"Unos días después de nuestra vuelta a Puno en Junio de 1947, llegó el maestro Encinas para realizar un curso de capacitación en el manejo del diagnóstico de madurez de los niños para el personal que trabajaría en el Instituto Experimental. Durante ocho días trabajó en jornadas completas con los profesores del instituto.
Después que el maestro Encinas terminó el entrenamiento del personal, le ofrecimos una cena en un hotel de la ciudad. En aquella cena pronunciamos nuestras palabra de ofrecimiento agradeciendo todo su apoyo para la creación del Instituto y sus orientaciones. Y el maestro respondió contando una bella parábola que jamás olvidaremos.
Dijo "Sobre una encrespada cumbre, un árbol añoso se seco por falta de agua; pero de pronto apareció en el viejo tronco un pequeño cogollito que daba toda la esperanza de que se iba a convertir en otro árbol grande y copioso. El árbol viejo soy yo, que no pude hacer por al niño peruano todo lo que sabe, porque los políticos no me lo permitieron; y el cogollito es este joven maestro -se refería a mí- necesita tierra, abono y agua en su rededor. Todo esto deben darle ustedes, dijo a los presentes, y el cogollito llegará a ser un gran árbol, pero si se lo niegan tal vez envejezca como yo sin poder hacer nada". Aquellas palabras comprometieron nuestra dedicación para el resto de nuestra vida.
El 16 de junio se inauguró el Instituto en acto público en el Teatro Municipal, en el cual el maestro Encinas pidió el apoyo y la colaboración de todos para el trabajo de la escuela. El día 23 de junio, el Instituto abrió sus puertas a un grupo de 150 niños en una casa de vecindad, proporcionada temporalmente por mi hermano Mariano, y sin más muebles que lo que los maestros cedimos de nuestros hogares y algunos alumnos trajeron de sus casas, mientras llegaba el presupuesto".
Ver también: Encinas y José Portugal
Ver también: Encinas y José Portugal
Tomado de: "Autobiografía de José Portugal Catacora". La misma anécdota se encuentra en "J.A. Encinas, el maestro de los maestros peruanos" publicado por Portugal Catacora en 1989.
Que hermosa historia, y la expresión sublime del maestro que guía y da la posta a la siguiente generación, gracaias por la enseñanza.
ResponderEliminarAtte
Lic. Yuri Montes Rojas
que bonta historia
ResponderEliminar¡Qué maestro!
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