domingo, 30 de diciembre de 2012

2013


Para los moradores nativos del altiplano los picachos representan el tótem de sus antepasados, la personificación del primer tronco familiar del que descienden, convertido en el primer dios tutelar del ayllu o parcialidad.

Pero no solamente hay relación de los picachos y el siquismo religioso de los nativos, lo hay también entre ellos y nuestra mentalidad moral. La perennidad de las cumbres ha contribuido a la formación de nuestro sentido de perseverancia y visión de porvenir. Sus alturas nos han enseñado a tener una moral de elevada filosofía humana. Y su verticalidad nos ha trasmitido el amor a las cosas rectas y por lo recto de las cosas justas.

Visión de porvenir, dignidad superior y sentido de justicia y libertad son heredades morales que el pasado nos ha transmitido a través de la contemplación de los picachos que constituyen el alma de nuestros antepasados hechos piedra indestructible.

José Portugal Catacora (En: La Villa de Acora)

No hay comentarios:

Publicar un comentario