domingo, 26 de octubre de 2014

La Palabra de los Niños - Pensamiento Vivo

Una de las experiencias pioneras sobre creatividad infantil data del cincuenta. Se realizó en Puno,  motivado por el profesor José Portugal Catacora, autor de Niños del Altiplano”. Con estas frase Roberto Rosario Vidal, recuerda en un artículo publicado con ocasión de la celebración de los  cuarenta años del libro "La Palabra de los Niños" del Dr. Milciades Hidalgo Cabrera, la publicación en 1951 en Puno de la revista “Éxito. Pensamiento Vivo de los Niños” con textos escritos por los alumnos del Instituto de Educación Experimental de Puno, hoy IEP 70001 "José Portugal Catacora".

La revista, impresa a mimeógrafo,  se publicó el 4 de noviembre de 1951 en homenaje al aniversario de la fundación de la ciudad de Puno. Se publicaron un total de 5 números de la revista durante el tiempo que Portugal Catacora fue Director del Instituto, entre 1947 y 1957. Posteriormente se publicaron números similares, siguiendo una valiosa tradición bajo la cual, el año 2013 los maestros del IEP 70001 publicaron una importante recopilación de cuentos y leyendas recogidos por los alumnos y presentados para su uso educativo por los profesores del plantel.

En la presentación de primer número de la revista en 1951, podemos leer:

“Queridos lectores: Esta revista la publicamos los niños del Instituto de Experimentación Educacional, en homenaje al aniversario de la fundación española de Puno. Esperamos que les gusten los artículos de los niños colaboradores y saquen algunas ideas buenas” (Alumno Juan Núñez Ríos).

En la revista escribieron los niños de los cuatro niveles  en que se organizaba la educación en la escuela, niveles de grado de madurez en el aprendizaje que reemplazaban los tradicionales años de estudio, siguiendo un modelo innovador en el cual la promoción de un nivel a otro se producía mediante exámenes psicopedagógicos y no a través de las tradicionales pruebas de conocimientos.

Los textos contenidos en los diferentes números de la revista son principalmente poesías, prosas poéticas, algunos cuentos ilustrados de manera muy simple (la impresión era a  mimeógrafo) y  pequeños reportajes sobre las actividades de la escuela.

A Puno

¡Oh bello pueblo de Puno!
Pueblo de leyendas i tradiciones
Cimentada en minas de plata
Bañado por el lago sagrado
Del que salió la gran pareja
Manco Capac i Mama Ocllo

Puno de mis quereres
De hombres fuertes y viriles
donde los españoles vivieron
horas de admiración por tu gran valor.
 (Alumno Percy Peñaranda)

Mi trompo

Bailarín encantador con pie de fierro, en cada vuelta que das ries, apenas despierto ya estas saltando buscando tu ropita de cordel.

Si llego a la escuela, me dices hazme bailar, si te ganan lloramos los dos, si ganas cantamos; cuando leo y escribo descansas i cuando suena el pito, alegre te pones porque vamos a bailar; trompito bailarín, eres lindo saltarín. (Alumno Mariano Cáceres).

Mi Cometa

Bajo el cielo i las nubes
Las cometas flamean
Con vientos musicales
I voces cantarinas,
El sol matinal
Esplende su fulgor
En las alturas
Vestidas de azul aire

Oh cometa, tus colores
resplandecen
como el deso puro
de mi alegre corazón.
(Alumno Pablo Delgado)

En su libro “Una Escuela por Niveles de Madurez en el Perú” (1990), José Portugal Catacora, rememoró la experiencia de la revista.

“Los niños no sólo debieron tener sus voceros internos de carácter mural que hemos mencionado. Planeamos la publicación de una revista infantil, que fuese escrita realmente por los niños y no por los profesores quienes por el prurito de hacer aparecer autores precoces suelen correguir o cambiar los temas, pero en el fondo los hacen sentirse frustrados o engañados a los niños. Con motivo de las fechas y semanas del calendario escolar organismos concursos entre los niños acerca de temas como la Madre, la Primavera, la Patria, el Día de Puno, etc. Y los trabajos seleccionados por los propios niños se publicaron en la revista.

La literatura infantil podría clasificarse, si las autoridades en preceptiva literaria nos lo permitieran en 1° literatura para niños, como la producida por Constancio Vigil en Argentina o Lobato, 2° literatura sobre temas o personajes infantiles como los libros del popular escritor argentino, Alvaro Yunque, y 3° literatura por niños, entre las cuales conocemos una sola producción, la de los 330 poemas de los niños de la escuela de Jesualdo, paraguayo. La revista de nuestros niños puede ubicarse en esta última categoría porque su contenido, repetimos, era producción genuinamente infantil. Pues en ellos pudimos encontrar la innegable como inmensa riqueza espiritual del niño para crear ideas profundas y formas bellas de expresión que muy pocos sabemos percibir porque comúnmente nos contentamos con repetir”.

domingo, 12 de octubre de 2014

Germana Catacora - relatos autobiográficos

Aquella inolvidable tarde rodeamos a mi madre postrada con tifus, mal que había cogido como una sombra negra a toda Acora. Había en Platería un médico adventista, pero eramos católicos y sería un pecado acudir a los adventistas. Más bien vino el "qolliri" curandero, quien dijo que ya era tarde y no podía hacerse nada.

Pronto anocheció y mi mamá se durmió quejándose, hablando a medias, delirando. Cuando amaneció dejó de quejarse y todos nos levantamos apresuradamente.

-Llamen a la Gregorita- dijo mi madre con voz apagada.

Patio de la Casa de los Portugal Catacora
en Acora
Mi hermano Martín montó en la yegua negra que teníamos y se fue pampa abajo en busca de Gregorita que era la muchacha más querida de mi mamá. Y a mi me mandaron donde mi tía Vicenta a prestarme la cera del buen morir. Yo salí como volando. Y cuando estuve de vuelta, mi madre ya había expirado y todos mis hermanos lloraban inconsolablemente. Estábamos allí los dos Daniel, Mariano, Teodosia y Martín y yo, los más pequeños. 
...
La hermana de mi padre, mi tía Eusebia, vino y nos llevó a su casa a mí y a Martín. Por la tarde de aquel día, Alejita y Graciela, nietas que criaba mi madre y que tendrían tres o cuatro años , se sentaron cerca a ella y cuando les preguntaron que hacían allí, dijeron "estamos esperando a que mi abuelita despierte".
...
Apenas aclaró el nuevo día mi casa fue llenándose de mucha gente, todos eran campesinos. Al medio día todo el pueblo estaba repleto de hombres y mujeres del campo. Es que la heredad de los caciques Catacora no había sido olvidada por los pobladores de los 64 ayllus aymara que formaban el cacicazgo de Acora, hasta que con la guerra por la independencia los caciques fueron reemplazados por gobernadores.

Aquél día el féretro fue sacado de mi casa como a las diez de la mañana. De la mano de mi hermana Teodosia caminamos hacia la Iglesia San Juan, en la plaza del pueblo. Cuando llegamos los campesinos quisieron que se diga la misa de cuerpo presente, pero el cura se negó a abrir el templo. Entonces los campesinos quisieron abrirla a viva fuerza, pero mi padre y mi tío Raimundo intervinieron y no se abrió la iglesia y el ataúd fue llevado de frente al panteón que se fue llenando de campesinos, hombres y mujeres, que lloraban.

Un hecho que se grabó en mi mente es que todas las mujeres nos daban panes, con los cuales llenamos varias canastas. Aquello duró muy poco tiempo y al acabarse el pan sentimos realmente que eramos huérfanos. La orfandad es una de las formas de vida más dolorosas, sobre todo cuando es la madre la que se va camino del infinito.

Desde aquellos días habían transcurrido como cuatro meses. Cierto día íbamos yo y Martín a la hacienda Qalala, donde mi padre era administrador. Para llegar había que trasponer el cerro que cubre el pueblo de Acora, mi hermano se quedó en un lugar para arreglar la montura de su caballo y yo me adelanté, seguí cuesta arriba hasta que llegue a la cumbre, desde donde se puede contemplar gran parte del panorama del altiplano, incluso el vidrio del templo de la Virgen de Copacabana se refleja a esas altura. 

Yo también me sentí cansado y me senté a esperar a mi hermano junto a una roca, donde me quede dormido. Pero, un sonido inexplicable me despertó, abrí los ojos y encontré a mi madre parada delante mío. Más cuando quise incorporarme para asirme a mi madre, todo se esfumó en la nada.

Así volvió su alma desde la otra vida como para decirme que siempre estaría junto a mi, toda la vida.  Y desde entonces se convirtió para mí en una forma de diosa protectora. Su imagen de ese día vibra constantemente en mis pupilas y creo que por eso me he convertido en un hombre integro, respetable y respetuoso, porque mi madre nunca me abandonó.

(Extractos del Cuento "El Tifus" en el manuscrito "Relatos Tradicionales de Acora". Germana Catacora falleció en 1918, cuando José Portugal Catacora tenía 7 años).