Salida de Manco Capac y Mama Ocllo (década del cincuenta) |
Un selecto grupo de
educadores primarios se reunió en 1935, en Puno, bajo la iniciativa del Maestro
Julián Palacios para fundar la Academia de la Lengua Aymara. Ya este educador
había insinuado crear la primera academia en Lima, en 1914, pero debido a su
precaria permanencia no continuó su iniciativa.
Los fundadores de la
academia que componían aquel grupo fueron Julián Palacios, Francisco Deza
Galindo, Anselmo Molleapaza, Asunción Galindo y Nora Luz Díaz de Deza; todos
maestros primarios. A cada uno le hemos dedicado nuestro juicio enaltecedor en
este libro en diversos capítulos en cuyos hechos tuvieron activa participación.
Reiteramos en esta vez una breve síntesis de juicio.
Julián Palacios era
un pozo de sabiduría de cuantos conocieron la cultura indígena; es lamentable
que solo haya dejado pequeños opúsculos, los cuales, como la "Pedagogía de Manco
Cápac", el "Cancionero bilingüe para niños" y el "Alfabeto" en el que tuvo activa
participación.
Francisco Deza, otro
pionero de la educación rural que tiene una vasta experiencia en el trato con los
sobrevivientes de las culturas antiguas y esperamos que dejará escrita las
informaciones de su larga actuación magisterial.Anselmo Molleapaza, cuzqueño de nacimiento y puneño de corazón, como él solía decir, dominaba las lenguas quechua y aymara y tenía una extraordinaria habilidad para llegar y entrar a la conciencia y al corazón del indio. Murió sin dejar nada escrito.
Nora Luz Díaz de Deza, maestra que le seguía en vocación a Asunción Galindo. Su calidad cultural la elevó hasta las funciones del Ministerio de Educación. Ahora vive retirada del servicio. Ojalá que con su esposo Juan Francisco Deza dejen algo escrito, no exclusivamente para que las futuras generaciones los conozcan, sino para que conozcan las características de las culturas que pueblan todavía el Altiplano.
Primera Etapa
Uno de sus
sobrevivientes, ya que la mayoría de los principales ha dejado el escenario de
la existencia, Francisco Deza Galindo cuenta que todos los domingos se reunían
con una disciplina y una responsabilidad poco comunes. No se posponía, por
ninguna causa ningún domingo, ni el horario se retrasaba, ni ninguno faltaba,
se servían como incentivo mental un coctel de huevo con jugo de frutas cítricas
y luego empezaban a trabajar, desde las nueve de la mañana, hasta las doce del
día.
Reunieron toda la
bibliografía existente hasta entonces, particularmente las producciones antiguas
como las obras de Bertonio o Diego Torres Rubio; estudiaban el problema,
sistemática y progresivamente.
Esta forma de trabajo
de la primera etapa es interrumpió después de cuatro años de labor cuando se crean
las Brigadas de Culturización, cuyo personal lo formaron todos.
Segunda etapa
Aunque aparentemente
se interrumpieron las labores de la Academia, el hecho de que todos asumieran
nuevas y similares funciones, solo cambió el sistema de trabajo de la Academia;
pasando del estudio en laboratorio al de trabajo de campo en contacto con el
propio elemento vivo, los campesinos.
Foto histórica: La escuela de experimentación de Ojherani y su directora Asunción Galindo, el maestro Julián Palacios y José Portugal Catacora. |
Juan Francisco Deza
se detuvo en la comunidad aymara de Qota Cuchu y Anselmo Mollepaza, en la
comunidad quechua de Qollana, en las que ambos pusieron en práctica en el
proceso de alfabetización el primer alfabeto que elaboraron. Y Asunción Galindo
realiza su primera experiencia en la escuela de Ojherani con niños.
Estas comunidades
fueron los laboratorios funcionales de investigación, donde se probó la
eficacia de gran parte del alfabeto elaborado, incluyéndose nuevas innovaciones
especialmente en lo que concierne a la escritura de las palabras específicamente nativas.
Después de esta labor
cambian e intercambian correspondencia con los nativos, en los que encuentran
una oportunidad más para hacer nuevas rectificaciones, observando la forma como
escribían los que habían aprendido a leer y escribir.
Y finalmente,
observaron cómo los naturales leían las directivas que, en su lengua repartían
desde la brigada, sobre temas de trabajo agropecuario, salud y civismo,
encontrando los síntomas inequívocos de la eficacia del alfabeto preparado.
En 1944, Deza es
nombrado jefe de la Colonia de Vilque Chico y el personal de la brigada se
dispersa entrando la Academia en un estado de inevitable receso.
Tercera etapa
Después del receso
obligado, la Academia, se reorganizó en 1952 con el fin de seguir estudiando y
perfeccionando el tema que los preocupaba. En esta tercera etapa se incrementa su
personal con Eustaquio Aweranqa Rodríguez, Alberto Paniagua Daniells,
Estanislao Arce, José Patrón, José Portugal Catacora y otros más; pero perdió
en mucho su tónica inicial.
Si bien creció la
academia en cantidad, en cambio la calidad de su trabajo bajó por la
irregularidad de la asistencia de sus nuevos miembros, quienes posiblemente
debido a que también tenían otras obligaciones, dígase profesionales e
institucionales, no pudieron dedicarle su absoluta preocupación.
En esta etapa la
labor se redujo a revisar los instrumentos preparados y publicarlos.
En este periodo se
logró el reconocimiento oficial de la Academia por Resolución Ministerial
expedida en el me de octubre de 1960, con la denominación de “Academia de las
Lenguas Aymara y Quechua de Puno”.
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