viernes, 25 de julio de 2014

Alfabeto Aymara Quechua Castellano

El problema del estudio de una lengua hay que concebirlo desde los puntos de vista del alfabeto, la gramática, el diccionario y la literatura, a lo que habría que agregar la técnica o las técnicas del aprendizaje y de su enseñanza desde el punto de vista educativo.

La Academia de las Lenguas Nativas de Puno empezó por el estudio del alfabeto, por que indudablemente es la primera cuestión básica, sin el cual no es posible llegar a su utilización. Los demás problemas los tocó subsidiariamente como el vocabulario y la guía didáctica e implícitamente la gramática.
El alfabeto
El alfabeto elaborado por la academia consta de cuarenta signos gráficos y acústicos. A continuación se presentan los cuarenta signos, con ejemplos iniciales de palabras aymara y castellano, así como quechua y castellano.
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AYMARA CASTELLANO
QUECHUA CASTELLANO
Signos
Aymara
Castellano
Quechua
Castellano
A
Amaya
Cadáver
Ama
No
B
Bandera
Bandera
Bandera
Bandera
C
Curmi
Arco iris
Causay
Vivir
CH
Chacha
Varón
Chaqui
Pie
CCH
Caja
Ronco
Cchaqui
Seco
CHH
Chhuru
Pico
Chhulla
Rocío
D
Demanda

Domingo

E
Eqaña
Llevar
Esqon
Nueve
F
Firma
Firma
Fiesta
Fiesta
G
Gobernador

Guardia

H
Huila
Hacienda
Sangre
Hacienda
Huira
Huerta
Sebo
Huerta
I
Ipi
Tonto
Ipa
Tía
J
Jiura
Quinua
Jilli
Jugo
JH
Ajha
Manso
Sajhra
Diablo
K
Kerosene
Kerosene
Kreso
Creso
KK
Kkari
Mentira
Kkiri
Herida
KH
Khasa
Eructo
Khamuy
Masticar
L
Luraña
Hacer
Lahua
Mazamorra
Ll
Llilli
Escaldadura
Llaqui
Pena
M
Mama
Madre
Manca
Olla
N
Naya
Yo
Nanay
Dolor
Ñ
Ñuñu
Ubre
Ñaña
Hermana
O
Ojhe
Ola
Ojhllay
Empollar
P
Parpa
Tuétano
Pana
Hermana
PP
Pparu
Huraño
Ppamra
Necio
PH
Phara
Seco
Phahuay
Volar
Q
Queso
Qamaya
Queso
Nube
Queja
Qara
Queja
Pellejo
QQ
Qqapa
Activo
Qqata
Turbio
QH
Qhatu
Mercado
Qhata
Cuesta
R
Recluta
Aruma
Recluta
Noche
Ramada
Ranra
Ramada
Pedregoso

Estructura fonética
La estructura fonética del alfabeto que consignamos comprende 28 sonidos de la lengua castellana y 12 sonidos de las aborígenes.
Debemos hacer énfasis en las siguientes características.
1º        Considera las 5 vocales y no solamente 3 como consideran los lingüistas. El más elemental ejemplo del uso de las 5 vocales se encuentra en las palabras con las que se ejemplifican cada uno de los fonemas. Aunque esto fuera suficiente para justificar su consideración, queremos observar que los lingüistas han llegado a la conclusión de la necesidad de reducir a 3 las vocales porque han hecho estudios en grupos humanos de evolución primitiva, como los Pieles Rojas en Norteamérica. Pero con ellas no se pueden equiparar las lenguas quechua y aymara, pues son el hablar de culturas que alcanzaron notable evolución y si no continuaron, fue porque el fenómeno de la conquista lo truncó, imponiendo la prohibición de su uso.
2º        De los 12 sonidos correspondiente a las lenguas nativas, 4 se duplican para las palabras de dicción fuerte como cari, mentira, o kkiri, herida, en aymara y quechua sucesivamente. Las 7 restantes se combinan para palabras guturalmente fuertes como phara, en aymara y phahuay, volar en quechua.
Estos 40 signos podrán reducirse a 37 si se descarta la V y Z, que no se usan funcionalmente en el castellano que se habla en el Perú y aún en toda América del Sur, y los signos I e Y que toman sonidos muy convencionales en el castellano.
3º        No se emplea el sonido de W que tiene una dicción difícil y por tanto no tiene aplicación en el castellano.
Intercambio lingüístico
Tres siglos y medio de contacto social de los castellanos con los quechuas y aymaras, a través de canales naturales y no sistemáticos, ha determinado un intercambio o influencias mutuas entre estas lenguas; así como hay palabras comunes entre el quechua y el aymara, lo hay también entre el castellano y estas lenguas. Este fenómeno se explica por el hecho innegable de que desde la conquista se ha introducido en América los elementos de la cultura occidental, cuyas denominaciones y acciones tenían que ser en palabras castellanas. No existiendo en los pueblos nativos, estas pasaron a ser parte de las lenguas nativas, por ejemplo: el animal Caballo, con sus variantes caballería, caballerizo, o las acciones relativas a este animal, como ensillar, herrar, etc. también pasaron ser parte de las lenguas aborígenes y últimamente, carro, avión, etc.
Desde otro punto de vista los elementos propios de los pueblos conquistados no podían llamarse de otro modo que en su natural pronunciación, así, de modo similar que lo anterior, pasaron a ser acervo de la lengua castellana, como incuña o servilleta en aymara o chuño derivado de la papa en ambas lenguas.
La academia hizo un acopio hasta de 3,000 vocablos castellanos utilizados en las lenguas aborígenes del Altiplano.
Este último hecho sería una justificación innegable de la necesidad de emplear alfabeto similar en castellano y las lenguas aymara y quechua.
Instrumentos complementarios
Como instrumentos, complementarios del alfabeto y extendiéndolos a otros aspectos del lenguaje, que la Academia preparó fueron diccionario bilingüe y las cartillas de educación para campesinos.
Hay que aclarar que el alfabeto fue publicado en 1940 por el Ministerio de Salud Pública del cual dependían las Brigadas de Culturización. La guía didáctica y el vocabulario fueron publicados por el Ministerio de Educación en 1945, cuando las brigadas de culturización pasaron a este portafolio, y los instrumentos mencionados fueron hechos para la campaña de alfabetización.
Y las cartillas fueron numerosas, sobre temas de higiene y salud, de trabajo industrial, agrícola, ganadero y de civismo. Algunas se hicieron en mimeógrafo y otras a máquina, para los campesinos, por tanto fueron trilingües, en castellano, quechua y aymara. Hay que destacar el hecho que estos instrumentos fueron también escritos a máquina por que el alfabeto permitía esta comodidad; considerar signos que no estuvieran en la máquina de escribir, habría dificultado su empleo.
Una nota especial
Aunque ya la enunciamos, hay que dejar expresiva constancia que en el perfeccionamiento y funcionalidad del alfabeto participaron los campesinos; es decir, no se procedió solamente desde el laboratorio, sino que se tomó la lengua viva del campesino.
Según los autores, los campesinos participaron en dos formas claramente apreciables. Primero leían y entendían las cartillas con suma facilidad, lo cual demuestra su eficacia, porque para ellos no tuvieron que hacerles clases previas. Y luego, cuando para formular pedidos o quejas se les dirigían, los campesinos escribían también con mucha facilidad.

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