“Maestros andinos que hicieron de la educación una profesión de fe, de consagración al Perú y a su identidad andina, a su desvelo por el niño en situación de riesgo y amenaza, por situar el cimiento de su quehacer en la realidad que tenían que comprender y transformar, por su devoción a las culturas nativas y el ahínco puesto en forjar una patria y un mundo mejor” Danilo Sánchez Lihón
Arguedas, Celia Bustamante y Encinas [1].
Con ocasión de un aniversario más del nacimiento de José Antonio Encinas Franco (30 de mayo de 1886 - 30 de julio de 1958) recordamos su amistad con José María Arguedas Altamirano, quien, en varios aspectos, fue continuador de las ideas educativas iniciadas por el maestro puneño. (Carlos Portugal Mendoza).
El rector y el alumno
En 1930, José Antonio Encinas escribía desde España a Luis E. Valcárcel:
"Usted sabe cuanto quiero a nuestra tierra y cuanto ansió serle útil. No me quedaría en Europa por todo el oro del mundo. Puedo en forma egoísta aceptar las tentadoras propuestas que aquí me ofrecen y dejar de pensar en el Perú, como otros que viven aquí libres de los innumerables peligros que ofrece la vida incierta de la política. Pero no dejaría por nada poder ser útil al indio, brindar mis alegatos a sus necesidades, ni dejar de velar por él. Este problema y el de la enseñanza en todos sus aspectos serán de necesaria dedicación de mi vida en el Perú" [2].
Y a ello vino cuando volvió en 1931 al Perú luego de seis años de destierro por haberse opuesto a la reelección de Leguía. Encinas regresa y es elegido nada menos que Rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, cargo que asume en abril de ese año. En agosto, José María Arguedas Altamirano, con veinte años de edad, ingresa a San Marcos para iniciar sus estudios de Licenciatura en Literatura.
"Usted sabe cuanto quiero a nuestra tierra y cuanto ansió serle útil. No me quedaría en Europa por todo el oro del mundo. Puedo en forma egoísta aceptar las tentadoras propuestas que aquí me ofrecen y dejar de pensar en el Perú, como otros que viven aquí libres de los innumerables peligros que ofrece la vida incierta de la política. Pero no dejaría por nada poder ser útil al indio, brindar mis alegatos a sus necesidades, ni dejar de velar por él. Este problema y el de la enseñanza en todos sus aspectos serán de necesaria dedicación de mi vida en el Perú" [2].
Y a ello vino cuando volvió en 1931 al Perú luego de seis años de destierro por haberse opuesto a la reelección de Leguía. Encinas regresa y es elegido nada menos que Rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, cargo que asume en abril de ese año. En agosto, José María Arguedas Altamirano, con veinte años de edad, ingresa a San Marcos para iniciar sus estudios de Licenciatura en Literatura.
Esa coincidencia terminaría en mayo de 1932, cuando Sánchez Cerro cierra la universidad disgustado por la reforma y modernización universitaria emprendida por Encinas y por las continuas movilizaciones estudiantiles. Al año siguiente, Encinas sería desterrado por el General Oscar Benavides, sucesor de Sánchez Cerro.
Se desconoce si en el corto tiempo en que coincidieron en San Marcos, Encinas y Arguedas hayan tenido alguna relación; pero sin duda no pudo pasar desapercibido para el joven estudiante la recia figura del rector reformista, su límpida trayectoria política, su propuesta educativa y por cierto su postura indigenista, difundida ya en 1930 a través de una carta pública en la cual anticipaba conceptos de su histórico libro “Un Ensayo de Escuela Nueva en el Perú” (1932).
“Si alguna misión tenemos que cumplir en el Perú, como ciudadanos y educadores, es sacar al indio de la dolorosa situación a la que el egoísmo y la incomprensión lo han llevado. Toda la acción de la Escuela, todo nuestro esfuerzo debe concurrir a ello... Conviene sí que, que pongamos en claro lo que entendemos por educar al indio…La educación del indio exige tierra propia. La tierra antes que la Escuela. La Escuela no puede preparar siervos. Su misión es libertar al indio. Esa libertad es antes que todo de orden económico...Esa labor significa fundirse en el indio, sentirse indio y vivir junto a él y asus intereses con una lealtad de apóstol” [3].
En 1937, el destino une nuevamente los nombres de Encinas y Arguedas, cuando éste último cae preso junto con José Antonio Encinas del Pando, hijo del maestro puneño y compañero de estudios de Arguedas en San Marcos, quien había retornado a los claustros en 1936. Ambos, junto con otros 15 estudiantes, estuvieron detenidos por protestar ante la presencia en la Casona de San Marcos de un emisario del gobierno fascista de Italia.
La terrible experiencia de la prisión, en la cual estuvo por nueve meses, marcó hondamente a Arguedas quien luego escribiría la novela “El Sexto”. José Antonio Encinas Pando, recordaría años más tarde el trance en que conoció al escritor.
“Por lo demás, las celdas estaban sobre pobladas, con pisos de cemento…sólo con tazas de toilet, sin lavabos ni catre, aunque con colchones hinchados de pulgas…había tres metros cuadrados por preso y éramos quince. Allí conocí a José María Arguedas, quien escribiría un libro sobre esta vergonzosa cárcel…” [4].
En el Sexto, Arguedas también tuvo oportunidad de hacer amistad con Leopoldo Cuentas Bedregal, puneño de la provincia de Huancané. Con afecto el escritor lo llamaba “Suchi”, nombre de un pequeño pez del lago Titicaca [5].
“Cuando vengas leerás una carta que me ha escrito el “Suchi” Cuentas de Puno. Me llegó uno de esos días feos como hoy; y esa carta me curo por varios días. Es una carta llena de ese idealismo nuestro, de la misma pureza de las tuyas, de esa humana poesía; pero como tienen ternura de serrano, amistad de serrano, más mía, más de mi sangre y mi tierra, me conmovió…El “Suchi” es un gran muchacho…”[6].
Arguedas maestro y reencuentro con Encinas en México
En 1939 Arguedas inicia su carrera de maestro enseñando las asignaturas de Castellano y Geografía en la secundaria del Colegio Mateo Pumacahua en Sicuani, Cusco. Es en su estadía en Sicuani, que se prolonga hasta 1941, que Arguedas llega por primera vez a Puno (Ver Arguedas en el Recuerdo).
Desarrolla en Sicuani una innovadora labor en base a la cultura e inquietudes de sus alumnos. En los siguientes años y hasta su fallecimiento, prácticamente no dejara de enseñar ya sea en las escuelas secundaria de Lima y en las universidades de San Marcos, la Cantuta y la Agraria. Aunque su faceta de maestro ha sido opacada por su trayectoria como escritor y antropólogo, su preocupación y aporte a los temas educativos fue permanente y merecen mayor atención que la que ha recibido hasta ahora.
La experiencia en Sicuani, le permite proponer un "método cultural" para introducir el castellano en la población indígena, reemplazando el "método impositivo" aplicado hasta entonces:
"El niño y el adulto indígena aprenderá a leer en su propia lengua; y esta enseñanza sí será valida y real; porque el alumno llegará a leer en forma verdaderamente absoluta. Leerá y comprenderá lo que lee, porque las palabras de su texto de lectura será su lengua materna. No sólo lograra dominar el mecanismo de la lectura sino que llegará a poseer toda su incomparable virtud de ser alfabeto...el indio hecho alfabeto en su propia lengua...estará en condiciones incomparablemente mejores para aprender el castellano" [7].
Con Encinas fuera del Perú entre 1933 y 1944, debido a sus sucesivos destierros y su trabajo en el Liceo Aguayo de Cuba entre 1939 y 1944, no tuvieron oportunidad de encontrarse, sino hasta que en 1940 ambos participan como invitados especiales del gobierno mexicano en el Primer Congreso Indigenista Interamericano realizado en la ciudad de Pátzcuaro en México. Para entonces Encinas ya era un maduro educador y político y Arguedas además de haber empezado a enseñar contaba con sus primeros libros "Agua" y "Canto Kechua".
Sin duda, el encuentro con Encinas fue de gran beneficio para el entonces joven escritor, sobre todo en el marco de un evento donde, con la presencia de lo más graneado del indigenismo latinoamericano, se discutieron propuestas de avanzada para la protección y el desarrollo de la población indígena de América [8].
Arguedas en Sicuani (1939) |
Desarrolla en Sicuani una innovadora labor en base a la cultura e inquietudes de sus alumnos. En los siguientes años y hasta su fallecimiento, prácticamente no dejara de enseñar ya sea en las escuelas secundaria de Lima y en las universidades de San Marcos, la Cantuta y la Agraria. Aunque su faceta de maestro ha sido opacada por su trayectoria como escritor y antropólogo, su preocupación y aporte a los temas educativos fue permanente y merecen mayor atención que la que ha recibido hasta ahora.
La experiencia en Sicuani, le permite proponer un "método cultural" para introducir el castellano en la población indígena, reemplazando el "método impositivo" aplicado hasta entonces:
"El niño y el adulto indígena aprenderá a leer en su propia lengua; y esta enseñanza sí será valida y real; porque el alumno llegará a leer en forma verdaderamente absoluta. Leerá y comprenderá lo que lee, porque las palabras de su texto de lectura será su lengua materna. No sólo lograra dominar el mecanismo de la lectura sino que llegará a poseer toda su incomparable virtud de ser alfabeto...el indio hecho alfabeto en su propia lengua...estará en condiciones incomparablemente mejores para aprender el castellano" [7].
Con Encinas fuera del Perú entre 1933 y 1944, debido a sus sucesivos destierros y su trabajo en el Liceo Aguayo de Cuba entre 1939 y 1944, no tuvieron oportunidad de encontrarse, sino hasta que en 1940 ambos participan como invitados especiales del gobierno mexicano en el Primer Congreso Indigenista Interamericano realizado en la ciudad de Pátzcuaro en México. Para entonces Encinas ya era un maduro educador y político y Arguedas además de haber empezado a enseñar contaba con sus primeros libros "Agua" y "Canto Kechua".
Sin duda, el encuentro con Encinas fue de gran beneficio para el entonces joven escritor, sobre todo en el marco de un evento donde, con la presencia de lo más graneado del indigenismo latinoamericano, se discutieron propuestas de avanzada para la protección y el desarrollo de la población indígena de América [8].
Al regreso de México, donde estuvo dos meses, Arguedas continuó enseñando en Sicuani hasta 1941. Allí tuvo oportunidad de conocer a los maestros puneños, Victor Cuentas Ampuero, músico autor de “Cholitas Puneñas”, y a Alfredo Macedo Arguedas, autor de obras de teatro [9].
Enrique Encinas Franco |
Más tarde Arguedas entablaría una entrañable amistad con Enrique Encinas Franco hermano menor del maestro puneño, quien fue su siquiatra en 1944 [10]. Enrique Encinas (1895-1971) estudió en el extranjero y es considerado el fundador de la neuro patología en el Perú. Si bien se dedicó principalmente a su profesión, en su juventud apoyó junto con José Antonio Encinas las luchas indígenas, como cuando ayudó a escapar de la cárcel al legendario defensor de los indios Ezequiel Urviola. En Lima alcanzó a participar en la Junta médica que trató a José Carlos Mariátegui.
En 1951 Arguedas y Enrique Encinas tuvieron ocasión de viajar juntos al sur del Perú .
En 1951 Arguedas y Enrique Encinas tuvieron ocasión de viajar juntos al sur del Perú .
“El doctor Monge, Director del Instituto de Altos Estudios de la Universidad San Marcos, nos encomendó a Enrique Encinas y a mí la misión de ir a Cusco, Arequipa y Puno a invitar a los profesores universitarios y otros estudiosos para una Conferencia Internacional de Antropología…El doctor Enrique Encinas es hermano de José Antonio Encinas y aunque no es tan popular como él su valor es quizás más permanente; está considerado como uno de los más grandes hombres de ciencia que ha dado el Perú; y como persona es una maravilla. He sido muy feliz acompañándolo” [11].
VER ENCINAS Y ARGUEDAS II
VER ENCINAS Y ARGUEDAS II
[1] Foto publicada en “Nosotros los Maestros” de Wilfredo Kapsoli. Derrama Magisterial, Lima, 2011. Probablemente corresponde a su encuentro en el Congreso Indigenista Interamericano, en México en 1940. Encinas estuvo fuera del Perú entre 1933 y 1944.
[3] “A los maestros graduados en la Escuela Normal Superior de Lima”. 1930. En “José Antonio Encinas, el maestro de los maestros peruanos”. José Portugal Catacora, 1986,
[4] Encinas Pando, 1991.
[5] Leopoldo Cuentas Bedregal, abogado y militante aprista, más tarde se asimilaría al Ejercito (Información de José Luis Ayala). Es mencionado en varias cartas de Arguedas de 1940 y 1941 como colaborador en la venta de “Canto Quechua” y “Yawar Fiesta” en el sur del Perú. Pinilla, 1996; Forgues, 1993.
[6] Carta de Arguedas a José Ortiz Reyes. Pinilla, 1996.
[7] "Un método para el caso linguistico del indio peruano". 1944. En: "Nosotros los maestros". Derrama Magisterial. Lima, 2011.
[8] El Congreso, realizado del 14 al 24 de abril de 1940, adoptó importantes acuerdos para promover el acceso de la población indígena a la tierra y la educación, el establecimiento de alfabetos de lenguas indígenas, la protección de la cultura indígena y el uso de la lengua indígena en la educación, así como la combinación de educación, salud y promoción productiva para los indigenas. Cabe anotar que en este Congreso el puneño Alfonso Torres Luna, aunque no asistió, presentó una ponencia sobre la educación del aborigen peruano. (Ver Boletín Bibliográfico de Antropología Americana Vol. 4, No. 1 (ENERO A ABRIL, 1940).
Participaron en el Congreso Angel Escalante, José Uriel Gracía y Gerardo Bedoya Saénz en la delegación del Gobierno peruano, y Encinas, Arguedas e Hildebrando Castro Pozo como invitados especiales del gobierno mexicano. Gamaliel Churata, tambien fue invitado, pero no asistió. Luis E. Valcarcel participó también en el Congreso. (Ver "La ambivalente historia del indigenismo" Laura Giraudo y Juan Martín Sánchez.)
[8] El Congreso, realizado del 14 al 24 de abril de 1940, adoptó importantes acuerdos para promover el acceso de la población indígena a la tierra y la educación, el establecimiento de alfabetos de lenguas indígenas, la protección de la cultura indígena y el uso de la lengua indígena en la educación, así como la combinación de educación, salud y promoción productiva para los indigenas. Cabe anotar que en este Congreso el puneño Alfonso Torres Luna, aunque no asistió, presentó una ponencia sobre la educación del aborigen peruano. (Ver Boletín Bibliográfico de Antropología Americana Vol. 4, No. 1 (ENERO A ABRIL, 1940).
Participaron en el Congreso Angel Escalante, José Uriel Gracía y Gerardo Bedoya Saénz en la delegación del Gobierno peruano, y Encinas, Arguedas e Hildebrando Castro Pozo como invitados especiales del gobierno mexicano. Gamaliel Churata, tambien fue invitado, pero no asistió. Luis E. Valcarcel participó también en el Congreso. (Ver "La ambivalente historia del indigenismo" Laura Giraudo y Juan Martín Sánchez.)
[9] “En 1941 Víctor Cuentas Ampuero (1904-1983) radica en Sicuani, donde hace amistad con José María Arguedas, el poeta Luis Nieto y Alfredo Macedo Arguedas. Ingresa como profesor del Colegio Nacional Pumacahua de Vilcanota. En este pueblo organiza veladas musicales”. Américo Valencia Chacón. Música Clásica Puneña. Publicación del Gobierno Regional. Puno 2006. En “Pumacahua”, la revista que publica Arguedas en 1940, incluye como ejemplo de poesía quechua, dos huaynos tomados de obras de teatro de Macedo Arguedas.
[10] “Felizmente un médico joven (Enrique Encinas Franco, 1895-1971), muy amigo de Julia Codesido me dio unos remedios eficaces”. Pinilla, 1999.
[11] Carta de José María Arguedas a su hermano Arístides del 2 de agosto de 1951. Pinilla, 1999. La conferencia se realizó del 17 al 23 de agosto de 1951, en el mismo mes que el Congreso Internacional de Peruanistas. Ambos organizados por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos con ocasión del IV Centenario de su fundación. En aquel viaje, Arguedas conoce a Josafat Roel Pineda. En el Congreso de Peruanistas, José Antonio Encinas presentó su trabajo “Totemismo entre los antiguos peruanos” y Arguedas, “El arte popular religioso y la cultura mestiza en Ayacucho”.
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