que permaneciese más tiempo, sería el de la mina.

Así ocurrió. Y semanas más tarde se desaguó la laguna artificial,  descubriéndose una de las más ricas plata minas de plata en América. Y José Salcedo se convirtió en el minero más afortunado y opulento del Perú, cuyas riquezas podían competir con las relatadas en los cuentos de las “Mil y una Noches” y cuya fama llegó hasta las cortes europeas.

Pero esta felicidad y esta bonanza no pudieron du­rar por mucho tiempo. Un día empezaron a revivir los provincianos resquemores de la vieja España entre anda­luces y vizcaínos. Estos, movidos por la ambición de conquistar la hegemonía entre los mineros, con injusta men­gua de los intereses de Salcedo, demostraron turbulencia y rebeldía inexplicables, iniciándose una abierta pugna en­tre los partidarios de Salcedo, andaluces, y los vizcaínos; hasta que llegó una noche de San Juan en que, en me­dio de la fiesta del Santo, los “vivas” a Andalucía y a Vizcaya se cruzaron en la plaza principal, con sus consi­guientes represalias de los “mueras”.  Los ánimos se violen­taron y se entabló una lucha encarnizada, muriendo como consecuencia muchas personas.

En aquellas circunstancias fue nombrado XVI Virrey del Perú don Pedro Antonio de Castro y Portugal, déci­mo Conde de Lemos, Marqués de Sarria y de Galimara y Duque de Taurisana.

Cuando este Virrey llegó al Perú, su primera acti­tud fue averiguar todo lo relacionado con los disturbios de Laicacota. Y al enterarse de la enorme amplitud de las luchas, resolvió trasladarse personalmente al foco de los disturbios.

Y una tarde, acaso la que coincidía con el aniver­sario de la llegada miserable de Salcedo a Orcopata, se presentó el Virrey en las proximidades del asiento minero. ¡Pero de qué distinta manera!

José Salcedo y su compañera, la inolvidable Malica, le habían preparado un fastuoso recibimiento.

Baldosas de plata cubrían el camino regado y per­fumado con flores silvestres, hasta una distancia de más de una legua de la población minera: la ciudad de San Luis de Alba, levantada sobre la laguna embrujada.

Arcos adornados con broqueles y preciosos objetos de orfebrería y filigrana deslumbrantes, se habían levantado de trecho en trecho, a lo largo del camino.

Aquella fastuosidad asombrosa sobrecogió la codi­cia del Virrey, y amparándose en su excesiva fé religiosa que rayaba en el fanatismo, concibió la idea de apoderar­se de tan fabulosas riquezas para dedicarles al culto.

Casa del Conde Lemos
Es por eso que escuchó con mayor atención a los detractores de Salcedo y dió mayor pábulo a todas las a­cusaciones que le hicieran, hasta el extremo de declararlo culpable y condenarlo a muerte.

Mientras se desarrollaba el proceso, el Virrey se había instalado en una casa particular (2) al pie del ce­rro Huajjsapata; de modo que, cuando volvió a Laicacota, después de ejecutado Salcedo, para apoderarse de las mi­nas y de las riquezas arbitrariamente expropiadas, se en­contró con la tremenda sorpresa de que la mina había si­do anegada y que los tesoros habían desaparecido,

Malica aquella mujer sencilla y buena, de alma lím­pida como el agua de las vertientes cordilleranas, que ha­bía revelado el secreto prohibido de sus ancestros al hom­bre elegido de su corazón, para demostrarle la grandeza de sus sentimientos; aquella misma mujer que había sabo­reado desde la llegada del Virrey, todas las torturas de la ansiedad y todos los matices de la amargura, y que había descubierto toda la felonía y toda la depravación moral que se ocultaba detrás de la apergaminada y oropelesca noble­za de los españoles, juró vengarse, desbaratando los planes de los sacrificadores de su amado, del mismo modo como aquellos habían destrozado sin piedad su existencia y su porvenir.

Al conjuro de aquel juramento, el Virrey Conde de Lemos, sólo encontró el fracaso de sus ambiciones; porque cuando los sayones de éste la buscaron para pren­derla, nadie supo de ella. Había desaparecido misteriosa­mente, junto con los tesoros, luego de inundar las minas.

Restos del Fuerte San Luis de Alba
El Virrey creyó que aquella desaparición era una obra diabólica y, desesperado en medio de su fanatismo y arrepentimiento, mandó a demoler la ciudad de Laicaco­ta (San Luis de Alba) e hizo sembrar sal sobre sus es­combros, Las imágenes de los santos de la iglesia fue­ron trasladadas a la capilla que existía al pie del cerro Huajjsapata (3) y fijó este lugar como la capital de la región del Collao; quedando Laicacota otra vez sumido en el embrujo de sus leyendas. En sus parajes, silentes, so­litarios, y sombríos, donde apenas quedaron algunas pie­dras en hieráticas posturas y muchas bocaminas de um­brales poteados como fauces calladas o como madrigue­ras de extraños animales, cuentan los nativos de hoy, que el alma de Malica sigue vagando como el numen tutelar de las misteriosas riquezas que guardó y que seguirá guar­dando hasta la consumación de los siglos, sino aparece otro Salcedo, vigoroso y pujante que desentrañe el miste­rio de la laguna embrujada.

Es así como el primitivo ayllu de Orcopata, levan­tado sobre los roquedales de una gigantesca concha ma­rina de qué ignotas edades, el pie de los cerros totémicos de: Kancharani, San José, Quimsa Cruz y Azoguini y so­bre la límpida bahía del lago sagrado de los incas, se tor­nó Puno la ciudad más alta del mundo.

En sus rojas alboradas que estallan amplias y eu­fóricas sobre las plateadas aguas del Titicaca, vibra la bonanza espiritual y material de los días de Salcedo.

Y en el alma de sus gentes, palpita, al compás de los nuevos tiempos, la austeridad quechua, la rebeldía colla y la libertad andaluza, sin los alardeos ni la afectación de otros climas, a tono con la influencia majestuosa y sere­na que recibe del escenario telúrico en que se desen­vuelve su vida.

Extractos tomados de "Malica" (1942) publicado también en "Puno Tierra de Leyenda" 1955. Tambien puede leer leyendas del origen de otras ciudades de Puno como Juliaca , Huancane, Carabaya, Azángaro , Juli  

VER TAMBIEN: Teatro Infantil MALIKA

NOTAS EXPLICATIVAS.-
(1)   ORKOPATA, significa "encima del cerro", es la parte alta de la actual ciudad de Puno.
(1)   Allá por los años de 1662 se habían descubierto y se explotaban las minas de azogue de Azoguini en Puno y Santa Bárbara en Huancavelica, pero como el azogue de estas minas estaban desplazando al azogue de España, el Rey recibió la queja de los mineros españoles de este hecho y dispuso que se ahogasen las minas peruanas.
(2)           Existe actualmente la citada casa en un ángulo de la plaza de Armas de Puno, con el nombre de la Casa de Conde de Lemos.
(3)           Sobre el sitio citado se levante en la actualidad le pétrea catedral de Puno.

FUENTES.-
Tradiciones Peruanas (Tomo I) por Ricardo Palma.
Ollantay (Drama) por Ricardo Rojas.
Historia de la Fundación de Puno, por José Antonio Encinas.

Educación Rural: reflexiones desde la obra de José Portugal Catacora


Madeline Zúñiga, Modesto Gálvez,
Luis Miguel Saravia y Carlos Portugal (Foto: Pedro Portugal)
Con este nombre se realizó el día 27 de Octubre el Coloquio preparado por la Comisión del Centenario y la prestigiosa institución Foro Educativo. El evento fue abierto por Madeleine Zúñiga, Vice presidenta de Foro educativo,  y conducido por Gloria Helfer, del Comité Directivo de la misma institución. Presentaron ponencias, José Luis Ayala, Luis Miguel Saravia y Modesto Gálvez, cuyas importantes ideas generaron interesantes y valiosos comentarios de los asistentes, todos personas de importante trayectoria educativa. 

Las palabras de clausura estuvieron a cargo de Elena Burga Cabrera, Directora General de Educación Intercultural Bilingue y Rural del Ministerio de Educación quien además de destacar el evento expresó la perspectiva de la actual gestión en el sector educación.

Proximamente presentaremos una reseña completa del Coloquio; sin embargo no podemos dejar de señalar su importancia para entender mejor el pensamiento de Portugal Catacora y saber que no son pocos los maestros que valoran y se interesan por su obra. A través de las ideas vertidas en el evento queda claro que algunas de sus propuestas para la educación rural mantienen su vigencia, como aquella que demanda vincular estrechamente educación y desarrollo rural: "la escuela debe encarar todos los problemas de la vida rural".

Asimismo, el reconocimiento y valor que otorga Portugal Catacora a la educación espontánea presente en la cultura aymara y quechua constituye todo un punto de partida para una educación descolonizadora, una educación asentada en nuestra cultura andina y abierta a los conocimientos y valores universales.

Gracias a todos los ponentes y asistentes y a Foro Educativo.   

Las ponencias y fotos del Coloquio se encuentran en la web de Foro Educativo VER

jueves, 3 de noviembre de 2011

El Instituto Experimental de Puno (Autobiografía)

Patio del Instituto. Los murales fueron hechos por Simón Felipe Valencia Melgar

El Instituto empezó a funcionar en Junio de 1947, conducido por su fundador José Portugal Catacora, quien lo dirigió hasta mediados de 1956. Luego se convertiría en la Institución Educativa Pública 70001. El Instituto desarrollo el modelo educativo de Niveles de Madurez para el aprendizaje. Este modelo, en cuya formulación participó José Antonio Encinas, tuvo un fundamento teórico en seis libros escritos por Portugal Catacora  y sus avances se registraron en el Boletín Anual donde escribían los profesores.  Los niños por su parte producían su propio boletín llamado "Pensamiento Vivo". La experiencia del Instituto fue sistematizada por Portugal Catacora en su libro "Una Escuela por Niveles de Madurez en el Perú" (1990).

La importancia del Instituto en su época fue notable; al punto que el diario "El Comercio" editorializó en alguna ocasión sobre sus avances y los diarios del sur del país publicaban artículos de divulgación.  

Los invitamos a leer lo que Portugal Catacora escribió en su autobiografía sobre esta interesante experiencia, información que iremos ampliando en el futuro.(Para seguir leyendo, presionar en "Más información").
 

Maestros de Siempre

En una nueva foto de alguna actividad en el Instituto Experimental de Puno, podemos ver a algunos de los maestros que allí enseñaban. En la primera fila, el primero de la izquierda, Germán Chuquimia Loza y junto a él a Oswaldo Nuñez Géldrez. Un poco más alla a José Portugal Catacora. Segundo empezando por la derecha, Abel Duran Lanza.

Otros profesores, aunque no docentes en el Instituto, son:
En la primera fila sentados: Primero en la derecha, Pompeyo Aragón Abasto.
En la segunda fila sentados: Primero en la derecha, Víctor Castillo Cordero.
En la tercera fila parados: De izquierda, Fortuinato Charaja Condemayta, Daniel Castillo, NN, Sergio Sardón Ch., NN, Francisco Galindo, NN, Juan Catacora Morales, Angélica Gutierrez Valdivia.
En la Cuarta Fila Parados: De izquierda a derecha: Alejandro Loza Paredes, Flavio Mandujano Torres, Julio Macario Galindo, Moises Flores Hualpes y Teófilo Armaza Chambi.

martes, 1 de noviembre de 2011

Ponencia J.L. Ayala


JOSÉ PORTUGAL CATACORA: EL APRENDIZAJE Y LA REALIDAD NACIONAL
 
                                                    José Luis Ayala
 
Hablar hoy de educación, aprendizaje, pedagogía y cultura, así como de temas referidos a la formación de los maestros, significa necesariamente hacer un balance y liquidación de lo que hasta ahora hemos sido capaces o no, de crear un auténtico sistema educativo peruano. Se trata también de  releer cuanto se ha escrito sobre este tema y, recuperar las mejores páginas de insignes maestros peruanos, a quienes no se les escuchó ni valoró debidamente en su tiempo. Lo que equivale a decir, hay temas educativos que fueron expuestos adecuadamente, pero que en la práctica,  no se les valoró o simplemente no se quiso implementar sus objetivos porque en la práctica, constituían un peligro: estaban destinados a formar una conciencia histórica crítica.      Sin embargo, más allá de todas las experiencias educativas llevadas a cabo por muchos educadores peruanos inolvidables, al empezar la segunda década del siglo, hay una pregunta que viene del fondo del tiempo:  ¿Qué clase de educación debemos tener en el Perú del siglo XXI?

Enseguida llegan otras sin que se les llame: ¿Qué clase de sociedad queremos construir?, ¿tenemos un sistema educativo como parte de los objetivos nacionales? Las respuestas que se formulen podrían servir para crear un sistema educativo y así el Perú, pueda superar, por ejemplo, el síndrome de la colonia que tanto daño le ha hecho.          

En el fondo estamos hablando de temas absolutamente ineludibles si se trata de sentar las bases de un sistema educativo peruano. Para eso, tendríamos que abordar los siguientes temas básicos: La necesidad de realizar una nueva lectura o inventario de la realidad nacional. Establecer las bases de un nuevo sistema educativo capaz de superar el carácter colonial que tiene. En otras palabras, la tarea es ahora cambiar el sistema educativo para formar nuevas generaciones comprometidas en devolverle al Perú la fe y esperanzas en sus históricas fuerzas creadoras. Las recetas dictadas e impuestas por los organismos financieros internacionales, no han hecho más que convertir al Perú en una colonia cultural y económica. No han hecho más que aumentar la pobreza y engendrar un masivo desencanto social.     

Precisamente un maestro peruano preocupado en la problemática social,  educativa de su tiempo fue José Portugal Catacora (1), quien después de cesar en sus funciones referidas a la burocracia siempre castradora e infecunda escribió: “El doctor Jorge Basadre, cuando ejercía el alto cargo de ministro de educación, nos dijo que hiciéramos llegar a los maestros del país algunas directivas pedagógicas por lo menos una vez al mes. Sin embargo, aquel buen deseo del eminente educador y nuestra disposición favorable, no pudieron cumplirse en diez años de nuestra permanencia en el Ministerio de Educación; pues cada vez que lo intentamos nos perdimos siempre en esa vorágine de papeles que prima en las gestiones administrativas del mencionado Ministerio”. (2)

De acuerdo al testimonio del maestro nacido en el pueblo de Ácora, solo diez años después pudo escribir un libro que contiene no solo su pensamiento pedagógico, sino que además es un referente de lo que se pudo hacer en materia educativa. Precisamente ahora nos sirve para volver a pensar en el Perú como un ejercicio feliz de relectura. De modo que es posible aseverar que se trata de un texto meditado y finalmente escrito como resultado de una rica experiencia pedagógica. “Estrategia para guiar el aprendizaje” publicado como texto universitario en 1981, está concebido para los maestros primarios y, fue una propuesta por la que se tocaban temas tan delicados como aquella que si los maestros no conocen la realidad del Perú y problemas de sus respetivas regiones, mal podrían pensar en llevar a cabo una educación coherente y renovadora.         

Estamos hablando por ejemplo de una experiencia pedagógica valiosa que abarca temas referidos a temas del desarrollo del niño, al aprendizaje, trabajos escolares, planeamiento del aprendizaje, implementación de instituciones educativas como el municipio y la República Escolar. Pero lo más importante es que José Portugal Catacora cuando trata del conocimiento que el docente debe tener del Perú, encuadra su propuesta así: “Conocimiento de la patria (del Perú). La realidad geográfica. La realidad económica. La realidad histórica. La realidad social. La realidad cultural y La realidad educativa”.

     Señala que: “Todo educador debe tener una clara conciencia de la realidad de su Patria, como condición indispensable para educar con eficacia a las nuevas generaciones, ningún educador que ignore las potencialidades naturales de su país podrá planificar los objetivos concretos de tareas docentes.     Esta premisa exige la necesidad de que los educadores, sin excepción, tengan que conocer a la luz de las características de nuestro tiempo la realidad geográfica, económica, histórica, social cultural, cívica y educacional de su pueblo, cuyos hijos han de educarse bajo la acción de su responsabilidad”. (3)

    Es decir, si los maestros peruanos no tienen una visión histórica y crítica de la realidad nacional, mal podrían ejercer un magisterio carente de horizontes ni referencias históricas. Esta idea sin duda molestó, amargó e incomodó a los conservadores y burócratas del Ministerio de Educación, para quienes educar era sinónimo de domesticación de los niños y jóvenes y no aprendan a pensar. Estaba prohibido que los educandos desarrollaran la inteligencia, la capacidad de percibir los problemas de sus pueblos y del Perú, para que cuando sean adultos, propongan las vías más adecuadas  y hallar soluciones inteligentes como coherentes.                    

    José Portugal Catacora, después de analizar los problemas más inmediatos del sistema educativo en referencia a la educación primaria,  cuando se refirió a “La realidad social del Perú” escribió: “Al margen de esta situación, se perciben preferencias y discriminaciones en el desarrollo rural y urbano. Todos los beneficios se han establecido en las ciudades y poco o nada en el campo, debido no solamente a su dispersión sino porque se ha tenido un concepto peyorativo de la población rural, desde luego con verdadera injusticia para el poblador campesino. Por esta razón, indudablemente, desde los primeros decenios de este siglo (XX) se ha producido una migración incontenible de los pobladores campesinos hacia las ciudades, creando graves problemas tanto en las ciudades como en el campo, pues los campos se han despoblado reduciéndose así la producción, las ciudades se han superpoblado complicando la vida social”. (4)    Esta percepción coincide con un trabajo realizado por entonces por José Matos Mar (5) a través de lo que con propiedad ha llamado “Desborde popular y crisis del Estado” (6), texto que ha alcanzado varias ediciones y que sin duda el maestro José Portugal debió haber leído. Como educador  andino primero y después como funcionario constató el padecimiento de los migrantes a Lima. Su sensibilidad más que estudios académicos, le permitió también llegar a entender que el Estado estaba ausente frente a las continuas migraciones debido a muchas razones, pero más debido a la ausencia de una adecuada planificación poblacional que el Perú no ha tenido.         

   En lo referente a “Conceptos pedagógicos esenciales” dice: “Pero las dificultades educativas no pueden concebirse como meras concepciones filosóficas. En el tiempo en que vivimos hay cosas concretas que hacer y así hay que plantearse. Los fines biológicos tienen que consistir en la conquista del pan cotidiano y la erradicación del hambre que tanto tortura a los pueblos de nuestro tiempo. Los fines sociológicos deben plantearse como la consecución de la justicia social y la erradicación de las discriminaciones. Los fines económicos tienen que entenderse como el medio más justo de distribuir la riqueza y el producto del trabajo entre todos los miembros de la sociedad. Los fines éticos deben plantearse como medios de alcanzar la más alta dignidad humana y la destrucción de la corrupción y la inmoralidad sociales”. (7)          

     José Portugal Catacora señala que la educación tiene que estar comprometida con la realidad, pero que para formar una conciencia nacional o peruanista es importante el conocimiento de la historia. Por esa razón vamos a acudir a un texto sumamente didáctico, cuyas enseñanzas no se han tomado en cuenta. En efecto, la enseñanza de la historia en la primaria sigue siendo una mera repetición de una historia falsa. Si se forma a los niños a base de datos falsos también se forma una falsa conciencia. Es  importante que los alumnos tengan una idea cabal de Estado, de la Nación, de la Patria. En esa época todavía no se hablaba de naciones como ahora, para la clase dominante solo había y hay una sola nación, no existe la Nación Aymara, menos el pueblo quechua ni los de la amazonía peruana. Así los niños crecen con una falsa visión de lo que realmente somos.         

    A propósito, el historiador Pablo Macera le preguntó a Jorge Basadre si la nación peruana existía, el maestro Basadre contestó: “Me parece que existe un hecho histórico interrumpido y que en el Perú, en el territorio que hoy llamamos el Perú, a pesar de los recortes o cambios a través de los siglos, ha habido un hecho muy importante: la existencia de una fuerza centralizadora, que ha sido el Estado. La tenemos desde antes de los incas, con los incas, con la conquista, en el virreinato y en la República; o sea que abarca un período de muchos siglos, y en ese sentido resulta un fenómeno mucho más antiguo que el de otros países del mundo. Ahora, al mismo tiempo, creo que hay un fenómeno de ausencia de integración, que hay capas distintas desde un punto de vista geográfico, social, cultural, económico, etc., y sobre todo que no se ha resuelto fundamentalmente el problema creado por la conquista española cuando se superpuso el grupo conquistador (y quienes siguieron a los conquistadores) a la masa indígena. Esa especie de dualismo no ha se roto definitivamente a pesar de la existencia de un vasto mestizaje”. (8)

    José Portugal Catacora prefiere hablar de Patria (9). Pero esta expresión tiene para el maestro andino un sentido amplio, no es solo es la definición que expresa el Diccionario de la Real Academia. En efecto, escribe: “Todo educador debe tener una clara conciencia de la realidad de su Patria” (10). En esa acepción desarrolla conceptos referidos por ejemplo a la realidad geográfica, económica, histórica, social, cultural y a la realidad educativa. En otras palabras, el maestro puneño debió haberse preguntado qué pasó realmente para que en el Perú no se hayan plasmado los sueños de los Libertadores. Aquí habría que recordar el credo que lo acompañó toda la vida: “Educar, estar siempre al servicio del niño, del indio y de la Patria”. Ese ideal lo acompañó en sus tareas más difíciles. Por eso ahora acudimos a ese fecundo diálogo cuando Pablo Macera le preguntó a Basadre: “¿No piensa usted también que la revolución de la Independencia es una revolución secuestrada?” Jorge Basadre respondió: “La Independencia terminó siendo una revolución no cumplida.

   Pablo Macera: Secuestrada, pienso yo, en gran parte por los enemigos de la revolución  que se convirtieron  (algunos de ellos) en gobernantes de la república. No es el primer eslabón (no hablo tanto de la presidencia de la República) sino en los escalones decisivos en el orden administrativo. ¿Qué es lo que ocurre con hombres como Mariátegui, Sánchez Carrión y otros más que verdaderamente hubieran podio radicalizar el proceso de la Independencia, o sea hacer que la república cumpliera, no solamente los objetivos reformistas de algunos criollos, sino los objetivos revolucionarios que compartían las masas indígenas? ¿Qué ocurrió para que se vieran obligados a ceder su lugar a quienes exclusivamente querían un cambio político, terminar con el dominio español pero no cumplir con ninguna de sus promesas que usted ha señalado, dejando así intacta la vieja estructura social interna?  (11)       

Si no se hace un viaje inteligente al pasado, es imposible entender lo que es hora el Perú. El maestro José Portugal Catacora, hace que se acuda a la historia como una fuente de experiencia colectiva que todo educador debe tener. Pero los conceptos han ido cambiado en el tiempo, porque los problemas también son otros, son nuevos y comprometen a pensar de distinta manera. Es decir que el Perú es otro pero sigue siendo el mismo. Casi nada ha cambiado pero también se han dado cambios esenciales sin haberse modificado lo esencial, las estructuras, las bases que han permitido el destierro en vida de millones de seres humanos. Ese hecho doloroso ha causado la formulación de varios juicios. Uno de ellos corresponde a un brillante historiador que lamentablemente murió muy joven. Escuchemos la voz y reflexión de Alberto Flores Galindo.             

   “El Perú, pareciera ser un país disgregado. La imagen de un país al borde del abismo, donde todo amenaza con arruinarse, la encontramos en las impresiones que Bolívar recoge a su llegada al Perú. País a la deriva. En estos últimos años estas imágenes se han actualizado. Es así que la historia peruana aparece como una fuga continua, donde todo se interrumpe. Alguien se ha referido a un país aluviónico. Hasta se le ha calificado de ‘abortivo’. Votar en contra parece ser un frecuente ejercicio intelectual. (12)

     Alberto Flores Galindo, que lamentablemente dejó trunco un proyecto mayor por haber fallecido muy joven, estuvo formado con los conceptos nuevos de la historia de su época. Buceó profundamente en los orígenes de la República y sus reflexiones han servido para tomar conciencia acerca de de sus orígenes y defectos. José Portugal Catacora tenía un particular interés a fin de los maestros de las escuelas, tomaran conciencia de los orígenes de la Republica; es decir, acerca de cómo es que no se cumplieron los proyectos de los Libertadores. Una vez más acudimos a lo que dijo en referencia a este tema: “Hace más de 160 años, Sánchez Carrión imaginó un país en el que el Estado y la sociedad fueran una misma cosa. La historia republicana no confirmó sus sueños: Estado y sociedad han marchado permanentemente enfrentados, como resultados de las marginaciones y exclusiones impuestas por la oligarquía. Sin embargo la sociedad nunca quedó inerme. Se ha defendido. Así se ha ido precisamente construyendo la identidad nacional. Por ese camino de enfrentamiento contra el poder han surgido los movimientos regionales o eso se le llamó años atrás clasismo. También los partidos de izquierda. Es evidente que existe una tradición autoritaria en el país- los caudillos, los mesías, el militarismo- pero también, aún con interrupciones y pocas veces de manera continua, existe otra tradición que ha cifrado en la posibilidad de la organización autónoma, su garantía de persistir en el Perú. Hay que apostar por ella”  (13)
     Flores Galindo como serio investigador social que era, no solo se quedó en la formulación de una crítica justa como oportuna, sino que además formuló respuestas a sus interrogantes como a las que hicieron otras personas vinculadas a las ciencias sociales. Porque no se trata solamente de hacer observaciones, formular críticas sino también de sugerir soluciones coherentes como viables. Aunque han transcurrido once años de historia, la idea de hallar un consenso para reconstruir las bases de lo que deberá el Perú del futuro es todavía una responsabilidad histórica pendiente.       El autor del celebrado ensayo: “Buscando un inca”, precisamente escribió: “El Perú reclama soluciones para el año 2000, ni siquiera para dentro de un decenio, sino para este momento. La miseria creciente y el desempleo son realidades del corto plazo, que se viven todos los días. ¿Es posible encontrar un camino de cambio que no sea autoritario y que nos evite desembocar en una dictadura militar? Un proyecto eficaz requiere de una voluntad política. Una voluntad política no es sinónimo  de un mesías. Es el resultado del encuentro entre ideas, programas, planteamientos y fuerzas sociales capaces de llevarlos a cabo. (14)

    Cuando se trata de este tema y de lo debería ser el Perú en el siglo XXI, estamos hablando de lo que se ha venido a llamar un proyecto histórico. Se trata de un tema que ahora ha dejado de ser actual debido a la coyuntura política pero no ha terminado de discurse plenamente, en otras palabras, el tema no está cerrado. Debido a la crisis por la que atraviesan los partidos políticos, el debate deberá reiniciarse con la concurrencia de los investigadores sociales. Para resumir en pocas palabras hemos superado con dolor de las multitudes y grandes mayoría empobrecidas etapas bien marcadas: un falso modernismo, un desarrollismo atrofiado, una etapa de reformismos, una época de contrarreformas, la etapa del chorreo, la praxis de la nefasta doctrina del “Perro del hortelano” y ahora estamos viviendo  la época de la inclusión social. Ninguno de estas épocas han permito que el Perú deje de ser un país dependiente, colonial y empobrecido.       

    Frente a la ausencia de un debate de lo que deber ser proyecto nacional, es oportuno recordar lo que dijo Luis Guillermo Lumbreras: “Pero todo este proyecto político tiene un signo adicional, que cruza las marchas y contramarchas de la república oligárquica que remplazó a la minúscula república aristocrática que se propuso remplazar a la vez a la vez al régimen virreinal, luego de los folklórico inicios del proyecto republicano en que a largo de este tiempo, es decir antes de Velasco, mucho antes de las guerrillas del 60, antes de Leguía y la formación del Perú moderno,  antes aún de que González Prada estigmatizara a la república como un engendro inoperante, los conflictos centrales eran los mismos que ahora apreciamos con espanto en toda su desnudez”. (15)  

   Durante muchos años estuvo de moda preguntarse: ¿Cuándo se jodió el Perú?, a propósito de una reflexión que se formulara Zavalita, un personaje de una novela Mario Vargas Llosa titulada “Conversación en la catedral”. Muchas personas respondieron desde distintos puntos de vista social, político y económico. Sirvió también para escribir ensayos y reflexiones sobre el drama social del Perú. Hubo siquiatras y sicólogos que pusieron al Perú en el diván para sicoanalizarlo, para analizarlo y auscultarlo como si se tratara de una persona. Las lecturas de los diversos textos finalmente enriquecieron un proceso de introspección, también para determinar el grado de desencanto y conocer, mejor dicho reconocer la fe y esperanzas en el futuro.      

   Un connotado abogado que con tanta fe trabajó mirando el futuro fue Alberto Ruiz Eldregge y él quien dijo: “No es cierto que el Perú se haya ‘jodido’. Pese a tantos enemigos, de afuera como del propio país, el Perú como el ave Fénix renacerá: y este es el fenómeno real en transformación en las etapas republicanas, casi todas destructiva de la peruanidad profunda.
     ¿No es ya revelador que tras ciento ochenta años de errores – con muy pocas excepciones -, de abusos, entreguismo, explotación, vivamos y, a fines del siglo, recién hemos recuperado la población que teníamos antes de la conquista?
   Lo que ocurre es que el momento histórico es velos y a veces de violenta mutación de valores. Se marcha ya a un futuro muy diferente de todo cuanto conocemos en materia de organización económica, social y política y sentimos que los viejos sistemas y fórmulas anticuadas entran en declinación, no es como pretenden los pesimistas y los conservadores empedernidos, el fin de la civilización, más sí el inicio tumultuoso y fecundo de una nueva era”  (16)

     Y cuando se dice que el Perú tiene una educación de carácter colonial no es un descubrimiento excepcional, fue José Carlos Mariátegui quien hizo esa afirmación con absoluto conocimiento de causa. El “Amauta” tenía razón de hablar así porque constató que la educación no había cambiado de rumbo ni asimilado las nuevas conquistas pedagógicas de su tiempo, pero lo peor era que el criterio esencial era el mismo de la colonia: enseñar para que no se aprenda, educar para repetir ideas medioevales y mantener el status quo, enseñar para que no se aprenda a reflexionar. Es decir, impartir una “educación” destinada a perpetuar la idea de que somos incapaces de pensar en nosotros y de diseñar una educación creadora, liberadora, descolonizante.               

     En efecto Mariátegui escribió: “La educación nacional, por consiguiente, no tiene un espíritu nacional: tiene más bien un espíritu colonial y colonizador. Cuando en sus programas  de instrucción pública el Estado se refiere a los indios, no se refiere a ellos como peruanos iguales a todos los demás. Los considera como una raza inferior. La república no se diferencia en este terreno del virreynato.

   España nos legó, de otro lado, un sentido aristocrático y un concepto eclesiástico y literario de la enseñanza. Dentro de este concepto, que  cerraba las puertas de la Universidad a los mestizos, la cultura era un privilegio de casta. El pueblo no tenía derecho a la instrucción. La enseñanza tenía por objeto formar clérigos y doctores”. (17)

   Pero hay un tema que al maestro José Portugal Catacora, le preocupaba de manera constante, es el tema de la pobreza y el dolor humano que causa ahora a una gran mayoría de la población especialmente rural. Es sabido que durante su infancia y parte de su juventud constató y experimentó grandes limitaciones económicas. Seguramente que ese hecho pero más debido a su sensibilidad humana, debió haber sido un tema de constante preocupación. Sobre este tema hay una frondosa bibliografía, pero el trabajo al parecer más serio y confiable es de Francisco Verdera, una de las personas que sin duda ha estudiado desde el punto de vista de la economía y la población. No se trata de un ideólogo o de un trabajo ideologizado. Al contrario, es la elaboración de un amplio estudio lleno de verdades lacerantes.  
   “La reducción de la pobreza – dice el analista - pasa por modificar la política macroeconómica, o si se quiere el modelo económico.  El objetivo debe ser contar con un marco macroeconómico estable pero, a la vez, con una estructura de incentivos que promueva el crecimiento, con claros objetivos redistributivos de carácter progresivo. Esto significa revisar las políticas monetarias, de tipo de cambio, tributaria y fiscal, de gasto público social, de salarios y de la de regulación de precios y tarifas. No plantearse este cambio en las políticas significa seguir consagrando la enorme pérdida de poder adquisitivo ocurrida y la pérdida de bienestar de las familias, manteniéndolas en su condición de pobreza de manera permanente”. (18)

     En fin, así son los grandes maestros que nos invitan a reflexionar sobre temas tan antiguos como el Perú. Es que releer no es una tarea fácil y más aún cuando el deber moral de todo intelectual, es contribuir con el debate acerca de la educación peruana. Cuánto se hubiera construido si los burócratas del ministerio de Educación lo hubieran dejado trabajar a José Portugal Catacora. Sin embargo, tuvo el coraje de sobreponerse a un desencanto y luego volver a pensar en el Perú. Aunque muchos conceptos educativos ahora han cambiado y hay otro lenguaje como conquistas pedagógicas, José Portugal Catacora después de haberse retirado a su casa, siguió trabajando y pensando en la grandeza del Perú.        

 NOTAS

1.- José Portugal Catacora. José Luis Ayala. Ver Diario Los Andes de Puno, 31 de enero del 2011.
2.- José Portugal Catacora. Estrategia para guiar el aprendizaje. Textos universitarios, pp, 11. Editorial Universo. 1981, Lima.   
3.- José Portugal Catacora. Estrategia para guiar el aprendizaje. Textos universitarios, pp, 13. Editorial Universo. 1981, Lima.   
4.- José Portugal Catacora. Estrategia para guiar el aprendizaje. Textos universitarios, pp, 16. Editorial Universo. 1981, Lima. 5.- José Matos Mar, un celebrado antropólogo que nació en Coracora, Ayacucho. Estudió en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y luego en la Universidad de París. Fue fundador y director del Instituto de Estudios Peruanos, asesor de UNICEF en México para formular estrategias de combate a la pobreza (1995-1997) y consultor del Instituto Panamericano de Geografía e Historia (IPGH) en México (1999-2003). 6.- Desborde popular y crisis del Estado. Veinte años después (Fondo Editorial del Congreso de la República, Lima 2004). Desborde popular y crisis del Estado. El nuevo rostro del Perú en la década de 1980 (IEP, Lima, 1984)
7.- José Portugal Catacora. Estrategia para guiar el aprendizaje. Textos universitarios, pp, 24. Editorial Universo. 1981, Lima.   
8.- Pablo Macera. Conversaciones con Basadre. Masca azul editores. Talleres de Industrial Gráfica, pp., 129. 1979. Lima.
9.- Patria se refiere a la tierra natal o adoptiva a la que una persona se siente ligada por vínculos de diversa índole, como afectivos, culturales o históricos o lugar donde se nace. Es también la tierra natal de los padres de una persona, a la cual se siente ligado afectivamente sin necesariamente haber nacido en ella. El significado suele estar unido a connotaciones políticas o ideológicas, y por ello es objeto de diversas interpretaciones así como de uso propagandístico. Fuente: Sistema de Internet. 
10.- José Portugal Catacora. Estrategia para guiar el aprendizaje. Textos universitarios, pp, 13. Editorial Universo. 1981, Lima.   
11.- Pablo Macera. Conversaciones con Basadre. Masca azul editores. Talleres de Industrial Gráfica, pp., 137. 1979. Lima.
12.- Alberto Flores Galindo. Obras completas IV. La utopía andina. Esperanza y proyecto, pp, 215. Asociación gráfica educativa. 1966. Lima.   
13.- Alberto Flores Galindo. Obras completas IV. Vivir en el Perú. Esperanza y proyecto, pp, 201. Asociación gráfica educativa. 1966. Lima.   
14.- Alberto Flores Galindo. Obras completas IV. Vivir en el Perú. Esperanza y proyecto, pp, 201. Asociación gráfica educativa. 1966. Lima.     
15.- Luis Guillermo Lumbreras. Esbozo de una crítica de la razón colonial. En En qué momento se jodió el Perú, pp, 19. Editorial Milla Batres. 1990. Lima.      
16.- Alberto Ruiz Eldregge. El Perú espera. En En qué momento se jodió el Perú, pp, 163. Editorial Milla Batres. 1990. Lima.
17.- José Carlos Mariátegui. 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, El proceso de la instrucción pública., pp, 86. Biblioteca Amauta. Obras completas de José Carlos Mariátegui.       
18.- Francisco Verdera V. La pobreza en el Perú. Un análisis de las causas y de las políticas para enfrentarla, pp. 288. Instituto de Estudios Peruanos.. Tarea Asociación Gráfica educativa. 2007. Lima