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Desaparecido el
último animal rebelde a su autoridad (Ver El reyno del Condor), Kunturi se dedicó a gobernar su reinado
con toda sabiduría y bondad, tratando de ser un rey justo y generoso. Su
intención era demostrar que era realmente un ser superior por las altas
cualidades morales y espirituales que poseía, no solamente por sus condiciones
físicas.
Pero un día le entró
la tentación. Al bajar de sus dominios a una hermosa pampa de pastizal,
encontró a una bellísima pastora, sentada rodeada de pajonal, trébol y grama. Bajó hasta muy cerca de ella,
se posó sobre una roca que había no muy lejos y desde allí la
contempló, impulsado por sus mejores sentimientos. Era realmente una
hermosísima joven que hilaba fina lana de vicuña para tejerse una inkuña (tejido de uso ceremonial).
Desde aquella vez,
cada día descendía de su palacio y permanecía largas horas contemplando a la
bella pastora de la que se enamoró perdidamente.
En los siguientes
días se convirtió en un apuesto joven vestido de negro con camisa blanca y
pañuelo rojo en el pescuezo. Y poco a poco fue acercándose hasta que logró
conversar con ella.
- Eres muy bonita,
imilla - le dijo con apasionada lisonja.
- Será para tus ojos
bellos - le respondió ella.
Y ambos quedaron
prendados el uno del otro. Todos los días se
pasaban horas conversando amorosamente.
Un día le propuso
jugar y le invitó a que él haría de corcel y ella de jinete. La pastora aceptó
cariñosamente y se subió sobre las espaldas del joven. Pero apenas ella estuvo
sobre el lomo de Kunturi, éste emprendió un rápido vuelo, retomando su natural
condición de Cóndor. De este modo se la llevó a su nidal situado en lo más alto
de lo escarpado de la montaña. Y no más apareció la Imilla pastora.
Desde entonces se
repite que el Cóndor es también raptor de imillas pastoras.
El
Congreso de Animales
Sus aventuras
románticas con la imilla pastora, le restaron prestigio al rey de los Andes y
su pueblo empezó a vivir una vida de desórdenes sociales.
El zorro agudizó su
conducta de ladrón de gallinas, mentiroso y farsante. Los ratones invadieron
las casas de los hombres para comer su queso y demás comidas. El zorrino se
dedicó a infestar las habitaciones de las gentes. Y los piojos y las pulgas se apoderaron del
cuerpo de las gentes provocando fiebres tíficas. Y como si todo esto fuera
poco, el dios Inti se encolerizó y dispuso castigar a los animales haciendo que
dejara de llover y se produjeran años de sequía que agotaron los pastizales y
los chacrales destruyendo las cosechas, al mismo tiempo que los puquiales, los
ríos y las lagunas se secaron de tal modo que los animales morían al mismo
tiempo de hambre y de sed.
Ante tanta desgracia,
Kunturi se dirigió al dios Inti para pedirle que aplacara su cólera y que
cesaran los castigos. Y el dios Inti le dijo:
Consecuentemente
Kunturi se arrepintió de haberse robado a una zagala para su consorte e invitó
a los animales a realizar un gran congreso, en el que se comprometieran a
cambiar de conducta para ser perdonados por Inti.
Y el Congreso se
realizó. Llamas, alpacas, vicuñas, suris, perdices, gallinazos, palomas,
golondrinas, lagartos, culebras y hasta los murciélagos asistieron.
El Congreso se reunió
sobre un Altiplano formado en la cima de un cerro de forma de cono truncado.
Así, todos hicieron
promesas de cambiar la manera de vivir y ofrecieron llevar su vida de paz y
comprensión, luego firmaron un acta y el Congreso se dio por terminado.Con aprobación del
Inti, volvió a llover y los ambientes se llenaron de chacrales y pastizales.
Desde entonces cada
vez que los animales entran en una vida desordenada, vuelve a producirse la
sequía en el Altiplano.
(Tomado de "Personajes Folklóricos del Altiplano" de José Portugal Catacora)
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