sábado, 18 de febrero de 2017

Niños del Kollao: 80 años


A principios de 1937, José Portugal Catacora, había regresado a la ciudad de Puno tras 7 años de enseñar en la Escuela para Varones de Ayaviri, donde fundó la Revista El Educador Andino y uno de los primeros sindicatos de maestros en el Perú. Traía de esa su primera experiencia docente, unas decenas de cuentos que se los mostró a Emílio Vásquez del Grupo Orkopata, quien le recomendó publicarlos y él mismo escogió los que consideraba los mejores. El libro, "Niños del Kollao", saldría ese año, ilustrado con valiosos grabados. No sabía su autor que estaba publicando uno de los primeros textos de literatura infantil y de la ilustracion para niños en el Perú. El 2015, la Casa de la Literatura presentó el libro en su muestra "Mi Casa es Linda", exposición que es recogida en un hermoso libro, del cual hemos extraído el siguiente texto y las imágenes que corresponden a "Niños del Kollao". El libro de "Casa de la Literatura" puede verse en: Exposición Mi Casa es Linda y el libro de Portugal Catacora descargarse en Niños del Kollao.

José Portugal Catacora creó y dirigió el Instituto Experimental de Puno con el apoyo de José Antonio Encinas. Esta escuela fue un proyecto educativo de vanguardia de la década de 1930. Se trataba de una experiencia de educación popular local con características que aún hoy sorprenden por su claridad en cuanto al rescate del entorno y al planteamiento de una educación para el bienestar en autonomía.

Como parte de la propuesta educativa y de formación ciudadana, el propio Portugal publicó Niños del Kollao, libro de texto ilustrado precursor en la educación peruana. Para las ilustraciones de este volumen y la intervención en los muros de la escuela, el maestro Portugal trabajó con los artistas del Círculo Pictórico Laikakota, la vanguardia plástica puneña de ese momento, con quienes coincidía en el proyecto de consolidar una identidad puneña.
En el prólogo, Emilio Vásquez contextualiza el esfuerzo. Ante la adversidad del entorno —la altitud y la aridez—, dice Vásquez, “el hombre surperuano puneño, cuzqueño o arequipeño, kechwa o aimara, es uno de los más luchadores del mundo […] Sólo falta educarlo, insuflarle en la sangre i en los nervios el soplo de la creación multánime. Cuando el hombre kolla se haya educado será, de consuno, el dueño de la vida”. Y concluye: “Lo que pretende José Portugal es esto, precisamente: educar al niño de hoi en tales condiciones que mañana sea el verdadero artífice de su obra, el piloto de su destino, el Pigmalión de sus roquedales y el Proteo multíplice de su alma”.