jueves, 23 de mayo de 2013

El equeco y sus aventuras

Equeco
(De "Personajes folklóricos" de José Portugal Catacora)

Son una infinidad los hechos que se relatan acerca de lo que son capaces de traer como suerte el Eqeqo. A continuación contamos algunos de los hechos más significativo.

Eqeqo arma un hogar

Dos enamorados circunstanciales que no habían tomado en serio su romance concurrieron a unas alacitas y adquirieron un bellísimo eqeqo. Él se lo obsequio y ella lo guardó, con un deseo íntimo de que los amores se convirtieran en matrimonio.
 
El tiempo trascurrió y un buen día el joven enamorado se fue de viaje, quedando todo el romance en el olvido. Pasaron algunos años hasta que otro dia inesperadamente el lejano pretendiente  le escribió a ella una cariñosa carta en que le pedia casarse con él. Y ella, comentó con una amiga el propósito de su lejano enamorado; la madre le dijo ahí tiene el milagro de Eqeqo.

El Eqeqo trae al mundo un hijo
 
Ya llevaban 10 años de casados y el matrimonio no tenía un sólo vástago. Todo el tiempo y cada día se lamentaban de su suerte y no tener un hijo les parecía la desgracia más grande de la vida y hasta estaban perdiendo la fe en la vida y esta discurría sin mayores atractivos para la pareja.

Acudieron a médicos y tratamientos hormonales. Pidieron a Dios, que les mandara un sucesor, pero la cosa seguía igual. Alguien les aconsejó que adquirieran con fe un Eqeqo.
 
Y por fin lo compraron. Fue imposible conseguir uno que tuviera un niño. Pero alguien les aconsejo: No importa, compren cualquier Eqeqo y antes de que pase un año, ustedes le ponen el niño y ya verán lo que ocurre.
 
Y así fue. Compraron el Eqeqo y al año, en la misma fecha que lo adquieron, le pusieron un niño. Grande fue la sorpresa, cuando a los pocos meses de que se pusiera un niño entre las cosas que lleva el Eqeqo, la esposa resultó en cinta. Y a los nueve meses nació un rollizo varoncito, que algunos decían se parecía al Eqeqo.

El Eqeqo es celoso
 
Un muchachito de unos doce años, tuvo el interés de aprender a tocar guitarra. Los padres creyeron que era muy niño para que pudiera ejecutar un instrumento tan grande, pero el niño insitía.
 
Como cada vez que el niño pedía la compra de la guitarra se la negaban siempre, su madre le dijo. Pole una guitarrita de esas que venden en la feria al Eqeqo y verás que tu padre te compra la guitarra.

Y dicho y hecho. Ocurrio como la madre dijo.
 
Ocurrió entonces que luego de aprender a  tocar guitarra, se compró un Eqeqo para sí mismo y lo tuvo bien cuidado a este, sin preocuparse del otro.
 
Entre tanto el niño creció y ya llegó a ser un jovencito de cerca de veinte años; pero entonces sucedió que el joven guitarrista aprendió a beber y se convirtió en un borracho consuetudinario prematuramente.
 
La madre examinó los hechos en la soledad de su pensamientos, en la suerte del hijo, se dio cuenta que su hijo en primer lugar había comprado un Eqeqo que luego había abandonado. 
 
La consigna popular dice que hay que comprar al Eqeqo una cosa nueva cada día. Y no había cumplido, los dos Eqeqos castigaron al joven guitarrista.

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