martes, 16 de febrero de 2021

JOSÉ PORTUGAL CATACORA: ¿EL MODELO EDUCATIVO BAJARA DE LOS ANDES? Por: José Luis Saravia

 

José Portugal Catacora, dicen sus biógrafos que era de familia aymara del pueblo de Acora, Puno. Fue un maestro que egresó con las primeras promociones de la Escuela Normal de Puno, que desarrolló junto con sus compañeros maestros una notable actividad cultural, educativa e institucional para Puno. Supo interpretar las demandas por la educación de las movilizaciones campesinas, para que se crearan escuelas en el campo. Pensó con sus compañeros maestros que la educación era el principal instrumento de reivindicación del indio. La historia nos dice que ese proceso fue rico en experiencias bajo la influencia de la Escuela Nueva promovida por otro maestro puneño, José Antonio Encinas.


El maestro Portugal Catacora se inició como docente en Ayaviri. Creó la revista “El Educador Andino”(1932) y fue promotor del sindicato de maestros (1933).

El año 1945 elaboró una propuesta para reorganizar la educación rural, la misma que fue presentada al sector Educación. La propuesta fue publicada por el autor y la Asociación Provincial de Maestros Primarios de Puno con el nombre de “La Escuela Andina del Porvenir”. El libro desarrolla algunas ideas que luego fueron consideradas en el diseño de los núcleos rurales campesinos establecidos por los gobiernos de Perú y Bolivia. Participó en la creación de los Núcleos Rurales Campesinos, experiencia educativa peruano boliviana establecida en la Conferencia de Huarisata (1945), a la que asistió como parte de la delegación peruana encargándose luego de la capacitación de maestros de ambos países. Hasta el día de hoy los docentes de El Alto y La Paz recuerdan esta experiencia y lo mucho que aportó a las comunidades campesinas.

Contando con la amistad y el apoyo de José Antonio Encinas diseñó, desarrolló y dirigió el Instituto Experimental de Educación de Puno, hoy conocido como CEP 70001 de Huajsapata. La experiencia consistió en la formación y evaluación de los aspectos emocionales, socio-morales, físicos y cognitivos de los estudiantes. Dejó de lado los exámenes tradicionales, constatándose que los niños avanzaban en el sistema escolar de acuerdo al nivel de madurez que iban desarrollando y alcanzando.

Por ello Portugal Catacora señalaba que los niños “Nacen con el ser todas las potencialidades del sujeto en estado latente. La acción educativa debe contribuir al desarrollo de estas potencialidades, de acuerdo con los estados evolutivos del sujeto, en su medio social y natural. Esta concepción descarta toda posibilidad de transmitir al niño conocimientos y directivas de comportamiento; supone más bien descubrir las potencialidades específicas de cada ser, lograr que éstas se revelen a través de la conducta y procurar su mayor desarrollo posible, en forma autónoma y libre, en función de su medio social y natural y los cambios deseables que se aspiren alcanzar en él”. Decía que con esta experiencia “En síntesis iniciamos la creación de una pedagogía científica peruana, libre de presiones e imitaciones.”

José Antonio Encinas decía de esta experiencia que “La Escuela Experimental de Puno va a cambiar radicalmente la dirección pedagógica colocándola en el plano científico en donde la mente del niño entra en actividad bajo la hábil dirección del maestro. Aquella Escuela va a cambiar “el proceso de enseñar” por el “proceso de aprender. Invoco el espíritu de los maestros de Puno para que presten apoyo a la Escuela experimental, puesto que será el laboratorio de la pedagogía de donde habrán de salir experiencia de trascendencia para los intereses permanentes del país”. (José Antonio Encinas, 1956)

Nos dice José Luis Ayala que “el pensamiento pedagógico de Portugal se enmarca dentro de los principios de la Escuela Nueva y los modernos postulados de la educación, las ciencias sociales y la sicología social. Recogió la experiencia de la educación intuitiva que proviene de la cultura aymara y quechua. Los niños en esas culturas no son tratados de acuerdo a la edad cronológica sino en virtud al desarrollo sicológico que experimentan. Desde los cinco años trabajan ayudando a sus padres, luego aprenden los usos y costumbres. La educación, cultura y responsabilidades que tienen está en relación a la madurez que adquieren, es una acción educativa que no ha cambiado mucho.” (LOS ANDES. Puno, 27.02.11).

Sin embargo Portugal fue esparciendo su pensamiento y propuesta pedagógica hasta en los informes que remitía al Ministerio de Educación, como aquel del 15 de abril de 1956, donde plantea conceptos en torno al Plan Pedagógico que desarrollaba en el instituto Experimental de Educación Primaria en Puno. Se puede decir de manera resumida que debe; Reivindicar el quechua y el aymara como instrumento educativo y afianzamiento de la identidad cultural. Educar en función a la madurez sicológica y habilidad de los alumnos. Formar hábitos de trabajo en referencia a la realidad socio-cultural. Ampliar el rol de la escuela social preconizada por Encinas. Aplicar las modernas y nuevas conquistas de las ciencias sociales, sicología y pedagogía del siglo XX. Alentar la vocación de los niños para que desarrollen aptitudes en relación a la creación artística.(José Luis Ayala. Los Andes,Puno, 27.02.11)

¿Qué pasó con esta experiencia? ¿Qué con las ideas pedagógicas desarrolladas? ¿Qué de los aportes de Portugal Catacora? ¿Por qué no fueron valorados, difundidos, mejorados?¿Por qué no reconocer que desde el interior del país podrían venir las ideas y experiencias educativas para nuestra propia problemática? Deberíamos releer a Valcárcel y su obra para revalorar los aportes del pensamiento andino escrito por personajes ilustrados de entonces. Pero deberíamos de leerlos desde una perspectiva pedagógica, pensando en la educación del poblador de los andes; quién es; qué hace; dónde vive; cuál es su economía; cuál su visión del mundo; cuál su historia y tradiciones. Marzal recoge algunas citas de Valcárcel quien nos dice que “La cultura bajará otra vez de los andes. … De la humana nebulosa, casi antropopiteca, surgió el Inkario, otro luminar que duró cinco siglos…[…] De ese rescoldo cultural todavía viven diez millones de indios, caídos en las penumbras de las culturas muertas. De las tumbas saldrán los gérmenes de la Nueva Edad”.(Manuel Marzal. Historia de la antropología indigenista: México y Perú. Anthropos. Editorial del Hombre. Barcelona, 1993).

Por considerarla de importancia transcribo algunas de las propuestas planteadas por Portugal Catacora que se encuentran en el texto de 50 págs, impreso por la editorial Laikakota “La Escuela Andina del Porvenir: Esquema de un Plan de Organización de Escuelas Rurales”, Asociación Provincial de Maestro Primarios de Puno. Puno 1945. Sin duda algunas ideas podrían tener vigencia y ser tomadas en consideración si se quiere intervenir en la formulación de una política para la educación rural hoy.


“No existen Escuelas Rurales propiamente dichas

La denominación de escuela rural en el Perú con respecto de las escuelas actuales solamente podría aceptarse desde el punto de vista de la ubicación de ellas en medios campesinos; pero por su organización, la trascendencia de su influencia en el medio comunal i por sus fines están muy lejos de llamarse tales.
Su organización carece de una modalidad propia o menor dicho, la escuela actual llamada rural no tiene la organización que la diferencia de la escuela de tipo distrital o provincial.
Su acción es simple i restringidamente sobre los pocos niños que concurren a la escuela, sin ninguna influencia sobre el medio social. I luego esa acción reducida es puramente intelectualizante a base de la enseñanza de lectura, escritura i algunos conocimientos de carácter teórico.

La Escuela Rural debe encarar la solución de todos los aspectos de la vida campesina

La Escuela Nueva peruana ha de orientarse de acuerdo con las modalidades propias de nuestra nacionalidad i organizarse sobre bases fundamentales lejos de todo formulismo político. Con este criterio consideramos que la Escuela Rural en el Perú debe abarcar todos los aspectos de la vida campesina. Su acción debe encarar problemas de orden económico, educacional, sanitario, social e incluso religioso.
Dentro de su acción económica, y teniendo en cuenta que la tierra es la razón fundamental de la vida rural, debe contribuir a colectivizar la producción agropecuaria, tecnificar los sistemas de explotación de la misma, fomentar el desarrollo de la pequeña industria, mediante procedimientos modernos e intensificar todo sistema de producción, organizando ferias i exposiciones.

En el orden educacional debe adaptar los fines de la esencia a las necesidades concretas del medio, formando buenos agricultores, buenos ganaderos i buenos pequeños industriales. Dentro del problema sanitario, debe mejorar la alimentación, los vestidos, la vivienda higienizar los servicios públicos, prevenir i combatir las enfermedades epidémicas i endémicas.

En el orden social, debe propender a la formación de entidades de producción i consumo, de beneficencia, de colaboración con la escuela, i en general toda índole de instituciones culturales, artísticas, deportivas i sociales.

En lo que respecta a la moral, debe adoptar todos los métodos requeridos para extirpar los vicios morales i materiales; principalmente aquellos que como el robo, la mentira i la pereza, tienen origen en la desconfianza históricamente arraigada que el indio siente con respecto al mestizo i el blanco.

I en general, en todo orden de cosas, debe tratar de acrecentar las virtudes sociales campesinas, que constituyen la heredad cultural de su magnífico pasado histórico.

La Escuela Rural debe ser orientada por la acción coordinada de diversos ministerios

La Escuela Rural que propugnamos encara la solución del problema indígena en toda su amplitud i dentro de él resolver el problema del analfabetismo. La Educación Rural en el Perú debe demandar no solamente la contribución del Ministerio de Educación Pública, sino también la de otros ministerios.

Organización Escolar
Dentro de la nueva organización, las Escuelas Rurales se distribuirán i se agruparán teniendo en cuenta las condiciones geográficas i demográficas del medio rural, en determinadas áreas llamadas Zonas Escolares. Dichas Zonas podrían designarse con el nombre genérico de Aillos Escolares, para darles nominación genuinamente americana. Toda zona escolar tendrá una cabezera de zona, designada por su ubicación central i otra razones como un centro directriz e actividades de la zona.
Las escuelas se organizarán con la siguientes secciones: Preescolar, Escolar, Técnica, Post escolar de culturización y Para Escolar de alfabetización.

Planes y Programas adaptados a cada región natural y a cada provincia

De un modo general los programas serán sintéticos, debiendo analizarse para su aplicabilidad en cada provincia i aún en cada zona escolar, tomando en consideración las necesidades i exigencias especiales i propias de las zonas que comprendan las provincias.
En cada escuela funcionará un Refectorio Escolar al servicio de los niños. Otro aspecto a encarar es la formación del hábito de higiene en viviendas saludables higiénicas i dotadas del confort indispensable. Con este objeto cada escuela contará con dormitorios permanentes para niños menores de 10 años, para quienes entraña un esfuerzo físico que sobrepasa a sus contingencias físicas trasladarse”

El libro concluye proponiendo Leyes especiales como el Servicio Magisterial Obligatorio, el aporte presupuestal a la educación rural por parte de varios Ministerios y la creación de la Dirección de Educación Rural. Incluye comentarios favorables como una carta de Encinas y notas de Julián Palacios y otros intelectuales y autoridades de Puno.

¿Qué podemos añadir a esta propuesta? ¿Acaso no encontramos vasos comunicantes desde lo pedagógico con aquello que llaman la nueva ruralidad educativa? Hoy se nos dice que la calidad de la educación rural debe ser evaluada desde el interior de la escuela y el aula, para intentar develar las dificultades y limitaciones de la praxis pedagógica rural, que atañen tanto al niño en términos de su aprendizaje, como al docente en su formación y desempeño, y las circunstancias que revelan una particular cultura de la escuela que condiciona la práctica educativa (Mendoza, Quintero y Colmenares, 2003 Informe Técnico al Convenio Andrés Bello acerca del proyecto “la escuela que aprende: hacia la transformación de la cultura escolar”. Rubio, Venezuela: CAB.) ¿Qué nos dijeron Portugal y Encinas hace “taitantos” años? ¿Por qué no se les escuchó? ¿Los Núcleos Escolares Campesinos de la Reforma de los 70 fueron creados en ese espíritu y sentido? ¿Qué sucedió con ellos? ¿No será que la estandarización los fue extinguiendo para imponer un modelo que no respetaba su identidad y raíces culturales?

Al igual que los tiempos de Portugal Catacora y Encinas hoy debemos tener el derecho a hablar de una educación rural, con rasgos claramente diferentes de la educación que se desarrolla en contextos urbanos, que reivindican la identidad de lo rural, aún en los nuevos tiempos.

Lo escrito por Portugal Catacora sigue teniendo validez pues evidencia una realidad que ha permanecido estática. Si visitamos escuelitas perdidas entre páramos, donde llega el docente después de caminar 10 horas desde la carretera, es patente la emergencia en que se vive. Esto denota cómo el Estado, la sociedad, la clase política y la política educativa han sido incapaces de diseñar y desarrollar mecanismos que permitan reconfigurar una oferta educativa rural que se fundamente en lo que se ha elaborado e irla mejorando.

En un Seminario Interamericano sobre problemas de la educación en el medio rural (OEA 1971) ya se nos informaba sobre la problemática educativa rural de América Latina. Se señalaban como aspectos a tener en cuenta: la inequidad; el déficit de rendimiento escolar ocasionado por el retardo pedagógico, repitencia, ausentismo, deserción; la baja cobertura de la oferta educativa; la centralización de la toma de decisiones en materia curricular y de gestión; escasa pertinencia curricular, pues los programas no son expresión de los sectores económicos y socioculturales que definen la dinámica de los sectores rurales en las respectivas regiones del país; desvinculación entre la escuela y la comunidad, reflejada en la pérdida progresiva de protagonismo de la escuela como espacio de encuentro, entre las políticas del Estado y la sociedad campesina en general; poca variabilidad de métodos y procedimientos de enseñanza; material didáctico deficitario, en especial, fallas en la preparación y distribución de materiales visuales y audiovisuales; carencia de supervisión escolar rural; inadecuada evaluación del rendimiento escolar; débil identificación del docente con la comunidad, en especial, los docentes que no residen en las comunidades donde trabajan, Insatisfacción del docente por las condiciones de vida y trabajo en el medio rural; pobreza de los programas de asistencia al escolar y baja capacidad de las escuelas y las organizaciones comunitarias para gestionar la prestación de
servicios asistenciales. La no atención a los problemas de salud de los escolares; inadecuada infraestructura escolar que ponen en riesgo al niño y al maestro. El eco de esos problemas sigue resonando, pero nadie sabe interpretarlos.

Si vemos en retrospectiva, en nuestro país no hubo una decisión política de abordar el tema de la educación rural. Por eso la carencia de una direccionalidad estratégica que apoyen la realización de cambios profundos de acuerdo al proyecto de país que queremos. El PEN plantea el marco general que permitirá acoger una propuesta educativa para los más excluidos del país. Es bueno que nos movilicemos teniendo presente que requerimos un nuevo horizonte. Lo planteado en el PEN debería afinarse en función de una problemática que día a día cambia y que en demanda respuestas técnico pedagógicas, acompañadas de decisiones políticas a desarrollar.

José Portugal Catacora, nos ha demostrado que sí es posible desarrollar una alternativa educativa para las zonas rurales del país. Es necesario poner en evidencia la solidaridad, el compromiso profesional y la voluntad política, en aras de que la equidad no sea un discurso sin un correlato. Por el contrario, la equidad se puede construir cuando aceptemos la diversidad y el respeto por el otro. (20.08.11)

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