martes, 21 de agosto de 2018

NAVEGANDO EN EL TIEMPO (VIII): INVASIÓN Y RESISTENCIA DESDE EL LAGO

Hola bienvenidos a bordo, por favor acomódense. 
En nuestro encuentro anterior les conté como llegamos Yavarí y yo a Puno. Poco a poco fuimos conociendo el lago, descubriendo sus hermosos paisajes y conociendo a la gente nos saludaba desde las balsas y las orillas. Todo iba bien hasta que en abril de 1879 el tren trajo la noticia de que Chile había declarado la guerra al Perú y Bolivia.

Uniformes peruanos.
Libro "Uniformes de la Guerra del Pacífico".
Patricio Greve.
Entonces Puno se puso de pie y nos tocó transportar parte de los miles de voluntarios que formaron los más de 22 batallones, cada uno con más de 600 hombres, que partieron a la guerra. Esos batallones procedían de Puno, Azangaro, Huancane, Lampa, Chucuito, Carabaya, Sandia y otros lugares, además otros miles de voluntarios partieron para reemplazar a los valientes que caían en las batllas, como en el caso de los Batallones Puno y Puno 6 cuyos integrantes casi todos murieron en la batalla de Tarapaca (1879).
Cierto, muchos de los quechuas y aymaras fueron reclutados contra su voluntad, pero también una gran parte partió convencidos de que lo correcto pelear junto al “General Perú”.
Yavarí y yo también transportamos alimentos, ropa, ganado y hasta caballos que Puno enviaba para la defensa. No sólo hombres iban a la guerra, sino también miles de mujeres, mal llamadas “rabonas”, que acompañaban a sus parejas ayudando con la cocina y atendiendo a los heridos y tomando también las armas cuando era necesario. Se cuenta que luego de la batalla de Arica (1880) más de 300 de ellas fueron capturadas y luego tuvieron que regresar caminando hasta sus comunidades.
Pintura el Repase de Manuel Muñiz 1888.
Una mañana de octubre de 1883 Yavari me despertó y me contó como confidencia que la noche anterior había transportado desde Puno a Guaqui (Bolivia) nada menos al Vicepresidente Lizardo Montero quien huía de la defensa de Arequipa. Me contó también que Montero en su camarote, escribió una carta a Andrés Avelino Cáceres anunciándole que abandonaba el Perú y le decía que se encargara de la resistencia. Al escuchar esto, pensé que todo estaba ya perdido.
Dibujo, libro "Expedición Arequipa" Sergio López Rubio.

Para que ustedes puedan conocer lo que pasó luego vamos a viajar a esa época. Prepárense por favor, pónganse los salvavidas y agárrense bien. Vamos a una situación de guerra y tenemos que cuidarnos. Ya estamos aquí, en el muelle de Puno, pero es el domingo 4 de noviembre de 1883.
Miren, a pesar de que es domingo, la plaza de armas está vacía. Desde aquí podemos ver que se aproxima el tren que viene de Arequipa. Nos acercaremos más al paradero del tren. ¿Quiénes están bajando? ¿Son nuevos voluntarios puneños?. No, no, son soldados de Chile, de los batallones Lautaro y Coquimbo, traen también 50 jinetes a caballo y toda una sección de artillería. No hay resistencia, Puno es una ciudad exhausta por la guerra y casi no hay hombres en condición de pelear. En unas horas más los invasores se instalarán en el Colegio San Carlos, en el templo de San Juan y en una casona de la calle Arequipa y Pardo.
Aquí en el puerto estamos sólo nosotros, Yavari y todos los barcos nos hemos ido al puerto de Chilalaya (Puerto Prado) en Bolivia para evitar ser capturados. En los siguientes días Yavarí, valientemente se dedicará a vigilar desde el lago el despliegue de las fuerzas enemigas para informar a los patriotas que se resisten en especialmente en Lampa, Azangaro y Chucuito, mientras que montoneras atacarán a las fuerzas chilenas en Juli y Zepita, con apoyo boliviano, y grupos de guerrilla bajan a la costa de Moquegua y Tacna para hostilizar a los invasores.
Modelo de la Colo Colo: Internet.
Para neutralizar a los patriotas y controlar el lago ante una posible ofensiva desde Bolivia, el ejercito chileno enviará desde Arica nada menos que una torpedera. Así llegó por tren la torpedera Colo Colo, una pequeña nave que desplaza unas 5 toneladas y mide unos 15 metros, pero que cuenta con dos ametralladoras y 2 torpedos de pertiga. Inmediatamente la torpedera fue armada y puesta en el lago.
Ante la mayor capacidad de fuego de la torpedera, los viajes de vigilancia de Yavari tuvieron que suspenderse, quedando acoderada en el puerto de Chilalaya junto con nosotros los otros buques peruanos y bolivianos.

Tras 281 días, el 11 de agosto de 1884, el ejercito invasor se retiró de la ciudad de Puno. Luego de la guerra el Perú quedó en quiebra y con parte de su territorio cercenado. La recuperación sería lenta e injusta: en Puno la contribución de quechuas y aymaras en la defensa del Perú fue “premiada” con la expansión sin precedente de las haciendas a costa de las tierras de las comunidades.
Pronunciamiento de Huancané.
Tomado del muro de Fernando Chuquipiunta Machaca.

Gracias, por acompañarme en este viaje y los espero el próximo miércoles para presentarles al resto de la flota de buques a vapor que navegamos en el Titicaca.
Bibliografía
“Expedición Arequipa Puno y Paz de Ancón”. Sergio López Rubio. Chile, 1985.
“Puno en la guerra con Chile”. Mario Nuñez Mendiguri. Universidad Nacional del Altiplano. 2012.

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