domingo, 20 de octubre de 2013

Alfonso Torres Luna - Segunda Parte

Hay en su obra "un factor que falta en la obra de muchos indigenistas y es el factor cariño a la población aborigen. Muchos de los indigenistas modernos toman el tema relativo, para derramar hiel i antagonismos sociales más bien que para prodigar la miel de un amor humanitario. Aún espíritus justos se pronuncian a veces con frialdad y no con el calor de una vehemencia por las cosa patrias y familiares de nuestra colectividad  radicada al pie y encima de los andes". Dora Mayer  [1]

En 1934, Alfonso Torres Luna ocupa el cargo de Jefe de la Sección de Psicopedagogía en el Ministerio de Educación. Situación en la que prepara las pruebas objetivas para exámenes en los colegios nacionales; realiza el primer censo de maestros diplomados del Perú; prepara un proyecto de escalafón magisterial y edita la Revista de Educación del Ministerio.

Esta labor le demandó gran esfuerzo que dada su precaria salud no pudo soportar y cuyo cuidado le fue limitado por sus situación económica. Su actitud y conducta de sacrificio ilimitado quebrantó su salud, al extremo que ni pudo trabajar a pesar de su deseo, siendo internado en un hospital en marzo de 1935, determinándose que su operación, que no fue suficiente. El 22 de abril de 1936 dejó de existir a los 35 años.

Alfonso Torres Luna, además de haber sido excelente maestro, desarrolló una importante actividad de investigación científica, tanto en ciencias naturales como sociales, que inició con su trabajo sobre vestidos precolombinos en la Escuela Normal.

Libro en versiones quechua y aymara
Su interés en la arqueología, le valió ser nombrado socio corresponsal en Puno de la Sociedad de Arqueología y Artes Primarios, de Lima. Y por sus estudios geográficos es incorporado como socio de la Sociedad Geográfica de Lima.

En Lima estudió en las facultades de jurisprudencia y ciencias económicas de San Marcos, graduándose en 1934, año en que escribe su trabajo sobre la fundación del imperio de los incas, libro inédito, junto a otros.

Alfonso Torres Luna fue mi maestro en la Escuela Normal del Colegio San Carlos, donde nos sorprendió por su pulcritud, la vastedad de sus conocimientos y su extraordinaria memoria. Podía llenar la pizarra con nombres de la taxonomía botánica como zoológica, sin recursos ni ninguna nota.

Somos muchos maestros primarios que hemos recibido sus enseñanzas y conocimientos, como también el amor por la niñez, la dedicación profesional y el afecto por el conocimiento de nuestra tierra y su cultura.

Recuerdo que afines de 1928, cuando decidió su viaje a Lima, se despidió de nosotros su alumnos [2] en una reunión en el Arco Deústua, donde entre otras cosa nos dijo: "Yo me voy a Lima, porque en Puno no tenemos instituciones de altos estudios y yo deseo hacer investigación científica".

Alfonso Torres Luna, fue pues un excelente maestro y eficiente funcionario al servicio de la educación nacional, pero propiamente, un hombre de ciencia e investigación como muy pocos de su tiempo y aún después en Puno.
Libro reeditado (2013) por la
Universidad Nacional del
Altiplano UNA

Su muerte truncó una vida notable en proceso de desarrollo superativo y con grandes esperanzas, pues en menos de diez años alcanzó un titulo profesional y tres académicos. Fue un hombre nacido para servir a su tierra y a la Patria, a la cultura y la educación, aún con sacrificio de su vida.

(Tomado de "Maestros del Siglo XX" de José Portugal Catacora)

NOTA

[1] En el prólogo de Dora Mayer al "Libro segundo para los aborígenes peruanos", de Alfonso Torres Luna. El libro se publicó en dos versiones, una quechua-castellano y otra castellano-aymara. Contiene temas de religión, educación cívica, historia, dirigidos en textos adaptados para los niños y para adultos. A modo de ejemplo de su contenido, podemos leer el siguiente texto, que tiene su respectiva versión en quechua y aymara:

"Mis Derechos ciudadanos. Lección para adultos. Todos somos ciudadanos para reclamar a las autoridades, cuando nos han hecho mal las gentes. Nos podemos quejar; podemos señalar sin temor de ser indios, al que nos pega o roba nuestras cosas. Podemos acusarlo o hacerlo llevar al cuartel. Tampoco nadie puede quitar así no más nuestros terrenos, nuestra casa, si es que no debemos plata...Ni a nuestros hijos no nos lo puede quitar nade. También debemos llevar a nuestros hijos a la Escuela y tienen que recibirlos para enseñarles a leer y escribir y si no quiere el maestro recibirlos debemos quejarnos al Gobernador...".

[2] Alfonso Torres Luna fue profesor en la Normal adscrita al Glorioso Colegio San Carlos, donde enseñó al lado de Humberto Luna y Julián Palacios. Portugal Catacora lo recuerda en su autobiografía


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario