Mural de la Municipalidad Distrital de Acora (Puno) |
Un selecto grupo de
educadores primarios se reunió en 1935, en Puno, bajo la iniciativa del Maestro
Julián Palacios para fundar la Academia de la Lengua Aymara. Ya este educador
había insinuado crear la primera academia en Lima, en 1914, pero debido a su
precaria permanencia no continuó su iniciativa [1].
Los fundadores de la
academia que componían aquel grupo fueron Julián Palacios, Francisco Deza
Galindo, Anselmo Molleapaza, Asunción Galindo y Nora Luz Díaz de Deza [2]; todos
maestros primarios. Julián Palacios era
un pozo de sabiduría de cuantos conocieron la cultura indígena; es lamentable
que solo haya dejado pequeños opúsculos, los cuales, como la pedagogía de Manco
Cápac, el Cancionero bilingüe para niños y el alfabeto en el que tuvo activa
participación, los estudiamos en este mismo capítulo.
Francisco Deza, otro
pionero de la educación rural que tiene una vasta experiencia en el trato con los
sobrevivientes de las culturas antiguas y esperamos que dejará escrita las
informaciones de su larga actuación magisterial.
Anselmo Molleapaza,
cuzqueño de nacimiento y puneño de corazón, como él solía decir, dominaba las
lenguas quechua y aymara y tenía una extraordinaria habilidad para llegar y
entrar a la conciencia y al corazón del indio. Murió sin dejar nada escrito.
Asunción Galindo, la
educadora por antonomasia de niños campesinos, habría sido menos maestra en la
ciudad. Su dominio de la lengua aymara era excepcional.
Nora Luz Díaz de
Deza, maestra que le seguía en vocación a Asunción Galindo. Su calidad cultural
la elevó hasta las funciones del Ministerio de Educación. Ahora vive retirada
del servicio. Ojalá que con su esposo
Juan Francisco Deza dejen algo escrito, no exclusivamente para que las futuras
generaciones los conozcan, sino para que conozcan las características de las
culturas que pueblan todavía el Altiplano.
Todos los fundadores
tuvieron por lengua materna las lenguas nativas aymara unos y quechua otros,
pero al final fueron trilingües. Es oportuno expresar
que en los pueblos del interior y particularmente en el Altiplano, las lenguas
nativas son la lengua que se hablaba en el seno de la familia y el castellano
solo en público. De este modo muchos hablábamos hasta los 10 o 12 años solo aymara
o quechua.
FUNCIONAMIENTO
DE LA ACADEMIA
Fundada la Academia
en 1935, en un ambiente honesto de silencio, sin estridencias publicitarias,
sus integrantes trabajaron disciplinadamente en ambiente de laboratorio hasta
1939, en que la creación de las brigadas de culturización, de la cual fueron miembros,
les abrió la oportunidad de hacer más funcional su labor. En 1942 publican su
primer alfabeto, en 1952, tras un periodo de dispersión por las labores de la
brigada, se reorganizan. Y en 1960 el Ministerio de Educación reconoce su
existencia oficial por R.M. Nº 16052 del mes de octubre.
Primera Etapa. La Academia de las Lenguas
Aymara y Quechua de Puno, fue una organización de estudio, a la manera de las
primeras universidades de Padua y Boloña. Una congregación de hombres y
mujeres, pequeña, pero dedicada al estudio de un aspecto específico del
problema indígena, las lenguas maternas.
Uno de sus
sobrevivientes, Francisco Deza Galindo cuenta que todos los domingos se reunían
con una disciplina y responsabilidad poco comunes. No se posponía, por
ninguna causa ningún domingo, ni el horario se retrasaba, ni ninguno faltaba,
se servían como incentivo mental un coctel de huevo con jugo de frutas cítricas
y luego empezaban a trabajar, desde las nueve de la mañana, hasta las doce del
día.
Reunieron toda la
bibliografía existente hasta entonces, particularmente las producciones
antiguas como las obras de Bertonio o Diego Torres Rubio; estudiaban el
problema, sistemática y progresivamente. Esta forma de trabajo
de la primera etapa es interrumpió después de cuatro años de labor cuando se crean
las Brigadas de Culturización, cuyo personal lo formaron todos.
Segunda etapa. Aunque aparentemente
se interrumpieron las labores de la Academia, el hecho de que todos asumieran
nuevas y similares funciones, solo cambió el sistema de trabajo de la Academia;
pasando del estudio en laboratorio al de trabajo de campo en contacto con el
propio elemento vivo, los campesinos [3].
Juan Francisco Deza
se detuvo en la comunidad aymara de Qota Cuchu y Anselmo Mollepaza, en la
comunidad quechua de Qollana, en las que ambos pusieron en práctica en el
proceso de alfabetización el primer alfabeto que elaboraron. Y Asunción Galindo
realiza su primera experiencia en la escuela de Ojherani con niños.
Estas comunidades
fueron los laboratorios funcionales de investigación, donde se probó la
eficacia de gran parte del alfabeto elaborado, incluyéndose nuevas innovaciones
especialmente en lo que concierne a la escritura de las palabras específicamente nativas. Después de esta labor
cambian e intercambian correspondencia con los nativos, en los que encuentran
una oportunidad más para hacer nuevas rectificaciones, observando la forma como
escribían los que habían aprendido a leer y escribir.
Anselmo Molleapaza Coello, con sus alumnos. Participó en las Brigadas de Culturización Indígena en Puno y representó a Manco Capac en las primeras escenificaciones de la salida del Lago Titicaca. |
Y finalmente,
observaron cómo los naturales leían las directivas que, en su lengua repartían
desde la brigada, sobre temas de trabajo agropecuario, salud y civismo,
encontrando los síntomas inequívocos de la eficacia del alfabeto preparado.
En 1944, Deza es
nombrado Jefe de la Colonia de Vilque Chico y el personal de la brigada se
dispersa entrando la Academia en un estado de inevitable receso.
Tercera etapa. Después la Academia, se reorganizó en 1952 con el fin de seguir estudiando y
perfeccionando el tema que los preocupaba. En esta tercera etapa se incrementa su
personal con Eustaquio Aweranqa Rodríguez, Alberto Paniagua Daniells,
Estanislao Arce, José Patrón, José Portugal Catacora y otros más; pero perdió
en mucho su tónica inicial.
En esta etapa la
labor se redujo a revisar los instrumentos preparados y publicados. En este periodo se
logró el reconocimiento oficial de la Academia por Resolución Ministerial
expedida en el mes de octubre de 1960, con la denominación de “Academia de las
Lenguas Aymara y Quechua de Puno”.
Si bien esta última
etapa la academia tuvo un funcionamiento irregular, en cambio ella ha tenido la
virtud de crear una mística por el problema y una actitud ejemplar por el
sistema de trabajo.
VALORACION
PEDAGOGICA
Su carácter pionero. Podemos calificar sin
reservas de pionera la labor realizada y la existencia misma de la Academia de
las Lenguas Aborígenes de Puno. Si la iniciativa
nació en Lima en 1914 por inspiración de la misma persona que la fundó veinte
años más tarde, la Academia de Puno tuvo una gestación anterior a la del Cuzco,
que se fundó posteriormente.
La Academia del Cuzco
tuvo filiales. La de Lima fue filial del Cuzco, pero la de Puno, por las
razones que exponemos no fue filial del Cuzco, no solo por la cuestión
cronológica, sino porque la Academia de Puno estudió dos lenguas la Aymara y el
Quechua, estableciendo afinidades
básicas y principios fonéticos comunes, aunque es de suponer que el Aymara es
una lengua de una cultura anterior al mismo Quechua, la cual el Imperio Inca la
mantuvo reducida al Collasuyo. Las toponimias del área andina hasta el Ecuador
y Colombia en el norte y de Chile y Argentina en el sur, ofrecen expresiones
testigo que sustentan esto. Por ejemplo, Ambato es españolización de amoato en el Ecuador y Maury es el nombre de una variedad de peces
en el lago Titicaca y así se llama un río en el sur.
Identificación con el castellano. La convivencia
cultural de aborígenes y españoles durante cuatro siglos y medio ha producido
inevitablemente un modo de expresarse en el que entra el vocabulario nativo y
español en forma indiferenciada. Algunas voces han sido catalogadas como
americanos o como peruanismos por Juan de Arona primero y últimamente por
Martha Hildebrandt.
Este fenómeno de
mezcla o combinación de vocabulario en el habla del hombre peruano, debe
considerarse como base de disposición para pronunciar palabras nativas
castellanas por el órgano vocal correspondiente. Por esta razón simple
y comprensible a la vista, es que el alfabeto de las lenguas aborígenes debe
ser lo más similar posible al del castellano y en la realización de este tipo
de alfabeto ha acertado en forma indiscutible la Academia de Puno. El alfabeto
que hemos comentado llena esta condición, diferenciándose en soloen doce
fonemas que son inevitables de emplear para las palabras fuertes y guturales
propia de las lenguas nativas.
Facilidad de su aprendizaje. Diríamos mejor,
facilidad de su uso debido a que la lengua que se desea aprender incluye el empleo de sonidos de otra lengua ya conocida.
En este caso el castellano, que es la conocida en su escritura y las lenguas
nativas cuya escritura no ha sido conocida, dígase porque no la tuvo o dejó de
emplearse por falta de funcionalidad, ya que como hemos indicado en otros
capítulos, existen síntomas de su existencia como el verbo qelqaña que literalmente significa escribir,
repetimos, en este caso se facilita enormemente el aprendizaje y uso de la
nueva lengua.
Si consideramos un
alfabeto que por ser muy científico con W y la supresión de dos vocales,
llevaremos a las lenguas nativas a un terreno difícil de aprender, cometiendo
de este modo un atentado de lesa cultura de nuestra patria profunda. De manera
que desde el punto de vista pedagógico es favorable aceptar el alfabeto
elaborado por la Academia de Puno e impracticable lo que los lingüistas y
algunos seguidores de éstos proponen.
José Patrón Manrique, José Portugal Catacora, Francisco Deza Galindo Alberto Paniagua, en una actividad en Lima. |
Finalmente, no
podemos olvidar que el castellano es la lengua común de los peruanos, en el que
está impresa la cultura, en sus múltiples manifestaciones, lo cual determina
que mientras el quechua y el aymara no tengan su alfabeto no habrá una literatura
para la difusión del saber en sus múltiples manifestaciones y eso no podemos
permitirlo. Hay que conducir a los campesinos al campo de la captación de la
ciencia, el arte, y la filosofía, para realizar su liberación plena.
También puede ver el Alfabeto de la Academia.
Notas:
[1] En 1914 cuando Julián Palacios Ríos era alumno de la Escuela Normal de Lima fundó la Academia Quechua Aymara en ese centro de estudios, pero no prosperó. Ese mismo año Francisco Chukiwanka Ayulo con el apoyo de Julian Palacios en lo que corresponde al aymara publicó en el N° 5 de la revista "La Escuela Moderna" el Syentifico Qeshwa Aymara Alfabeto o Alfabeto Inka de 37 letras, con 5 vocales y 17 consonantes comunes al castellano, aymara y quechua;cinco vocales fuertemente espiradas y 10 consonantes propias sólo del quechua y aymara, quedando suprimidas las H,C,V,X y Z. (Francisco Deza Galinco, "Gramática de la Lengua Aymara".1992.)
[2] Francisco Deza Galindo, incluye en el grupo fundador tambien a la maestra Maximiana Molina Galindo. Asimismo señala que inicialmente iban a trabajar con el Alfabeto Inka, pero decidieron hacer un alfabeto fonético.
[3] En 1939 Julian Palacios, Deza y Molleapasa fueron nombrados en la Primera Brigada de Culturización Indígena en Puno. En 1940, la Brigada se publicó la Cartilla de Divulgación del Alfabeto Quechua Aymara de 32 signos. Ese mismo año la Brigada fundó la escuela de Ojerani encargando su conducción a la maestra Asunción Galindo.
También puede ver el Alfabeto de la Academia.
Notas:
[1] En 1914 cuando Julián Palacios Ríos era alumno de la Escuela Normal de Lima fundó la Academia Quechua Aymara en ese centro de estudios, pero no prosperó. Ese mismo año Francisco Chukiwanka Ayulo con el apoyo de Julian Palacios en lo que corresponde al aymara publicó en el N° 5 de la revista "La Escuela Moderna" el Syentifico Qeshwa Aymara Alfabeto o Alfabeto Inka de 37 letras, con 5 vocales y 17 consonantes comunes al castellano, aymara y quechua;cinco vocales fuertemente espiradas y 10 consonantes propias sólo del quechua y aymara, quedando suprimidas las H,C,V,X y Z. (Francisco Deza Galinco, "Gramática de la Lengua Aymara".1992.)
[2] Francisco Deza Galindo, incluye en el grupo fundador tambien a la maestra Maximiana Molina Galindo. Asimismo señala que inicialmente iban a trabajar con el Alfabeto Inka, pero decidieron hacer un alfabeto fonético.
[3] En 1939 Julian Palacios, Deza y Molleapasa fueron nombrados en la Primera Brigada de Culturización Indígena en Puno. En 1940, la Brigada se publicó la Cartilla de Divulgación del Alfabeto Quechua Aymara de 32 signos. Ese mismo año la Brigada fundó la escuela de Ojerani encargando su conducción a la maestra Asunción Galindo.
Allinmi rikch'akuwan kay qillqasqakuna, ichaqa ¿pipaq qillqasqataqri? Runa simi rimaqkunapas, aymara simi rimaqkunapas kikin siminkupi riki qillqananku. Runa siminchikkunataqa kawsachisunchik kikin simipi rimaspa, uyarispa, qillqaspa, ñawinchaspa. Chayqa llaqta masiykuna, runa siminchiktapuni ari apaykachasunchik.
ResponderEliminarIcha, ¿qam ima ninkitaqchus?